Los enemigos Roures y Rosell, socios de Catar

Mediapro obtiene buena parte de sus ingresos de la asociación con beIN
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Si la invasión de Kuwait por Saddam Hussein, en 1990, significó el principio del fin del empresario modélico Javier de la Rosa, que vio cortada de repente la manguera de los petrodolares de KIO, la actual crisis diplomática que enfrenta Arabia Saudí y sus aliados del Golfo con el emirato de Qatar también amenaza a dos destacados empresarios catalanes, por otro lado enfrentados a muerte: Jaume Roures y Sandro Rosell, que fue encarcelado sin fianza en Soto del Real el pasado 25 de mayo.

Con una superficie equivalente a la demarcación de Lleida, el emirato de Qatar tiene una población de 2,7 millones de habitantes -de los cuales el 80% son extranjeros- y una enorme riqueza originada por sus inmensas reservas de gas, las terceras más importantes del mundo. Bajo la autoridad dictatorial de la dinastía Al-Thani, este pequeño emirato se ha dedicado, en los últimos años, a tejer una agenda propia de relaciones internacionales al margen de Arabia Saudí, el poderoso vecino que, con la protección de los Estados Unidos, quiere imponer su liderazgo en la zona del Golfo y, por extensión, a todo el mundo musulmán.

Qatar jugó un papel determinante -que después ha intentado cobrarse- en la llamada primavera árabe, que derrocó los regímenes autocráticos de Túnez, Egipto y Libia y que desató la terrible guerra de Siria, empezada hace seis años y que todavía hoy continúa. Su canal de televisión Al-Jazeera ha sido un formidable instrumento de información y de agitación que saca de quicio a muchos dirigentes árabes. Por eso, a raíz de la crisis diplomática que empezó el pasado 5 de junio, algunos países, como Arabia Saudí o Jordania, lo han aprovechado para clausurar las delegaciones locales de Al-Jazeera.

La franja de Gaza, que sufre un durísimo asedio por parte de Israel y Egipto, sobrevive desde hace años gracias a la generosa ayuda económica que le hace llegar Catar. La protección que el emirato otorga a los Hermanos Musulmanes -que son el principal núcleo de la resistencia palestina en Gaza- ha sido uno de los argumentos empleados por Arabia Saudí y sus aliados para acusar a Catar de amparar «terroristas» que se dedican a desestabilizar los países musulmanes y justificar la fulminante ruptura de las relaciones diplomáticas y el drástico boicot comercial y de las comunicaciones que se está aplicando.

En este contexto de alta tensión, los empresarios Jaume Roures y Sandro Rosell -que han hecho, desde hace años, una apuesta estratégica por Catar- ven peligrar sus negocios. Dedicados, ambos, al sector del marketing asociado al deporte y, además, en el caso de Jaume Roures (Mediapro) a la producción y transmisión de acontecimientos deportivos, la celebración -que ahora se tambalea- del Campeonato Mundial de fútbol del año 2022 en este emirato del Golfo es un cebo muy goloso para incrementar su cifra de negocios.

Mediapro obtiene una parte muy importante de sus ingresos de su asociación con beIN Media Group, empresa de Catar que dirige Nasser Al-Khelaïfi y que explota una red internacional de televisión de pago dedicada al deporte y, en especial, al fútbol profesional. En España tiene dos canales: beIN La Liga y beIN Sports.

Este vínculo societario de Jaume Roures le puede ser muy perjudicial, puesto que su filial Mediapro Middle East, con sede en Dubai, también consigue importantes contratos en la Arabia Saudí y en los Emiratos Árabes, enemigos declarados de Catar. Además, el futuro de beIN en España está muy condicionado por la subasta de los derechos de la Champions League para el periodo 2018-21 que ha abierto la UEFA y que Telefónica parece que está dispuesta a quedárselos, en detrimento de Mediapro.

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