Transcurridos unos días, aún suena más a despropósito la pobre respuesta del área legal del Barça de Joan Laporta al caso Griezmann, que finalmente se ha resuelto de la única forma posible: renunciando por parte de la junta azulgrana a esos 40 millones de euros de traspaso que Laporta creía tener atados y bien atados.
El descuido monumental del área jurídica actual del Barça es una más de los muchos comúnmente atribuidos el equipo de Pere Lluís Mellado, abogado de confianza del presidente puesto al frente del departamento jurídico del club desde abril de 2021 y hasta entonces asalariado del despacho profesional de Laporta, ése bufete cerrado por el registro mercantil muchos meses antes de las elecciones por no estar al día de las mínimas exigencias legales, como presentar la liquidación de los ejercicios durante varios años.
Poco se puede esperar, por tanto, de un jurista con fama de poco avispado puesto en un cargo que, según la mayoría de sus compañeros, ya le venía grande cuando sólo era un pieza del anterior área jurídica de Laporta durante el primer mandato.
Aún así, por torpezas que se puedan atribuir, nadie lo moverá de ese camarote del presidente al que sólo se accede por empatía con el jefe y una obediencia ciega.
Pere Lluís Mellado, sin embargo, ya se ganó la plena confianza de Laporta entre 2004 y 2010. Se le relaciona con catástrofes jurídico-legales como la venta de Can Rigalt o el juicio de Sogecable, con pérdidas de más de 30 millones cada una, además de asesorar a la junta y a los socios en la compra de los terrenos de Viladecans.
A su palmarés, cuando menos a los ojos de su presidente, le sumó puntos esa conexión con el Reus de Joan Oliver y de Joan Laporta, en cuya desaparición tuvo un papel clave como consejero y secretario del club del Baix Camp desde agosto de 2014 hasta 2019.
En todo caso, por elevación, Joan Laporta aparece como el principal responsable de lo que sin duda puede calificarse como un nuevo y estrepitoso desliz en la redacción y supervisión de un acuerdo con el Atlético de Madrid, que desde la directiva del Barça se vendió en su momento como un éxito de la estrategia deportiva y de los despachos.
El Barça, de acuerdo con la información filtrada desde la junta, se ahorraba la ficha de dos temporadas de Antoine Griezmann, que volvió al Atlético cobrando menos de un tercio de lo que ganaba en el Barça, y además se garantizaba la venta del jugador por 40 millones, obteniendo un beneficio de no menos de diez millones, pues ya había adelantado parte de su amortización en el ejercicio 2020-21.
De pronto, sin embargo, se encontró con la sorpresa de que, a causa de las fisuras legales del acuerdo, el Atlético de Madrid podía devolver al jugador si, en el cómputo de las dos temporadas de cesión, no disputaba un determinado porcentaje (50%) de los partidos estando físicamente en condiciones y convocado por el entrenador.
Arrancada la actual temporada, la segunda de esa extraña cesión, fue la prensa de Madrid, contra la miopía de Mellado y de su equipo legal del club, la que alertó de la extraña estrategia del entrenador Diego Simeone, desde luego consensuada con el futbolista y la propiedad del Atlético de Madrid, de no alinearlo hasta después del minuto 60 de partido.
La respuesta de la directiva azulgrana, más bien ridícula a la vista de los hechos posteriores, fue la de un silencio oficial, pues nadie se atrevió a hablar ni tampoco a dejarse preguntar ante la prensa, y la de poner en circulación por todas las redacciones de Barcelona un texto filtrado, sin firma ni identidad, que decía lo siguiente:
«El Barça prepara una demanda contra el Atlético para que pague por Griezmann», argumentando que «los servicios jurídicos del club azulgrana sostienen que la temporada pasada ya se cumplió la condición necesaria para que se produzca el pago de los 40 millones de euros. El Barça va con todo a por el Atlético de Madrid. El club azulgrana se ha hartado de la tomadura de pelo del club colchonero en relación con la situación de Antoine Griezmann, que fue cedido por dos temporadas, con una opción de compra obligatoria que el Atleti está intentando no ejecutar alineando ahora al francés a partir del minuto 60 de cada partido (…) De hecho, para al Barça le es ahora absolutamente irrelevante que Griezmann juegue desde el minuto 60, 65 ó 90. La condición del porcentaje de minutos afectaba al año que estaba cedido, que fue el pasado curso. La cesión fue por un año, no por dos temporadas, de ahí que el club azulgrana insista en que tiene todas las de ganar en los tribunales. Después había una prórroga que podía darse o no en función de que cumpliera o no unos parámetros. En consecuencia, los servicios jurídicos del Barça están preparando la correspondiente demanda para que se ejecute el pago de 40 millones de euros, frente a la negativa del Atlético en esta interpretación: el tiempo de jugar más del 50% correspondía sólo al primer año de cesión».
Pocas semanas después, Laporta y su director del área jurídica no han tenido otro remedio que rendirse e izar la bandera blanca antes de abrir negociaciones y aceptar una rebaja de la mitad de las pretensiones del Barça, de 40 millones a 20 millones, y consensuado un acuerdo que, si es como el de Lewandowski, Raphinha y Koundé, obliga a la otra parte a una cláusula de extraña confidencialidad por la cual ha de refrendar y confirmar las cifras ofrecidas o filtradas de parte del Barça.
Lo que quiere decir que en algún momento posterior puede que trasciendan las auténticas cantidades de esa operación de traspaso también arruinada y sin plusvalía gracias a esos servicios jurídicos que también habían amenazado reiteradamente con llevar a Josep Maria Bartomeu ante los tribunales o con denunciar a varios jugadores como De Jong, Piqué y Ter Stegen por firmar contratos inválidos e irregularidades. Ruido y poco más como en el caso Griezmann, a diferencia de la cortesía y la amabilidad demostrada con Neymar a la hora de perdonarle varios millones que podían haber mejorado la economía del club.
