Las elecciones convocadas por el Estado en Cataluña después de destituir al gobierno catalán y disolver el Parlament con la aplicación del artículo 155 de la Constitución terminaron con una nueva cámara y Roger Torrent como el primer cargo investido de la nueva etapa, cuando asumió la presidencia del Parlament tras un primer pacto entre los independentistas. Sin embargo, pasadas las semanas, Roger Torrent dejó claro que, como asegura que ya había advertido a todo el mundo, no pensaba poner en peligro la institución ni forzar la maquinaria judicial con acciones de legalidad interpretable o poco sólidas. Así, no fue más allá de lo que pudo con la investidura de Carles Puigdemont, con el intento de Jordi Sánchez, ni con la segunda sesión de la investidura de Jordi Turull cuando ya estaba en prisión.
Esto desencadenó una tormenta de JxCat contra ERC y, especialmente, contra Torrent. A partir de ese momento, la figura del presidente del Parlament se convirtió casi en una obsesión para un sector de JxCat. El episodio de la retirada del escaño a Quim Torra tampoco ayudó a destensar. Con este ambiente, el mandato se le hizo implacable. Demasiada tensión política, demasiado estar en la diana mediática. Y es por eso que su entorno ya da por hecho que después del 14-F no querrá repetir de presidente, sea cual sea el resultado electoral.
