El presidente del grupo municipal de ERC en el Ayuntamiento de Barcelona, Ernest Maragall, afirma que hay peticiones de Junts, para continuar formando gobierno de coalición con ERC en la Generalitat, que ningunean al Govern. Maragall asegura que «las condiciones parecen puestas para no ser aceptadas», como es la petición de la vinculación del Consell per la República en la gestión del ejecutivo.
En este contexto, el dirigente republicano afirma que la consulta que la dirección de Junts hará a la militancia sobre si tienen que continuar o no en el ejecutivo de Pere Aragonès es «una dimisión de la dirección política» y que «es una incapacidad de tomar decisiones por consenso interno».
Ernest Maragall ha afirmado, en declaraciones al programa Cafè de idees de RTVE, que si la militancia de Junts vota a favor de la continuidad del gobierno de coalición con ERC, las condiciones que están hoy sobre la mesa para esta continuidad «se habrán evaporado».
Maragall ha defendido que hay adelantos en la mesa de diálogo entre el gobierno catalán y el gobierno central, si bien estos adelantos no son «constatables y tangibles». Ante las críticas que recibieron dirigentes republicanos en el acto del 1-O en el Arco de Triunfo de Barcelona, Maragall considera que «parecía que el adversario de Junts podía ser ERC» y que «ERC no ha movido un dedo, un grito o una ofensa en ningún sentido».
En este contexto, el líder municipal de ERC considera que era «previsible» que el acto del 1-O estuviera «explícitamente inclinado en una dirección». Maragall denuncia que los gritos que se oyeron contra la expresidenta del Parlament, Carme Forcadell «nos hacen daño a todos», porque «Carme Forcadell es la dignidad republicana independentista».
Maragall confía en que la tensión que ha provocado «una parte de Junts» se destensará y el independentismo recuperará la «visión compartida» y se volverá a una «acción coherente».
Por otro lado, el dirigente republicano ha afirmado que «hemos dejado que la delincuencia organizada se instalara en nuestra ciudad». Maragall considera que la «debilidad institucional» de Barcelona ha propiciado la delincuencia organizada, afirmado que «cuando hay debilidad institucional, todo el mundo se atreve».
