Sandro Rosell, un alcaldable con dos enemigos

Barcelona, la capital de Cataluña y del Mediterráneo occidental, necesita un revulsivo. La degradación en la que  ha caído la ciudad, bajo la errática gestión de la alcaldesa Ada Colau -que pretende perpetuarse en el cargo cuatro años más, incumpliendo las promesas que hizo sobre la duración de los mandatos- resulta insoportable para la gran mayoría de vecinas y vecinos.

En este contexto deprimente, Sandro Rosell, ex-presidente del Barça y con un exitoso currículum empresarial, ha anunciado su intención, todavía no confirmada, de postularse para asumir la alcaldía en las elecciones municipales del próximo año. Tiene la ventaja que él no necesita el sueldo oficial para poder vivir, cosa que no pueden decir el resto de los candidatos hasta ahora conocidos (Ada Colau, Jaume Collboni y Ernest Maragall), que están amorrados desde hace muchos años a la ubre pública.

Durante su etapa como presidente del FC Barcelona (2010-14), el club consiguió los resultados deportivos y económicos más brillantes de su historia, que contrastan con la demencial y catastrófica situación que sufre actualmente la entidad azulgrana, después del retorno de Joan Laporta al palco del Camp Nou. Este precedente es la mejor carta de presentación de Sandro Rosell ante sus conciudadanos, con independencia de las preferencias deportivas y/o futbolísticas de cada cual.

El año 2017, este empresario fue víctima de una oscura conspiración política, policial y judicial que lo mantuvo durante casi dos años encerrado en prisión preventiva sin que, finalmente, se concretara ninguna acusación contra él y su caso fuera archivado. Algún día se sabrá cómo fue todo, pero Sandro Rosell, que nunca se ha declarado independentista, pagó un precio muy caro, precisamente, por su independencia de criterio, alejado y, cuando lo ha considerado adecuado, enfrentado a las “mafias” que controlan el poder político, económico y mediático, tanto en Barcelona como en Madrid.

Por eso, el anuncio de su probable candidatura a la alcaldía de la Ciudad Condal ha provocado, de entrada, tantos nervios. Hay quien lo ha querido comparar con Manuel Valls –la diferencia entre uno y otro es como la de un huevo y una castaña- y otros han cargado con palabras gruesas contra su apartidismo y su declarada vocación de ser solo un buen “gestor” al servicio de los intereses de las vecinas y de los vecinos de Barcelona.

Sabe que, enfrente, tiene a dos enemigos muy poderosos, que harán lo indecible para evitar que triunfe en su carrera a la alcaldía: Joan Laporta y Jaume Roures, los dos con importantes terminales periodísticas y mediáticas y con mucha influencia en la creación de estados de opinión, que utilizan al servicio exclusivo de sus intereses crematísticos. Pero los dos años que ha pasado injustamente en la cárcel han reforzado el carácter y las convicciones de Sandro Rosell, que está dispuesto a plantar cara y que no tiene nada que perder.

En la generosa entrevista, que ahora hace un mes, el programa FAQS –que produce la empresa de Jaume Roures- dedicó a José Manuel Villarejo, este comisario corrupto justificó la detención y encarcelamiento de Sandro Rosell alegando que era un “agente del independentismo”. Curiosamente, Joan Laporta, que siempre se ha declarado abiertamente independentista, nunca ha sido molestado por la policía y la justicia españolas ¡y esto que las ha hecho muy gordas!

Exactamente igual pasa con Jaume Roures. Su empresa, Mediapro, colaboró activamente con el referéndum independentista del 1-O y facilitó sus instalaciones de la Diagonal como centro de prensa. En la contundente oleada de represión que se desató por parte del Estado antes, durante y después del 1-O, Mediapro nunca fue objeto de atención de la justicia y la policía españolas. Muy extraño e inquietante.

Es más: cuando la justicia de Estados Unidos, en su investigación contra la corrupción en el mundo del fútbol (FIFAgate), envió una comisión rogatoria a España para que confiscara documentación en la sede central de Mediapro, involucrada hasta el cuello en este escándalo, la intervención policial y judicial fue sospechosamente abortada. ¿Por qué? ¿Por quién?

En realidad, la respuesta a esta comisión rogatoria fue, al cabo de poco tiempo, la espectacular y exagerada detención de Sandro Rosell y un implacable registro de su domicilio y de sus oficinas, previos a su entrada, sin fianza, en la prisión de Soto del Real. El punto de arranque de esta investigación fue una supuesta e inexistente cuenta atribuida a este empresario en un banco de Estados Unidos, pero se pasó 645 días y noches entre rejas, antes de ser liberado sin cargos.

Jaume Roures mantiene una estrecha y provechosa relación comercial con Ada Colau y los Comunes en el Ayuntamiento de Barcelona, de donde cada año saca una millonada en contratos públicos. También ronda intensamente a ERC, partido que favoreció con una gran inyección de publicidad institucional de la Generalitat la edición del semanario El Quinze, que Mediapro cerró abruptamente ahora hace un año, ante el silencio sepulcral de los sindicatos de prensa.

Entre 2003-10, cuando Joan Laporta fue por primera vez presidente del Barça, Jaume Roures se llevó una montaña de millones del club, además de explotar los derechos audiovisuales de la entidad azulgrana. Sandro Rosell combatió y liquidó esta asquerosa alianza, cuando en 2010 fue elegido presidente del FC Barcelona con el mayor apoyo de la masa social que nunca haya obtenido un candidato. Por consiguiente, “laportistas” y “rouristas” se la tienen jurada y harán todo lo que esté en su mano para impedir que pueda ser alcalde de Barcelona.

Todavía es pronto para valorar las opciones electorales que pueda tener Sandro Rosell. Todo dependerá, en gran medida, de su habilidad para elaborar la lista que lo acompañará en la candidatura que presente.

En todo caso, es una buena noticia que una persona inteligente, con la vida solucionada y sin ambiciones particulares -más allá de conseguir que Barcelona sea la mejor ciudad del mundo- haga este paso adelante. ¡Bienvenido y buena suerte!