El expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont sigue reivindicándose como el “presidente legítimo” de Cataluña. Después del fallido intento de declaración de independencia, acompañado de unos cuántos de sus consejeros, se marchó a Bélgica para evitar ser detenido, juzgado y condenado por la justicia española. Desde entonces, denuncia constantemente los intentos del Estado para acabar con él y clama sistemáticamente por una unilateralidad que lleve la independencia que él no quiso ni pudo aplicar. Desde Waterloo, se ha quejado muchas veces de que no puede volver para llevarlo a la práctica porque se enfrentaría a décadas de prisión.
Pero ahora, con la rebaja de penas que afecta su caso, podría optar para volver –o ser extraditado– y ser libre en Cataluña en solo unos años, como sus compañeros indultados. Ahora, desde su entorno, aseguran que corre el riesgo de quedar en evidencia, porque si vuelve se vería que tampoco puede aplicar la unilateralidad que reclama, y si no lo hace quedaría en evidencia por no querer asumir un coste muy menor a cambio del retorno que tanto dice anhelar. De momento, pero, es eurodiputado y tiene excusa para quedarse allá.
