Brazos abiertos o enviados a Ruanda

Reino Unido no ha sido de los países más rápidos en reaccionar de forma favorable a la acogida de los refugiados procedentes de Ucrania. El gobierno de Boris Johnson afrontó a regañadientes esta cuestión y, al final con fórceps, ha aceptado que algunos miles de ucranianos -mujeres y niños en su inmensa mayoría, como en todas partes- se quedasen en el país. Primero sólo aceptaba a los que ya tenían familiares en el Reino Unido y ahora les pide un visado y que sean acogidos por alguna asociación o ciudadano británico. A los que acogen a ucranianos, el gobierno les da 350 libras al mes (unos 420 euros). Los que sean acogidos tendrán un permiso de residencia de tres años y derecho a trabajar y a los servicios públicos.

Johnson no quiere pasar por un político condescendiente con los inmigrantes. “Nuestra compasión puede ser infinita pero nuestra capacidad para acoger a personas no lo es”, dijo hace unos días. El triunfo del Brexit, que le llevó a ocupar el cargo de primer ministro, se basó, en gran parte, en la oposición a abrir las puertas británicas a los inmigrantes. Es consciente de ello. No le preocupaban hasta el estallido de la guerra en Ucrania los inmigrantes rusos que aterrizaban en Londres con fortunas conseguidas a saber cómo y se dedicaban a comprar yates, apartamentos, chalés y artículos de lujo o equipos de fútbol. Le preocupa, eso sí, que si en el 2019 hubo unas 300 personas que cruzaron el canal de la Mancha para entrar de forma irregular en el país, el año pasado fueran 28.500. En los meses que llevamos de 2022 lo han hecho unas 5.000.

El 14 de abril, la ministra del Interior, Priti Patel, viajó a Kigali, la capital de Ruanda, para convencer al primer ministro de ese país, Paul Kagame, de que acepte que le envíen a los migrantes que intercepten intentando llegar por mar en Gran Bretaña. “Rwanda es uno de los lugares más seguros del mundo y en los últimos años se ha hecho famoso por su capacidad para reubicar y asentar a inmigrantes”, ha dicho Johnson.

El primer ministro británico había apuntado antes la posibilidad de que estos migrantes detenidos fueran enviados a Albania o Ghana. Finalmente, el afgano, el sirio o el senegalés que intente llegar en patera a territorio británico y sea atrapado antes de conseguirlo se puede encontrar, de un día para otro, en la otra punta de África. Johnson dice que actúa así para disuadir a las mafias.

Europa no puede dar demasiadas lecciones al Reino Unido. No envía a los migrantes que rescata al Mediterráneo a Ruanda pero compra la voluntad de grupos armados libios para que se los queden o la de Turquía y Níger para que eviten que intenten esta travesía. De hecho, parece que la Unión Europea también ha estudiado la opción de Ruanda como destino final de los migrantes que le molestan.

Tun, tun, ¿quién es? / Los ucranianos que huyen de las bombas de Putin / Abre la muralla.

Tun, tun, ¿quién es? / Una persona que busca una vida digna en nuestro país / Cierra la muralla.

¡¡¡Qué vergüenza!!!

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