Poltergeist

Están sucediendo fenómenos muy extraños en el Ayuntamiento de Barcelona últimamente. No hablo de los inexplicables desplazamientos de muebles ni de las cacofonías provocadas por los fantasmas que habitan el edificio desde tiempos inmemoriales, sino del desconcertante comportamiento del gobierno de la hAda Colau. Creía que con el desmelenado Carles Puigdemont reclamando la corona ahora también desde Dinamarca, los barceloneses ya tendríamos surrealismo mágico de sobras, pero no. Mucho me temo que los poltergeist políticos se irán manifestando con más virulencia a medida que se acerquen las elecciones municipales dejándonos a todos bien descolocados. Si es que esto es posible.

El fenómeno paranormal más sorprendente tiene que ver con la negociación del presupuesto que BComú está haciendo a contrarreloj. Descartados los socialistas después de un accidentado matrimonio de conveniencia y de un divorcio exprés que muchos todavía no entienden, los comunes han buscado consuelo en los brazos de los convergentes tuneados. Haría bien el equipo de Colau en hacer un cine-fórum con la película Durmiendo con su enemigo protagonizada por una joven y todavía no operada Julia Roberts, porque nunca se sabe qué puede esconder Xavier Trias bajo la almohada. De momento, a cambio de allanar el camino de la abstención del grupo Demócrata, Colau ha eliminado una partida de 400.000 euros destinada a redactar el proyecto de conexión del tranvía.

La noticia, filtrada a la prensa por los ex-convergentes, se ha conocido un día antes de la manifestación convocada por entidades vecinales, ecologistas y sociales, sindicatos y partidos políticos para exigir que los grupos municipales dejen de poner palos a las ruedas a la unión de los tranvías por la Diagonal. Este gol del equipo de Trias se añade al gol marcado en propia puerta que los comunes hicieron el mismo día de la presentación de la movilización del sábado pasado, al descartar una de las peticiones de la plataforma convocante: el rescate de la gestión del tram, ahora en manos privadas y con Felip Puig al mando, por su elevado coste. No se me ocurre una manera mejor de desmovilizar a tus electores. El resultado es que la manifestación superó por poco el millar de asistentes.

Otro hecho inexplicable es el acuerdo a que ha llegado Colau con el incombustible Sixte Cambra, siempre tan repeinado a diferencia de su compañero de partido en el exilio belga. Se ha negociado en secreto y sin contar con los barrios más afectados por las actividades comerciales del Puerto de Barcelona, igual que hizo hace unos meses con el Gremio de Restauración pactando la polémica ordenanza de terrazas. En el caso del puerto, nos ha vendido el acuerdo como la panacea a todos los problemas del turismo de cruceros, pero la verdad es que más allá de cierta reordenación del caos de las terminales, todo son planes y proyectos a medio plazo que no resuelven ni los problemas de masificación ni la contaminación actuales. Y de la polémica franquicia del Hermitage, ni una palabra.

Resultan difíciles de entender las maniobras de BComú si no es en un contexto de debilidad política y obsesión por controlar la agenda mediática. Ya no es sólo que negociando con los ex-convergentes les dan visibilidad cuando es un partido tocado por la corrupción y sin proyecto ni candidato claro, sino que Trias era hasta hace poco el peor alcalde que había tenido nunca Barcelona. Sólo hace falta recordar la crítica feroz a su gestión durante la campaña y las investigaciones internas sobre presuntas corruptelas que ya se han esfumado con la repentina marcha de Joan Llinares a Valencia. La hAda Colau no es alcaldesa por la gracia de los dioses. Lo es porque los barceloneses que la votaron se creyeron que, con ella al mando, los lobbies dejarían de marcar la agenda del gobierno y la vieja política acabaría en la papelera de la historia. Esperen sentados.

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