«La función social del catalán queda socavada cuando se pone al servicio de una causa»

Entrevista a Jesús Badenes

Ex-periodista, de economía y política. Ahora, empresario de comunicación y marketing. Forma parte de Federalistas de Izquierdas. Es padre de dos niños, a los que dedica el máximo tiempo posible de su vida.

¿Cómo luce el paisaje de los medios de comunicación en la Cataluña de nuestros días?

Una parte muy definida de este paisaje son los grandes conglomerados españoles de comunicación, entre los que destacan las televisiones, que tienen su peso y su papel en Cataluña. Frente a él, se ha creado un sistema alternativo, plenamente subvencionado. Así, el sistema audiovisual catalán depende de decisiones políticas, por vía de las subvenciones y las licencias. Tanto es así que, por ejemplo, cuando se lanzó el canal digital terrestre, las empresas puramente privadas que obtuvieron licencias acabaron desertando. Solo se mantuvo aquella que intentó crear “canal catalá”. En la radio el panorama es similar, e incluso se está intentando hacer una red de radios locales (lo que se intentó en televisión), como ha publicado recientemente El Triangle. En la prensa podría considerarse que hay un mayor espacio, digamos, de libertad, porque existen grandes grupos, como Godó y Prensa Ibérica, aunque, claro, reciben subvenciones. También existe un gran conglomerado de medios pequeños, subvencionados, incluidos los digitales.

¿Esta macrocefalia de TV3 en que magnitudes se concreta?

En un presupuesto elevadísimo que, durante un tiempo, se podía soportar, en parte, por los ingresos publicitarios, procedentes sobre todo del deporte. Pero cuando TV3 dejó de competir con las grandes cadenas privadas, la financiación se descuadró. Ahora, resulta obvio que TV3 resulta un exceso en todas sus coordenadas. No hay ninguna televisión de ámbito autonómico que tenga las dimensiones de TV3, que no se justifica por su función social, y aun considerando su vocación hegemónica. Se puede ser hegemónico, pero sin, por ejemplo, tener la cantidad de producción externa que se tiene; la cantidad de gente funcionarizada, que no está trabajando; la carencia de ingresos propios…

Todo ello, al servicio de una causa…

Esto es lo peor, porque, además, se ha acentuado. La función social de difusión del catalán queda socavada cuando se pone al servicio de una causa, de una marca política concreta. Esto, desde el primer minuto, deslegitima cualquier cometido, incluso dentro del propio catalanismo, porque impide cualquier pluralidad. Cosa que si se hiciera desde el ámbito privado hasta podría entenderse, pero de ningún modo desde lo público.

Quizás una de las cuestiones más llamativa de TV3 es su empeño sistemático en desconectar con España, de manera casi absoluta: noticias, deportes, humor, entretenimiento…

La primera vez que escuché la expresión latina «delenda Hispania est» fue a Carles Puigdemont, cuando era concejal en Gerona. Al principio, no le entendí, pero ahora sí. TV3 es la primera herramienta para borrar España del imaginario catalán. Cuando a Pepe Rubianes le preguntaron en TV3 por la unidad de España contestó, en castellano, que a él la unidad de España se la sudaba por delante y por detrás. Nadie pensó en aquel momento que podría ser independentista.  Entonces, hace quince años, el marco mental era otro. Ahora, por el contrario, nadie pondría en duda que Pepe Rubianes lo fuera. Ese borrado de España en la programación de TV3 empieza por el propio castellano. Se asocia el hecho de ser catalán a expresarse en catalán, algo muy poco democrático en la medida en que una gran parte de catalanes se comunica en castellano, y fatal a la larga para el propio catalán. O sea, no solo destruye los puentes con España, sino dentro de la propia Cataluña. Se quiere una sociedad en blanco y negro, construida de tópicos.

¿Todo esto no expresa una aguda tendencia a bunkerizarse, a cocerse en la propia salsa?

