La Fundació vuelve a las andadas de la mano de la prima Laporta

Busca repetir proyectos asistenciales carísimos y lejos de Barcelona y, como Manana Giorgadze, la “reina del nepotismo”, ha conseguido un buen trabajo para su hijo por cuenta de la Fundació

Estos días, a través de los diversos canales de la Fundació Barça, los interesados han podido responder al siguiente anuncio: “Buscamos incorporar un/a Program Manager de salud. Su misión será liderar los proyectos del área de acceso a la salud, hábitos y bienestar emocional de la Barça Foundation. ¿Te interesa?”. Abundando en la oferta los requisitos se complicaban, pues se requerían para el puesto una titulación superior en enfermería o medicina, acreditar un master en salud pública/tropical o cooperación y entre los idiomas valorados se incluía el portugués.

Por las formas en la contratación del Barça con el regreso de Joan Laporta a la presidencia y la visión de la directora de la Fundació Barça, Marta Segú (foto), es muy probable que la convocatoria sea sólo una formalidad y muy acotada a un perfil determinado. La prima de Joan Laporta, Marta Segú, vuelve a las andadas como en su anterior etapa finalizada en 2010, periodo que básicamente dedicó a la creación de los llamados XICS (Red Internacional de Centros Solidarios) que tenían como propósito la construcción, puesta en servicio y mantenimiento de unidades asistenciales pseudo-educativas en las que, una vez analizadas, el deporte brillaba por su ausencia, lo mismo que la propia imagen del FC Barcelona.

Cuando, tras las elecciones, la nueva junta de Sandro Rosell estudió la conveniencia y el coste de mantener esos XICS no sólo se llegó a la rápida y urgente conclusión de que estaban fuera de control del propio club, de sus valores y de sus objetivos, sino que los compromisos adquiridos excedían los límites de los propios recursos de la Fundació con un derroche de cargos e intermediaciones complicados de entender. La nueva junta estimó conveniente dar carpetazo y no hurgar en lo que parecía, sobre todo, un negocio en nombre de la solidaridad.

Se dio el caso, aunque no hizo falta  una Due Dilligence ni un Forensic, que un viaje del presidente Joan Laporta a uno de esos lejanos e incomprensibles proyectos de la Fundació costó el doble de la partida destinada a la presunta causa a favor de las personas más vulnerables. En aquellos tiempos no había que guardar las apariencias para poner al frente de cualquier programa o acción a quien quisiera la directora de la Fundació o alguien de la directiva.

Más o menos como ha hecho Joan Laporta en su reentrada once años después, solucionando el pequeño problema del Código Ético que impedía la contratación de familiares como empleados del Barça a voluntad de la directiva, o del presidente en este caso. Tan sencillo como modificar el Código Ético para dejarlo en Código y abrir la gestión a la inmoralidad y el caudillismo.

Entre las prohibiciones figuraba “contratar laboralmente o mercantilmente parientes, ascendentes o descendentes, ya sea personalmente o a través de sociedades en que participen o trabajen…”, un límite que se subsanó añadiendo lo siguiente: “… con la excepción de que la solvencia profesional de la persona a contratar, así como sus méritos y condiciones sean contrastadas y justifiquen la conveniencia objetiva de contratar a esa persona y no a otra”, dice el enunciado que, como si fuera un chiste malo, deja en manos de la directiva esa estimación, eso sí, impidiendo que el directivo afectado por el parentesco pueda participar en la votación.

O sea que, por poner un ejemplo, cuando el presidente Joan Laporta propuso incluir en la nómina a su hermana Maite Laporta y a su prima Marta Segú lo que hizo fue abstenerse de votar en junta mientras el resto de sus directivos votaban a favor, estrechamente vigilados desde la silla del presidente. Los referéndums de Franco se parecían bastante.

La misma norma rige para altos ejecutivos que, como ha ocurrido con Marta Segú, una de las beneficiarias del nepotismo de la junta actual, se planteó contratar a su propio hijo con sueldo a cargo de la Fundació. El ‘modus operandi’ ha sido menos ofensivo, aunque no menos descarado. Primero, ha encargado a una consultoría de éxito y prestigio como Eduvic, puntera en el ámbito de la pedagogía infantil y juvenil, un programa para desarrollar financiado y bajo la marca de la Fundació Barça. Eduvic, eso sí, ha contratado para ese programa al hijo de la directora de la Fundació, en uno de esos tejemanejes que, sin ser del todo ilegales o fraudulentos, no se apartan de esa alergia e incompatibilidad del presidente y de su núcleo hacia cualquier comportamiento o actitud que guarde relación con la ética ni nada que se le parezca.

En el fondo, Marta Segú no hace otra cosa que replicar aquello que forma parte de la conducta diaria de un club donde el amiguismo y el abuso de poder son casi una exigencia para el círculo del presidente. La “reina” es Manana Giorgadze, ex-empleada del despacho de Laporta -cerrado por el registro mercantil antes de las elecciones-, que no sólo fue elevada al cargo de jefa de gabinete sin mediar la menor discusión sino que, una vez instalada, ha contratado directamente a su hija y a su novio.

Le sigue de cerca el vicepresidente Rafael Yuste, que también para sus cosas y para su tranquilidad, hizo un hueco en el área comercial para Holger Bittner, ahora uno los pesos pesados, hasta hace unas semanas alto ejecutivo y socio de Aqipa Iberia SL, filial española de una multinacional austriaca del sector de la ferretería y el pequeño electrodoméstico de la que es responsable Yuste.

Siempre habrá, claro está, quien piense que en realidad Joan Laporta está comedido, pues tras once meses de mandato no ha puesto en nómina a su amante, como sí hizo en la anterior etapa como presidente, aunque sí ha recuperado para el equipo a Bryan Bachner, asesor de confianza suyo y de Joan Oliver en el triste final y desaparición del Reus, que ha puesto al frente de la oficina de Hong Kong, una oficina que por cierto lleva meses cerrada.

Cuesta dirimir qué es más grave o peor para el club, si hacer que el Barça mantenga a una amante del presidente o fichar a un ‘enterrador’ profesional de clubs para funciones ejecutivas. Lo extraño no es que se vaya el CEO, Ferran Reverter, sino que aceptara venir.

(Visited 303 times, 1 visits today)
Facebook
Twitter
WhatsApp

NOTÍCIES RELACIONADES

avui destaquem

Deja un comentario