CUP: Negociar es traicionar

La tradición de la izquierda radical es negarse a ceder ni una línea de sus principios a los otros grupos políticos. Ni para pactar con socialdemócratas ni, lógicamente, para hacerlo con grupos situados más al centro o la derecha. Por eso, cuando la CUP accede a negociar con Junts pel Sí pierde parte de su identidad, sino toda.

Cuando los dirigentes de la CUP se avienen a negociar, no un día o dos sino meses enteros, con la coalición de Junts pel Sí, liderada por un autoproclamado neoliberal como es Artur Mas, sale del terreno de la radicalidad para situarse en el que tradicionalmente han representado las opciones políticas bien integradas en el sistema.

Una opción radical no debería negociar nada. Debería poner sobre la mesa sus principios y exigir que sus interlocutores los acepten. Entrar en un tira y afloja, celebrar encuentros -más o menos secretos- para pactar hasta qué punto pueden rebajar sus planteamientos y contentar así las aspiraciones de sus adversarios, representa una traición de los principios que inspiran su existencia.

Lo puede hacer, claro. Lo está haciendo. Pero es casi una insolencia que dos meses y medio después de las elecciones, a las que se presentaron diciendo que no ayudarían a investir a Artur Mas como presidente de la Generalitat, aun se esté especulando con que se desdigan de aquel compromiso.

«Dijimos que haríamos unas cosas pero los resultados de las elecciones no nos lo permiten y, por tanto, haremos otras». Esta frase la hemos escuchado de la boca del presidente del Gobierno español saliente, Mariano Rajoy. Pero es una frase que debería ser impensable en boca de un militante radical de izquierdas. Catalán, español, francés o de Estados Unidos.

Rajoy hizo lo que dijo que no haría con la excusa de que la situación económica era peor de la que se esperaba. Un argumento que se ha utilizado tan a menudo que ya no se lo cree nadie.

¿Cuál puede ser el argumento de la CUP para renunciar a parte de sus compromisos electorales? ¿Que sin Mas la independencia no es posible? ¿Que mientras Juntos pel Sí tenga más diputados que ellos tienen que renunciar a sus principios anti-capitalistas?

Lo que muchos esperaban de la CUP no era sólo que no ayudaran a perpetuar a Mas en la presidencia de la Generalitat sino que no negociaran nada con Juntos pel Sí. Negociar con el adversario ideológico es propio de opciones más sistémicas. La extrema izquierda consideró, siempre, esta negociación una traición. También se debe reconocer, sin embargo, que este purismo de la extrema izquierda la ha dejado históricamente en un rincón de la representación parlamentaria.

La CUP, probablemente, tiene que elegir entre ser fiel a sus ideales y quedarse en este rincón o serles infiel y desplazarse hacia el centro. Dicho de otro modo, inmolarse a cambio de que la independencia de Catalunya esté más cerca. Eso sí, en otras manos.

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