Los 300.000 damnificados del Popular no perdonan

La falta de liquidez no justificaba que las acciones del Banco Popular acabaran valiendo cero
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La historia se ha repetido y ha pasado como en el año 1994, cuando el Banco Santander hizo un suculento negocio al adjudicarse un banco en crisis. Si entonces fue el Banesto, en esta ocasión el trofeo ha sido el Banco Popular. Y si entonces fuimos todos los españoles quienes pagamos este festín -que, según dijo el gobernador del Banco de España de aquella época, nos costó unos 200.000 millones de pesetas- en esta ocasión las víctimas han sido los accionistas del Banco Popular, a los cuales la broma (pesada) les ha costado un ojo de la cara.

Conviene recordar que en 1994 el Santander consiguió apoderarse de Banesto en una subasta en la que se postulaban también el BBV y Argentaria, siendo este último el adjudicatario lógico, al ser una entidad pública. En aquel tiempo, Argentaria estaba presidida por Paco Luzón, que -curiosidades de la vida- dos años después de su «error» (o lo que fuera) se incorporó en el Santander como número dos. En esta ocasión, el perdedor (o lo que sea) ha sido Emilio Saracho, el último presidente del Banco Popular, que había trabajado con anterioridad en el Banco Santander, donde llegó a ser director general adjunto.

Cómo que no hay dos sin tres, aquí entra en escena nuestro insigne ministro de Economía, Industria y Competitividad, Luis de Guindos, que con el Popular ha vivido muy de cerca dos quiebras bancarias. La primera, en 2008, la del banco neoyorquino Lehman Brothers, del cual era el máximo responsable para España y Portugal y, ahora, la del Popular. Todo un récord nada fácil de batir.

La adjudicación del Popular al Santander por un euro es una cosa parecida al final de una carrera de despropósitos. Empieza con el equipo de Ángel Ron y su terca resistencia a mantenerse al frente de la entidad, a pesar de su nefasta gestión; continúa con la CNMV, al permitir las operaciones bursátiles que acabaron derrumbando la cotización de las acciones del banco, cosa que no ha permitido que pasara con las acciones del Liberbank, y acaba con el gobierno inhibiéndose de la crisis.

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