Totalmente. Si se observa el fenómeno global, en el conjunto espacio-tiempo, puede comprobarse que el centro de gravedad tiende a desplazarse hacia el Pacífico. En consecuencia, Europa es más periferia y como tal no es de extrañar que aparezcan en ella movimientos reaccionarios, de bunkerización: estamos perdiendo lo que éramos… La gente lo interpreta a nivel local, cuando en realidad estamos ante un fenómeno universal. Al final, el nacionalismo es también algo defensivo, como tan claro se ha puesto de manifiesto con el “Trumpismo”. En Cataluña están pasando cosas que también ocurren en otras partes del mundo. Con estilo propio, si se quiere. Reconstruyendo un imaginario que casi no responde a ninguna verdad. Como, por ejemplo, haciendo ver una Cataluña anti-taurina, frente a una España que lo es, cuando Barcelona era la única ciudad que tenía tres plazas de toros. Sin entrar en la castiza tradición de “els bous al carrer”, que son intocables.

Teniendo en cuenta que lo crematístico es quizá el hecho diferencial más llamativo del nacionalismo catalán ¿El territorio de los medios de comunicación pública no resulta especialmente abonado para sacar buena tajada?

Eso forma parte del problema, hasta el punto de que apuntala la idea de que TV3 no se puede cerrar. Hay demasiada gente que depende de ella. Hay que estimular la producción externa, se dice, para fomentar la producción, pero resulta que se acaba trabajando solo para TV3. Es como lo de los falsos autónomos. Las productoras se acomodan. Hay una situación de chiringuito, enquistada. Algo que también pasa en los medios de prensa. La cosa siempre se reparte entre los mismos, y el proceso no es nada limpio. Los que pillan disponen de afinidades para saltarse los concursos. A veces, con una simple llamada por teléfono, como se ha visto.

Además de la vía de apoyo al catalán, que es la más fácil de justificar, abundan otros mecanismos de subvención, a veces hasta estrafalarios…

Aquí hay muchas trampas. Por ejemplo, los medios catalanes utilizan lo que denominan “suscripción”, que consiste en difundir gratuitamente ejemplares por aquí y por allá: hoteles, autobuses, facultades… O sea, inflar la difusión y así aumentar el ingreso subvencionado. El caso de “El Punt” ha sido, en este sentido, especialmente significativo. Incluso en las suscripciones individualizadas, es habitual mantenerlas durante un largo período, después de darse de baja el suscriptor. En el mundo digital, se pueden objetivar más los números, porque resulta más fácil medir las audiencias. Pero tampoco funciona. Se cuentan cabeceras conjuntas que, en realidad, no lo están. O, al revés, cabeceras que no tienen contenidos diferenciados, pero suman… Triquiñuelas, para hacer crecer a los propios. Ha habido casos en el que un medio anunciaba el lanzamiento de su edición digital, con un coste de cinco millones de euros de subvención. Va otro y dice lo mismo ¿Qué audiencia tienes? Una tercera parte que el otro… Bueno, pues tú 200.000 euros ¿Por qué? Se lanzan medios digitales, con subvenciones, además de por el catalán y por difusión, por creación de empleo, etc. etc. Así se crean conglomerados, desde “El Nacional” hasta todo el entramado de SOM.

¿Se puede decir algo del perverso maridaje entre los medios de comunicación, digamos, tradicionales y las denominadas redes digitales?

Aunque ya llevamos tiempo, aún se está muy en el principio de todo esto. Hay gente que se adelanta, claro, conoce los secreteos y se beneficia. Para desgracia nuestra, tenemos un adelantado en todo esto, que es nada menos que Carles Puigdemont. Alguien, según los entendidos, muy capacitado para el manejo del tema redes, el mundo de la tecnología… El asunto está en que el uso que hace de ellos no es precisamente en beneficio del conjunto, sino todo lo contrario. Aunque la gente lo desconozca, él ha intervenido en las últimas operaciones de compra-venta de “El Punt”, la fusión de “El Punt-Avui”, el intento de Roures de comprar el grupo Zeta, la creación del “canal catalá”… De hecho, es el fundador, el pensante, de la agencia catalana de noticias. Tenemos que crear esto para que la visión que se tenga en la ciudadanía no sea la de la agencia española EFE, sino de una agencia catalana, dijo. Y todo esto también está pasando en las Redes. Está en Twitter desde finales de 2007.

Medios y redes unidas jamás serán vencidas…, en la guerra del relato

Sí, pero las cosas, como pasa con todo, se irán despejando. Aquí, no sé si por causa o efecto, el procés, ha coincidido con el auge de las redes y, en tal sentido, los medios han ido por detrás. Algo que quizás también ha ocurrido en EE UU y en la Inglaterra del “Brexit”. Y habrá guerra para rato. No creo en la magia, tampoco para las soluciones.

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