En el último pleno del Ayuntamiento de Barcelona de mayo todos los grupos municipales avalaron el nombramiento de Marta Labata como nueva directora general de Barcelona de Servicios Municipales (B:SM) en sustitución de Ignasi Armengol, en el cargo desde el 2011 a propuesta del gobierno de Xavier Trias. El presidente del consejo de administración de la empresa municipal, Jaume Collboni, agradeció a los grupos «el espíritu constructivo y la unidad» demostrados para nombrar a Labata y remarcó que el relevo no había sido pedido, puesto que se había producido por la dimisión de Armengol. El líder del grupo municipal del PSC quiso sacar hierro a la polémica que ha suscitado la marcha apresurada del máximo responsable de B:SM asegurando que su adiós «es fruto de una decisión personal«.
Sin embargo, a pesar de los intentos de Collboni de hacer ver que no ha pasado nada, la realidad es muy diferente. Ignasi Armengol comunicó a principios de mayo su decisión de dimitir por «las constantes interferencias políticas» sufridas por parte del primer teniente de alcalde, Gerardo Pisarello, y por el regidor de Presidencia, Territorio, Agua y Energía, Eloi Badia. Estas «interferencias» tendrían que ver con la diferencia de criterios entre la dirección de B:SM y el bipartido sobre temas tan sensibles como la creación de una nueva funeraria municipal, la remunicipalización de la gestión del agua y el enfrentamiento judicial con las compañías eléctricas Endesa y Gas Natural por la inclusión de la cláusula sobre pobreza energética en el pliegue de condiciones del contrato para gestionar la infraestructura eléctrica de la ciudad.
DIFERENCIAS IRRECONCILIABLES
La renuncia de Armengol aduciendo presiones políticas no deja de sorprender, sobre todo si se tiene en cuenta que él fue colocado en el cargo hace seis años por sus afinidades ideológicas con CiU. Además, se da el caso que la estructura que gestiona las empresas municipales de Barcelona opera con una cierta autonomía, pero tiene que rendir cuentas del trabajo hecho al ejecutivo. En este caso, en la marcha de Armengol ha pesado que era un hombre de la confianza del anterior alcalde convergente, pero también las discrepancias sobre la política de remunicipalizaciones de servicios públicos que se plantea el bipartido de Ada Colau, y que topa frontalmente con la política de externalizaciones llevada a cabo por el gobierno Trias.
La repentina dimisión de Ignasi Armengol ha obligado al ejecutivo a encontrarle un sustituto a toda prisa y el PSC ha impuesto su opción a BComú. La persona escogida por Collboni para liderar a partir de este mes de junio B:SM es Marta Labata, licenciada en derecho que ha hecho carrera a Transportes Metropolitanos de Barcelona (TMB) -donde el PSC continúa manteniendo una cuota de poder muy importante en la estructura directiva-, primero como responsable de recursos humanos y después coordinando la gestión de la red de autobuses. Las coincidencias entre Labata y Armengol no acaban aquí. Los dos provienen de TMB, los dos han tenido responsabilidades en la gestión del personal de la empresa y en la gestión de los autobuses, y los dos ganan más dinero que la alcaldesa de Barcelona.
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