El Consejo del Audiovisual de Cataluña (CAC) ha aprobado un comunicado en el que da todas las vueltas posibles para intentar justificar la reproducción en pantalla de un mensaje durante la entrevista al coordinador general de Unió Democràtica, Ramon Espadaler, en el programa Més 324 del pasado 24 de noviembre, que decía lo siguiente: «El pueblo catalán ha hablado bien claro en cuanto a UDC. Hay que apuntar a la cabeza, sino estos políticos zombies no dejan de moverse».
Espadaler, lógicamente, se quejó de que mientras contestaba las preguntas que le hacía el presentador apareciera debajo de él un texto que proponía que lo mataran de un tiro en la cabeza.
El CAC intenta quitar hierro a la amenaza del espectador diciendo que se trata de una metáfora que «utiliza elementos de literatura fantástica«. Después señala que «la jurisprudencia ha precisado que cuando se ejercita la libertad de expresión, los límites permisibles de la crítica son más amplios si esta crítica se refiere a personas que, por el hecho de dedicarse a actividades públicas o estar implicadas en asuntos de relevancia pública, están expuestas a un control riguroso de sus actividades y manifestaciones» y que «la sujeción a esta crítica es inseparable de todo cargo de relevancia pública».
Recurre a una sentencia del Tribunal Supremo para defender que los políticos tienen que encajar los discursos ofensivos «porque lo exige así el pluralismo, la tolerancia y la apertura propios de una sociedad democrática». Y concluye que «difícilmente puede desprenderse (de este mensaje) ningún tipo de veracidad o realidad más allá del marco de exageración donde se incardina, con independencia de su buen gusto o de otra adjetivación».
Finalmente, el CAC considera que, dado que «la concreción de esta metáfora utiliza elementos que se pueden entender como agresivos y, por tanto, contrarios a la promoción de la convivencia y el respeto», basta con manifestar «la necesidad de aumentar la exigencia y la eficacia por parte de los responsables editoriales de la CCMA en el filtrado de los mensajes generados por la audiencia que mediante las redes sociales aparecen sobreimpresos en la pantalla».
¿Reaccionaría con la misma serenidad el CAC si el disparo en la cabeza propusiera algún espectador que se lo dieran a Carles Puigdemont?
