La necesidad de ingresos se ha vuelto tan acuciante para el cierre equilibrado del actual ejercicio que, desde hace semanas, Joan Laporta le da vueltas a la posibilidad de admitir finalmente el dinero de LaLiga Impulso, ese préstamo del fondo de inversión CVC rechazado en su día por el club azulgrana en un momento clave de la historia en el que ese dinero, unos 270 millones, habría servido para renovar a Leo Messi.
Hoy el Barça lo necesita por pura supervivencia, para no añadir a los 481 millones de pérdidas de la temporada anterior otros 100 millones negativos y sobre todo para aumentar su margen de maniobra salarial, actualmente en 144 millones negativos.
En un movimiento de desesperación, el Barça ha intentado desandar ese camino, buscar moldear ese préstamo al margen del formato impulsado por LaLiga, sin que por ahora haya conseguido avanzar ni un milímetro. Al contrario, pese a los esfuerzos mediáticos, diplomáticos y estratégicos todo parece indicar que, si Laporta quiere sumar ese dinero en este ejercicio, no tendrá otro remedio que modificar radicalmente su postura y cambiar de bando.
En aquel momento, las cosas se veían de otro modo muy distinto, con mucho más optimismo y sin esa sensación de agobio financiero que actualmente ha de soportar el equipo económico del presidente, a poco más de tres meses del final de temporada.
Fue cuando Laporta, asesorado por el propio Florentino Pérez en los tiempos de la guerra por la Superliga, se cerró en redondo, se diría que hasta con indignación, a aceptar ni siquiera sentarse a hablar del tema cuando más crispadas estaban las relaciones con Javier Tebas, el presidente de LaLiga (foto).
La jugada de Tebas, promoviendo una operación crediticia de más de 2.000 millones a favor de los clubs españoles, tenía como principal propósito compensar el efecto del descenso de los ingresos como consecuencia de la pandemia. Una inyección directa, instantánea y rápida de fondos, proporcionalmente a los indicadores, peso y dimensión de cada equipo, contra la cesión del 10% de los derechos de TV a 50 años.
Aunque el Real Madrid, el FC Barcelona y el Athletic se negaron a entrar en ese juego, LaLiga decidió guardar ese dinero en un cajón por si en algún momento se producía un arrepentimiento o un replanteamiento por parte de alguno de esos clubs.
Por cierto, que los tres clubs decidieron no sólo rechazar la propuesta sino ir mucho más allá y presentar una demanda en contra de LaLiga Impulso, con la pretensión de que los tribunales paralizaran en primera instancia cautelarmente su ejecución y desbaratarla finalmente.
Sólo el Barça, al cabo de unos meses, se ha querido salir de ese guión de una forma muy peculiar y hasta cierto punto extraña y controvertida. Laporta puso en marcha uno de esos inventos imposibles, pues ha planteado que esos 270 millones computen como ingreso y no como deuda y que además el Barça pueda devolver ese dinero a su manera, en menos tiempo que los demás y sin que, necesariamente, como obliga la Liga, haya que repartir esa inyección de dinero de la siguiente forma: 30% dedicado a inversión deportiva y el resto a mejoras estructurales.
La respuesta de LaLiga ha sido, en un primer momento, dejarle cuerda a los negociadores azulgrana, que han ido por detrás a hablar con CVC para ofrecerles un acuerdo personalizado, distinto. Desde el Barça, además, los filtradores habituales fomentaron la expectativa de un éxito inmediato de una jugada en la que el propio demandante contra LaLiga Impulso, el Barça, buscaba cerrar un acuerdo sin contar ni consultar con los otros dos clubs firmantes de la reclamación judicial.
Cuando esa euforia empezó a ser un poco exagerada, esta vez no fue Javier Tebas quien puso las cosas en su sitio, sino que mandó intervenir a Óscar Mayo director general ejecutivo de LaLiga para poner un poco de orden.
En declaraciones recientes, Mayo ha rebajado notablemente esas intenciones azulgrana. “No hay negociación. El acuerdo contempla que los clubes que no se han adherido puedan hacerlo. Tendrán que ver si les encaja… El pacto de socios con CVC dice que el fondo no podrá hacer ningún acuerdo con ningún club directo, pero sí reconoce que puede trabajar con los que no están para que lo estén, siempre y cuando sea en las mismas condiciones que el resto de clubs. Y siempre que lo apruebe LaLiga. El dinero, el plazo, la devolución y el destino (70% para infraestructuras, 15% para deuda y 15% para masa salarial) es igual. El proyecto tiene una serie de casuísticas que estarán analizando, pero no con nosotros. Insisto, las condiciones son iguales para todos. El proyecto es el votado por los clubs. Tengo la sensación de que el Barça lo que hacía, en su caso Ferran Reverter (ex-CEO blaugrana), era firmar lo que le pasaba el Madrid. Cuando estás en el Barcelona tienes que velar por tu organización y tener opinión propia”, ha dicho.
En su opinión, “el acuerdo es igual para todos, sin excepción” y ha dictado sentencia: “El acuerdo Barça-CVC solo podrá ser bajo las condiciones de LaLiga Impulso”.
La posición de LaLiga parece lógica por la naturaleza del acuerdo, la magnitud del enorme esfuerzo financiero que supone y el hecho de haber sido ratificado por mayoría en la asamblea de clubs de LaLiga. Tiene menos sentido, en cambio, que Laporta intente una jugada imposible, una emboscada económica sin salida, significativa de esa ausencia de soluciones para salvar las urgencias del presente.
Todo sería más sencillo si el Barça, como el resto de los clubs, aceptase las mismas condiciones que el resto de los clubs. La cuestión es si el problema es que Goldman Sachs tiene pignorados los derechos de TV y por ese motivo insoluble el Barça no puede aprovechar esa oportunidad o es que, como parece, Laporta ha de seguir la dirección marcada por el Real Madrid, cuyo saldo salarial es inmejorable y está en disposición de fichar lo que quiera y cuando quiera. Laporta tiene tiempo y margen para rectificar.
