«No al silencio«. Este fue el título del acto que se celebró el pasado viernes 2 de junio en la librería Altaïr. El silencio del que se habló es del que acompaña al asesinato de los periodistas mexicanos incómodos para determinados narcotraficantes, empresarios y políticos corruptos. En los años que llevamos de siglo XXI han muerto así más de cien. Este 2017, seis.
Una ilustración que representaba al periodista Javier Valdez presidió el encuentro. Valdez, redactor del semanario Riodoce, gran cronista del narcotráfico en la región de Sinaloa, fue asesinado a tiros el 15 de mayo. Un mes y medio antes había escrito en su cuenta de twitter un texto en recuerdo de otra periodista, Miroslava Breach, también asesinada: «A Miroslava la mataron por lengua larga. Que nos maten a todos, si esa es la condena de muerte por hacer reportajes de este infierno. No al silencio«.
Los periodistas Lolita Bosch, John Giblin, Paty Godoy, Luis Guillermo Hernández y Eileen Truax intervinieron, luchando contra las lágrimas, para recordar a Valdez y al resto de compañeros asesinados y pedir solidaridad para con ellos y contra el silencio y la impunidad con que se les elimina. Criticaron a los compañeros de profesión y a los escritores que miran hacia otro lado cada vez que un profesional de la comunicación es asesinado en México. «Prefieren las becas y ayudas que reciben del gobierno que la solidaridad y la denuncia«, denunciaron desde la mesa.
Asistí al acto en compañía de un comunicador y profesor de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la UAB. Al salir comentamos que en Cataluña también hay muchos periodistas que prefieren mirar hacia otro lado ante las irregularidades y arbitrariedades que sus medios no denuncian a cambio de subvenciones, ascensos y cargos públicos.
En Cataluña tenemos corruptos de primer nivel y un proceso independentista que provoca muchos silencios. Pero, de momento y por suerte, el narcotráfico nos queda lejos.
