El PDeCat no parece honesto

Como la mujer del César, no es suficiente que el PDeCat pueda ser honesto, también debe parecerlo, y el PDeCat, desengañémonos, no lo parece. Si bien es cierto que, por su corta vida, no ha tenido casi tiempo material de pecar, no lo es menos que actitudes como las del cas Palau no realzan su presupuesta honestidad, y, recordémoslo, el código penal también castiga la complicidad.

El PDeCat está en fase de construcción, un trabajo que no parece fácil. La verdad es que creo en las buenas intenciones de su coordinadora, Marta Pascal. Pero, ya se sabe, de buenas intenciones el mundo está lleno. La virginidad del PDeCat contrasta con el desbarajuste de su predecesor: Convergència. Casos como el citado del Palau de la Música, o los de Pujol, o Adigsa… ponen en entredicho la honestidad. En este caso, no sólo no lo parece… Con estos precedentes, la nueva Convergencia debe redoblar esfuerzos para borrar sus pecados originales. Desconozco si la deshonestidad es hereditaria, entiendo que no, pero hay pecados que cuestan de perdonar.

Votar en contra de acusar Convergencia por el caso Palau es como caer en la casilla de la calavera en el Juego de la Oca, vuelves al principio. En el ingente trabajo de limpieza del PDeCat, con su actitud con respecto al caso Palau, ha vuelto a la casilla de inicio, y todo lo que había limpiado hasta ahora se le ha vuelto a ensuciar, y ahora debe volver a empezar. No se puede sacar pecho hablando de nueva política reiterando los tics de la vieja. En la última reunión del Consorcio del Palau de la Música, los representantes del Govern (del PDeCat) votaron en contra de personarse como acusación, votación que ganaron gracias a la ausencia de los representantes del ministerio de Cultura que, curiosamente, decidieron no ir justo ahora que el PDeCat en Madrid ha permitido que el gobierno del PP saque adelante el decreto de la estiba. Blanco y en botella…

Por otro lado, celebro que ERC haya corregido in extremis su posición inicial de apoyar el PDeCat en la no acusación. Si de algo pueden presumir todavía los republicanos es de su historial (casi) intachable. Como la hereditaria, desconozco también si la deshonestidad es contagiosa; de ser así, hace días que ERC está en riesgo.

Volviendo a la mujer del César y a su apariencia, querer ocultar las vergüenzas convergentes en el caso del Palau no parece la mejor manera de hacer fuego nuevo y quitarse de encima la mierda del pasado. De momento, el PDeCat se parece demasiado a la antigua Convergencia. Matar al padre es una figura metafórica que usaba Freud para indicar la maduración. A pesar de los esfuerzos de una nueva sabia política emergente, queda claro que el PDeCat aún no ha madurado, y mucho menos ha matado al padre…

(Visited 17 times, 1 visits today)
Facebook
Twitter
WhatsApp

HOY DESTACAMOS

Deja un comentario