La fruta catalana vive su ‘annus horribilis’

La crisis de la clementina enciende el inicio de 2015
up clementina
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El pasado mes de diciembre, el 14º número de la revista Vadefruita, editada por la Asociación Empresarial de Fruta de Catalunya (Afrucat), publicaba un repaso cronológica de la crisis del sector en nuestro país bajo un título impactante: «Seis meses en la peor campaña de los últimos 20 años en fruta dulce». El diagnóstico de la situación por parte de Unió de Pagesos (UP), el principal sindicato del campo catalán, es igualmente desalentador.

En el último medio año, los productores de fruta catalanes han tenido que afrontar problemas sobrevenidos que, añadidos a otros preexistentes, han hecho insostenible la situación -costes creciendo y precios menguando- y los han abocado a salir a la calle para luchar por la supervivencia del sector.

La enfermedad y el veto
«Estamos en un momento grave de crisis de precios en fruta de pepita», explica Xavier Gorgues, responsable del sector de la fruta dulce de UP, que relata que esta crisis sobrevenida se ha sumado a la que ya arrastraban por culpa del fuego bacteriano, una enfermedad que afecta a los árboles frutales, provocada por la bacteria Erwinia amylovora. Más que un «problema de dinero», relata, la situación golpea «el ánimo de los empresarios agricultores que no ven salida al problema» y afecta, fundamentalmente, a las comarcas de Lleida, que concentran la mayor parte de la producción catalana, y, «sin excepción», a todas las frutas.

Este problema se empezó a complicar el año pasado, cuando «se adelantaron las fechas de cosecha porque la fruta ya estaba madura y también se solaparon variedades», explica, lo que generó «picos de producción y bajadas del 50% del precio» respecto al año anterior. La fruta de hueso llegó al mercado antes las cadenas hicieran pedidos y el veto ruso, vigente desde el 7 de agosto de 2014 contra las exportaciones de hortalizas y fruta fresca de la Unión Europea, «sólo agravó la fuerte crisis de precios que ya sufríamos», especifica. Una crisis como esta no se experimentaba desde que el brote de E. Coli provocó un descenso importante de los precios en 2011.

Ahora, la manzana, por ejemplo, se vende «a precios ridículos, todo porque la gran distribución presiona a la baja y utiliza nuestro producto como reclamo», se queja Gorgues, quien añade que en algunos casos se llega a vender «a pérdidas», algo penado. Las pérdidas por cosecha «pueden ser de unos cuantos céntimos por kilo, que es mucho» y algunos productores se ven empujados a tener que endeudarse, según explica, «para poder sacar adelante otra campaña».

La crisis de la clementina
En cuanto a la situación de los cítricos, es particularmente grave la de la clementina. A pesar de que no ha sufrido ningún bache por el bloqueo de Rusia, país que importa de otras zonas, como Marruecos, arrastra un problema de «falta de estructura» y de «falta de cumplimiento de reglas de juego», lamenta Carlos Roig, responsable del sector de los cítricos en UP. Roig describe un contexto de crisis permanente desde hace años marcado por una «desestructuración» que perjudica sistemáticamente a una parte de la cadena: quien recoge.

La clementina, relata, «no tiene un problema de precio en destino, tiene un problema de reparto de la ganancia». El productor cada vez recibe menos porcentaje y el caso de los cítricos es particularmente grave hasta el punto que, en casos extremos, a algún productor le llega sólo un 5% o un 10% y «a veces, no cobran», añade Roig.

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