La acampada de la plaza Universitat de Barcelona empezó como un movimiento espontáneo de protesta de los jóvenes mayoritariamente estudiantes, por la sentencia del 1-O y por un sistema político y social que no los convence. Todo tenía un cierto aire de 15-M con toques de procés y mantenía su identidad de forma autónoma. Pero, como acostumbra a pasar casi siempre con los movimientos sin líder, acaba poniéndose al frente un grupito de jóvenes que tienen en las redes sociales y en los elementos alternativos de información una base de su manera de hacer.
Y esto ha provocado que las llamadas fake news hayan acabado condicionando, y mucho, el movimiento. Hicieron llamamientos "urgentes" a ayudarles ante los desalojos "inminentes" que nunca estuvieron ni planteados; aseguraron que conocían de primera mano las intenciones de PP y Vox de hacer actos de campaña en la plaza para provocar su desalojo, y los partidos en cuestión no sabían nada; dijeron tantas veces que se había presentado una denuncia contra ellos que Ciutadans acabó cogiendo la idea y presentando la denuncia ante la Junta Electoral. Todo un éxito de la juventud.