A Laporta y su núcleo ya sólo les queda insultar

La pésima imagen de un presidente deslenguado y maleducado empeora con las ofensas y desprecios de Godall, Fort, Sala-i-Martín y Masip

El president del govern espanyol, Pedro Sánchez, i el líder de l'oposició, Pablo Casado
El president del govern espanyol, Pedro Sánchez, i el líder de l'oposició, Pablo Casado

El miércoles pasado el vicepresidente de la Fundació Barça, Alfons Godall (foto), dimitía de su cargo después verter en twitter unas opiniones independentistas que, aunque legítimas en el ámbito de la libertad de expresión, la mayoría de los aficionados no comprendieron y además censuraron. Godall calificó a Rafael Nadal como “el enemigo”, igual que ‘la Roja’ y el Real Madrid, en reacción al extraordinario éxito del tenista de Manacor al convertirse en el primer jugador en acumular 21 Grand Slam después de ganar el Open de Australia.

Lo que los aficionados no comprendieron de ese tuit fue ese sesgo de resentimiento y de negatividad ante la gesta indiscutible de un atleta que, cuando se trata de disciplinas individuales tan exigentes, no ofrecen el menor margen de duda sobre el mérito que supone conseguirlas. Nadie regala nada en la pista. Tampoco en el fútbol donde, como en cualquier otro deporte, no se entiende ni se acepta ninguna otra conducta que no sea la de felicitar al campeón, pues ese es un valor exigido en el deporte profesional pero que sobre todo se inculca y se enseña a los niños y niñas en la edad formativa.

La reacción de Alfons Godall, inexplicable y tan poco inteligente y sensible en alguien que detenta un cargo directivo y que, por tanto, tiene la responsabilidad añadida de representar a una institución, debe entenderse en el entorno de una directiva y de una atmósfera de club que ha perdido el sentido del respeto, de la educación y de las formas hace ya bastante tiempo.

Un día después de ese lamentable ejemplo de anti-deportividad y miseria moral, la vicepresidenta de la directiva, Elena Fort, reaccionó a la eliminación del Real Madrid de la Copa, en San Mamés, con un tuit desbocado en el que exclamaba mediante una repetición compulsiva de “hahahahahahahahaha…” la risa y la burla que le había provocado el gol casi al final del partido del Athletic que había eliminado al Real Madrid.

Al revés y con razón, si un directivo del Real Madrid hubiera reaccionado igual cuando el Barça cayó en San Mamés en la Copa, desde el Camp Nou se hubiera denunciado la mala educación y baja calificación moral del personaje. Elena Fort, ante las primeras reacciones de sus propios seguidores, corrió a borrar un tuit que, no obstante, fue cazado y conservado para su propia vergüenza y la del club.

La estulticia y barriobajero comportamiento de la vicepresidenta del Barça debían haber provocado, cuando menos, un acto de contrición o de disculpa. No lo hubo. Fort sólo acudió al aparato de comunicación del club, y a su influencia, para que los medios con más audiencia eliminasen también la noticia, en algunos casos ya publicada.

¿Es más grave o menos que el despropósito de Godall? La afirmación de Godall afea la imagen del club en tanto que al proyectar su opinión incorporaba la de un barcelonista con cargo en la Fundación Barça, pero seguramente no puede considerarse ofensiva. La patética y ruin expresión de Elena Fort, a diferencia de la dimisión de Alfonso Godall, coherente, es de una cobardía que la define.

Fort ya fue retratada por un tuitero próximo a la junta cuando quiso mentir sobre las normas internas de los invitados a los viajes del Barça. Amparada en esa posición suya de poder, quiso poner en ridículo a quien denunciaba el exceso de directivos y ejecutivos en el Athletic-Barça de Copa, y acabó siendo ella el principal objeto de risa y de mofa cuando desde esa misma cuenta de twitter se desveló, mediante documentos internos, que la vicepresidenta había mentido con alevosía, lo mismo que el no menos decadente y grotesco personaje en el que se ha convertido Xavier Sala-i-Martín, quien también cargó con fuera y acidez contra un socio que, como quedó demostrado, había desmontado uno de los abusos de una junta que, pese a la gravedad de la situación económica, se gasta lo que haga falta en viajes para los suyos.

Ambos, Sala-i-Martín y Elena Fort volvieron a esconderse en el silencio y el muro del gran aparato mediático del club. ¿Deberían dimitir ambos? Mientras les dure el chollo de seguir en el Barça, como hicieron entre 2002 y 2010, no se les pasará esa idea por la cabeza.

La verdad es que no se puede esperar mucho más nivel de miembros de una directiva con un presidente que, cuando no detecta una cámara en un metro a la redonda no duda en llamar “¡hijo de puta!” al primero que no le adula si se trata de un socio crítico o al árbitro del Athletic-Barça, donde fue ‘cazado’ por un aficionado harto de escucharle insultar desde el palco toda la noche.

Quienes le rodean, conocen y a veces sufren la incontinencia y el carácter ciclotímico de Joan Laporta, a veces agresivo con el mobiliario y verbalmente con las personas, no sólo aprueban ese comportamiento, sino que, por mimetismo y por hacer méritos, van por la vida insultando con igual falta de respeto y la misma prepotencia a los propios barcelonistas. Es fácil imaginar cómo las gastan contra quienes no lo son.

Sólo por poner un ejemplo, cualquiera que haya seguido a Enric Masip en su twiter estos últimos años sabe que sólo sabe vilipendiar, ultrajar y denigrar a cualquier prójimo que no sea laportista. Masip, además, lo hace cobrando desde el 17 de marzo pasado, en nombre propio o dando ‘likes’ a quienes arremeten contra Josep Maria Bartomeu suscribiendo hashtags del tipo ‘#SonLaMafia, #BartoMiente, #LaFiscaliaSeLoAfina o #aLaPutaCarcelTodos.

Masip, que ha llegado a ir a un programa de TV3 para denigrar a periodistas y al propio entrenador del primer equipo, acumula él solo más ofensas, desprecios y maledicencias, de hecho las multiplica por diez, que el presunto contenido difamatorio del Barçagate. Claro que Laporta, Sala-i-Martín, Elena Fort y Masip, junto a otros muchos, juegan en el mismo equipo de los Mossos d’Esquadra y del aparato político del soberanismo. Pueden ir por la vida sin temer a la ley y sobre todo sin educación ni modales. Quienes de verdad están a favor del Barça, cada vez menos, juegan en otra Liga.

(Visited 123 times, 1 visits today)
Facebook
Twitter
WhatsApp

NOTÍCIES RELACIONADES

avui destaquem

Deja un comentario