Laporta protege a su patrocinador ruso, la agencia de apuestas deportivas 1xBET

Directivos del Barça admiten que no se ha atrevido a romper el acuerdo por no poner en peligro los casi 12 millones que le reporta el patrocinio

Una vez más, la gestión del club azulgrana en manos de Joan Laporta deja entrever esa insuficiencia y una mediocridad desesperante, incluso para sus propios leales, muchos de los cuales no saben a dónde mirar ni cómo reaccionar ante los despropósitos del presidente y de su equipo. El más reciente, el improvisado discurso para alinearse con el pueblo de Ucrania con otro vídeo casero y oportunista en el que afirma: “En nombre del Barcelona quiero expresar mi apoyo y solidaridad con el pueblo ucraniano. Siempre que hemos tenido la oportunidad de visitar Ucrania hemos notado el calor y el afecto de los seguidores del Barça del país. Tenemos 28 socios y una peña en Kiev que con su centenar de miembros hace barcelonismo por esas tierras. A todas las personas que estáis sufriendo el horror de una guerra injustificable, tenéis que saber que estamos con vosotros, que os ayudaremos a todos los ucranianos que lleguéis buscando refugio en nuestro país».

Hasta aquí puede entenderse que, impulsado por esa necesidad de protagonismo, el presidente quisiera ponerse a la misma altura y posicionamiento de más de medio mundo que, de un modo u otro, condena el estallido bélico, los horrores de una guerra que ya está dejando más de un millón de refugiados y que, sin atreverse del todo a mirar a Rusia cara a cara, viene a dar a entender que Ucrania es indudablemente la víctima de un conflicto en el que se ha producido una inequívoca invasión de sus fronteras hasta ahora reconocidas internacionalmente.

Como todo paso de Laporta, el tropezón no se hace esperar, pues a las pocas horas de difundir el vídeo y de ofrecer esa imagen de solidaridad y de firmeza frente a la opinión pública, el barcelonismo y el mundo del fútbol, responsables del área económica y comercial del club admitían que, por ahora, no está previsto que la junta de Laporta tenga la menor intención de cortar de raíz con su único patrocinador ruso, una agencia de apuestas deportivas, 1xBET.

Un contrasentido, especialmente porque la mayoría del mundo occidental sólo dispone de un modo de luchar contra esta guerra, más allá de las palabras de solidaridad y apoyo hacia el pueblo ucraniano y de absoluta condena al gobierno ruso por haber agitado al mundo entero con su ataque a uno de sus países vecinos. Toda gran organización o industria que desea manifestar su oposición al totalitarismo ruso y realizar alguna acción efectiva desde su trinchera comercial opta por aislar al mercado ruso, retirarse del país, cortar negocios y relaciones, cerrar oficinas, boicotear los productos de procedencia rusa y, en su conjunto, hacer pública y evidente su voluntad de asfixiar su economía.

Por tanto, si el Barça podía y de verdad quería aportar su grano de arena para reforzar ese discurso internacional, el único paso que podía dar en la dirección correcta no era otro que el de romper el acuerdo con el patrocinador ruso, visibilizar esa decisión y alinearse de este modo con el boicot de repulsa internacional con el que también combate la guerra la coalición internacional contraria a la injerencia rusa.

No lo ha hecho. Al contrario, por boca de algunos de sus directivos, el Barça ha admitido que no se ha atrevido a romper el acuerdo para no poner en peligro los aproximadamente 12 millones que le reporta el patrocinio de 1xBET. En todo caso, han añadido estas mismas fuentes que esta semana se adoptará una decisión definitiva al respecto.

Tarde y mal. Aunque el Barça acabe renunciando a ese dinero ruso, que de momento no ha sido la prioridad, su primera reacción, incoherente y pusilánime, ha sido la de esconderse en sus penurias económicas, incapaz de conseguir nuevos ingresos, en una reacción débil y cobarde mientras que las grandes corporaciones del mundo le han dado la espalda a Rusia sin pensárselo, porque esa es la guerra de quienes quieren protestar contra la invasión con algo más que pancartas. Sin duda, el anuncio de que el FC Barcelona rompía el contrato con su patrocinador ruso habría tenido un fuerte impacto.

Nike, por ejemplo, no ha dudado en cerrar su mercado en Rusia, como lo han hecho Exxon, Zara, BP, Shell, Volkswagen, Volvo, General Motors, Jaguar, Porsche y Land Rover, Apple, Microsoft, Visa o Mastercard, por citar sólo unos cuantos poderosos activos del mundo empresarial y financiero.

El Barça tuvo la oportunidad de unirse a ese frente gracias a su impresionante resonancia mundial. Lo más que ha llegado a atreverse ha sido a eliminar el enlace directo desde la web, mientras que, sin encomendarse a nadie, la sección de baloncesto, con Saras Jasikevicius al frente, no ha dudado en liderar las declaraciones abiertamente en contra de la invasión: “España tiene que tomarse el conflicto bélico en Ucrania un poco más en serio. Esto tiene que terminar porque no sabemos hasta dónde puede ir Vladímir Putin. Si la gente piensa en España que vive demasiado lejos de Ucrania, se equivoca. Esto puede escalar muy rápido”.

La destemplanza e inseguridad de Laporta no son nada nuevo en un presidente que ya ha dado numerosas muestras de incertidumbre en un periodo muy breve de mandato. Dudó con Messi, con Griezmann, con Koeman y con Xavi, tapó con dinero del club el escándalo Benaiges y no fue trasparente ni claro con el acuerdo con Moshe Hogeg por las NFT, después de que su socio y amigo fuera encarcelado por estafa financiera y agresión sexual.

Está claro que la trinchera de Laporta, la de sus verdaderos intereses, es otra muy distinta. Por eso en los temas importantes del club nunca sabe del todo dónde está.

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