La Catalunya oficial vs. la Catalunya real

Estos días que Catalunya «está de moda» en la agenda informativa internacional, he recibido la visita de varios periodistas de Madrid, del resto de España y del extranjero que se interesan por conocer mi opinión sobre lo que está pasando en nuestra tierra. El primer consejo que les doy es que no se crean la imagen que reflejan los medios de comunicación que puedan leer, escuchar o ver durante su estancia en Barcelona.

Con la excusa -del todo loable- de la protección y la promoción de la lengua catalana, la Generalitat convergente ha instaurado, desde la llegada de Jordi Pujol al poder, en 1980, y hasta nuestros días, un perverso sistema de control mediático a través de mecanismos como las subvenciones, la publicidad institucional o la concesión de créditos y avales (incobrables). A mis amigos periodistas de fuera se lo digo de manera contundente: no hay ningún otro país en la Unión Europea como Catalunya donde el dinero público se dedique masivamente y de manera tan descarada a sobornar a los medios de comunicación.

Este enorme dispendio cubre dos objetivos: por un lado, garantiza un seguidismo absoluto de la opinión publicada de las consignas que emanan del Palacio de la plaza de Sant Jaume; por el otro genera la complicidad necesaria para tapar los gravísimos casos de corrupción que salpican a las instituciones catalanas y evitar así que su conocimiento llegue a la sociedad desinformada. Los medios de comunicación han dejado de ser el cuarto poder en Catalunya y se han convertido en un apéndice complaciente y complementario del poder político. Un corolario de esta aberrante anomalía democrática es la cuidadosa selección de quién tiene derecho y quién no a tener presencia en los altavoces mediáticos, tanto públicos como privados. De manera sistemática, todos los disidentes que no comulgamos con la «doctrina oficial» y defendemos nuestra libertad de criterio -entre los que me incluyo- hemos sido condenados, desde hace muchos años, al silencio y al ostracismo. ¡Es por eso que existe EL TRIANGLE!

En vísperas de las elecciones del 27-S, el departamento de Presidencia de la Generalitat hizo públicas las subvenciones que este año otorga a los medios impresos y a los diarios digitales. La lista ocupa más de 30 páginas y en ella figuran absolutamente todas las publicaciones que vehiculan la opinión en Catalunya, salvando honrosas excepciones, como es el caso de EL TRIANGLE.

A partir de esta constatación, aconsejo a los periodistas que se dirigen a mí que cojan el metro y vayan, por ejemplo, a Santa Coloma de Gramenet. Allí podrán constatar la Catalunya real, en contraste con la Catalunya deformada que refleja el espejo de La Vanguardia o de TV3.

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