Los momentos de tensión política en Cataluña tienen, desde hace años, una víctima, además del prestigio de las instituciones: la relación entre la prensa y los políticos. Y es que, especialmente desde que los partidarios del proceso de independencia y sus detractores acentuaron la tensión, muchos de los políticos tienen auténtica obsesión con lo que dicen y lo que no dicen los periodistas, y si esto encaja con su relato.
El relato, en el sentido más peyorativo del término, se ha apoderado de la política. No les importa tanto elo que se hace o lo que se dice, sino lo que parece que se hace, lo que queda en el imaginario colectivo y lo que se puede defender como propio. Es igual que sea mentira, que esté sesgado o que no se aguante por ninguna parte. Lo importante es el relato.
Uno de los políticos catalanes que más fijación tiene con los periodistas es el diputado de JxCat Francesc de Dalmases. Durante el pleno de la semana pasada sobre el escaño de Juvillà, Dalmases reprochó a tantos periodistas lo que decían y escribían sobre Laura Borràs que, como que no era ni la primera ni la segunda vez que lo hacía, se sucedieron las quejas de los profesionales de la prensa en Twitter reclamando respeto por su trabajo.
