El cierre de camas en centros hospitalarios como el de Bellvitge (L’Hospitalet de Llobregat) está dando lugar a situaciones que poca relación tienen con el día a día de un hospital normal. En un contexto de indignación contra las políticas de recortes y privatizaciones puestas en marcha por el consejero de Sanidad Boi Ruiz, proliferan los motines. El de este lunes no es el primero, pero se extiende por tres plantas. Según fuentes sindicales, hasta 13 pacientes se niegan a abandonar sus habitaciones: siete en neurología (novena planta), cinco en cirugía cardíaca (tercera planta) y uno más en traumatología (décima planta).
La dirección de Bellvitge admite la situación que se da en estas tres plantas, que considera puntual y atribuye a la acción de los sindicatos. Los representantes de los trabajadores, agrupados en siete sindicatos, vienen denunciando, junto con pacientes, familiares de pacientes, vecinos y personal médico, la insuficiencia de camas en este hospital, así como sus consecuencias.
Versiones contrapuestas
El consejero Ruiz, sin embargo, lo niega todo. Asegura que «nadie se quedará sin ser atendido este verano» y que «los gerentes de los centros tienen la orden y la cordura para abrir camas cuando sea necesario». Pero los sindicatos de Bellvitge lo ven de otro modo. Denuncian que este hospital pierde 40 plazas cada año, que desde 2010 se han perdido 225 camas. Ramón Montoya, delegado de SATSE y presidente de la Junta de personal de Bellvitge, explica el truco a EL TRIANGLE: «si la planta 12, por ejemplo, tiene 20 habitaciones, cierran dos y hacen un despacho», de tal manera que se reabre el mismo espacio con cuatro camas menos.
La dirección del Hospital de Bellvitge ha decidido cerrar este verano casi un tercio de las camas: 203 de las 615 disponibles.
