Montcada i Reixac ha dicho basta. La muerte, este miércoles, de un joven, atropellado por un tren cuando cruzaba el paso a nivel de la R-2, ha desatado las iras vecinales. Durante una hora, el tráfico ferroviario ha quedado suspendido por la presencia de vecinos en las vías, en una protesta improvisada contra este nuevo accidente mortal.
Desde que en 1854 se inauguró la línea de tren Barcelona-Portbou, un total de 165 personas han muerto atropelladas en el municipio de Montcada i Reixac. Desde comienzos de este año ya se han producido tres víctimas mortales y la presión emocional ha acabado por estallar. El ministerio de Fomento se comprometió, en 2007, a soterrar este tramo de 3 kilómetros, pero las restricciones presupuestarias han ido posponiendo el inicio de las obras, mientras aumenta dramáticamente el número de víctimas.
Su ubicación en la entrada norte de Barcelona ha convertido Montcada i Reixac en un municipio martirizado por las infraestructuras. Por este «pasillo» del Besòs pasan el AVE, las líneas de cercanías R-2, R-3, R-4, R-7, R-11, la autopista C-58, la C-15 y la N-150. Esto ha convertido la ciudad en un laberinto lleno de trampas mortales.
La indignación vecinal ha obligado a la ministra en funciones de Fomento, Ana Pastor, a convocar urgentemente una reunión la próxima semana en Madrid con la alcaldesa del municipio, Laura Campos, y los técnicos de ADIF para encontrar una solución inmediata a esta masacre. La presión en la calle aumenta, impulsada por la Plataforma Tracte Just Soterrament Total (PTJST), y la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, se ha sumado a la campaña que exige la eliminación de las vías ferroviarias en superficie en Montcada i Reixac.
