El runrún convergente

Qué gran idea, además de original porque nadie más lo ha hecho, la de publicar un diario de ocho páginas poniendo a parir la gestión de los dos años de gobierno de hAda Colau. A falta de alternativas políticas y de un candidato capaz de hacer milagros y resucitar a la momia convergente, es de destacar la originalidad del equipo de Xavier Trias para redactar y distribuir 50.000 panfletos a pie de metro entre los barceloneses que no ganamos para sustos entre huelgas, túneles y presuntas corruptelas que cuestionan la gestión municipal precedente. He de reconocer que me han alegrado la semana después del disgusto que me ha provocado el anuncio del retorno de Joan Llinares a Valencia.

Dice El Run-Run! de los convergentes disfrazados de sopa de letras que la cuadrilla de Colau es un desastre y ¡qué mejor que abrir la portada con un enorme «Suspendida» en amarillo chillón para valorar su cambio de pacotilla! Es «el diario que el Ayuntamiento no quiere que leas», aseguran, y seguidamente van enumerando los fracasos sin fin de un gobierno que va de guay, pero que no frena ni la subida de los alquileres ni el aumento del incivismo ni la guerra en Siria ni el cambio climático. Encontrarte en la boca del metro con Joaquim Forn y Mercè Homs repartiendo la réplica barcelonesa del tabloide The Sun confirma que los dos regidores no son hologramas que se perpetúan en la poltrona por sus apellidos, sino trabajadores que se ganan el pan con el sudor de su frente.

La guinda de la estrambótica iniciativa convergente para celebrar que ya sólo quedan dos años de calvario la ha puesto la surrealista manifestación contra la alcaldesa que se celebró el jueves pasado en la plaza de Sant Jaume y que reunió lo mejor de cada casa: convergentes, anarquistas despistados, un antiguo miembro de Terra Lliure y grupos de extrema derecha. La concentración no sólo me sirvió para constatar que el soberanismo es transversal porque también hay independentistas que superan a los falangistas por la derecha. También me demostró la desorientación del primer grupo de la oposición municipal al pensar que la estrategia «todo vale para ganar» les devolverá la corona perdida hace dos años.

Por lo visto los convergentes están buscando alcaldables bajo las piedras y su desesperación les ha llevado a sondear a la tertuliana Pilar Rahola Martínez porque el heredero oficioso designado por Trias es buen cocinero pero no es fotogénico. Para la patriota amante de los gatos y la laca no sería su primera vez en el Ayuntamiento de Barcelona. Después de dos legislaturas en el Congreso, en 1995 la dirección republicana la colocó con calzador como cabeza de lista sacrificando al insípido Carles Bonet y provocando una grave crisis en la federación republicana barcelonesa. Seguro que Jordi Portabella se acuerda porque fue testimonio de la conjura contra Bonet y porque veinte años después la dirección del partido le hizo a él lo mismo con Alfred Bosch.

Que vayan con cuidado los convergentes porque la desesperación es mala consejera y más en política. Si convencen a Rahola para que les salve de la extinción, igual sucede que al día siguiente les monta una rebelión interna y funda otro partido. El paso por el consistorio barcelonés de la republicana sólo lo recordamos cuatro gatos, cosa que quiere decir que pasó sin pena ni gloria a pesar de haber obtenido dos regidores. Pilar Rahola entonces no era masista, por eso gobernó con el PSC de Pasqual Maragall y la IC de Eulàlia Vintró, se encaró con un urbano que la quería multar por haber aparcado el coche encima de la acera y dejó ERC al cabo de un año para fundar con Àngel Colom el Partit per la Independència.

Por cierto, las elecciones municipales de 1995 reunieron en el consistorio barcelonés lo mejor de la clase política de nuestro país y algunos todavía siguen en activo para desgracia de todas nosotras. Los socialistas tenían a los inseparables hermanos Maragall y a Joan Clos como estandartes; los convergentes destilaban glamur con el futuro abogado de infantas Miquel Roca y los monaguillos Artur Mas y Francesc Homs; y los populares encantaban al votante de la Diagonal con un Enric Lacalle engominado y un tal Fernández Díaz de nombre José Alberto hijo de falangista y futuro azote de pobres y emigrantes.

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