Contra el esperpento secesionista

El periodista del Diari de Girona Albert Soler ha publicado recientemente en Península Barretinas y estrellas. Un paseo por el esperpéntico circo del independentismo. El libro, nos advierte, “no hubiera sido posible sin la colaboración desinteresada del Vivales, Presidentorra, Presidentmas y Jordi Pujol, en este último se hace extensivo el agradecimiento a toda su familia. Como presidentes que han sido, han llevado Cataluña a las más altas cotas de la miseria moral, cosa que ha contribuido notablemente a que este libro pudiera salir a la luz”. También hay protagonistas secundarios: “Esos escritores, actores, periodistas y frikis de todo pelaje, que luchan diariamente para que no olvidemos ni por un momento el esperpento que fue el procés. Verlos tomarse en serio a sí mismos cuando no mueven más que a risa, es un estímulo constante.” Sin olvidar lo que no debe ser olvidado: “A la prensa afín al régimen, en especial a TV3, sin cuya colaboración, totalmente interesada, todos los antes mencionados se habrían perdido en el tiempo como cervezas en la lluvia”.

Destaco dos consideraciones de Soler, elementales pero claramente subversivas en la Cataluña de nuestros días: “Rodoreda, una de las plumas más grandes de toda la literatura española, incluyo por igual a hombres y mujeres” (p. 194). “Muere Marsé y lo que se destaca desde los medios oficiales [en Cataluña] es que escribía en castellano, al parecer lo de ser uno de los mejores escritores catalanes de la historia es anecdótico” (p. 195). Pensar a Rodoreda dentro de la literatura española sin exclusiones y considerar a Marsé un escritor catalán es a día de hoy, en .Cat, dos actos de habla-escritura absolutamente revolucionarios. No menos que la conclusión que acompaña al fragmento: “Galdós, Marsé… Un pueblo que valora el arte en función del origen del artista, o peor todavía, del idioma en que ha sido escrito un libro, es un pueblo destinado a la extinción. A extinguirse, además, de una manera muy curiosa: entrando poco a poco en su propio ombligo, hasta acabar desapareciendo”.

Añado dos platos fuertes del menú. Para abrirles un poco más el apetito, sobre dos grandes prohombres del país:

  1. Sobre don Artur: “Artur Mas se pasó la primavera del confinamiento en su residencia de Vilassar de Mar, no iba a ser un primo de los que se quedan en Barcelona. Ni siquiera le hizo falta empadronarse, con jurar que se trasladó ahí antes del estado de alarma y verse obligado a quedarse, problema solucionado. Da igual que los vecinos negaran su versión y le acusaran de infringir la ley, para un tipo que unos años antes juró también que Cataluña independiente se convertiría en la Dinamarca del sur, que ninguna empresa se marcharía de Cataluña a causa del procés y que todos los países europeos estaban esperando con los brazos abiertos la república catalana, una mentira más fue pan comido, ni siquiera titubeó” (p. 121).
  2. La santificación del molt ex honorable. “Enviado por mi periódico a cubrir el acto final de la escuela de verano…, allí vi por primera vez a Jordi Xuclà, que era el presidente de las JNC, ni más ni menos que las juventudes pujolianas… Más que un miembro de la realeza, me dio la impresión de que Pujol era como el Papa. No, mucho más: Pujol era Dios, y se había aparecido a un grupo de chicos y chicas, que hasta ese instante probablemente creían que Jordi Pujol no existía, que era un invento de los mayores, que no podía haber personaje tan inconmensurable. Y que, si lo hubiera, jamás se dignaría a compartir unos momentos con ellos, pobres mortales. Al verle, uno estaba convencido de que Pujol consideraba su paso por el mundo como una especie de Segundo Advenimiento” (p. 132).

Recuerdo el subtítulo del libro: “Un paseo por el esperpéntico circo del independentismo”.  Como Albert Soler tiene mucho sentido del humor, la palabra ‘circo’ encaja muy bien. Para los que no poseemos en la misma medida y con idéntica fuerza esta excelente virtud republicana (entiéndase bien aquí la palabra ‘republicana’), más que circo nos parece un malvivir, un rollo inaguantable. Para aguantar un poco más, el libro de Albert Soler es una excelente ayuda.

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