La muerte de Tito Vilanova, una persona querida y que se hacía querer, ha despertado los sentimientos profundos que tenemos todos los humanos, con independencia de nuestros colores y del partidismo de cada cual. Era una persona joven, de sólo 45 años, que ha sufrido una durísima enfermedad justo en el momento en que disfrutaba del máximo reconocimiento profesional en el ámbito de su pasión: el fútbol. Deja a una familia que ha quedado destrozada, además, por la larga angustia que ha precedido a su desaparición.
Las muestras de solidaridad que ha suscitado la muerte del entrenador del «Barça de los 100 puntos» son de una gran emotividad e invitan a la reflexión. Después del patético y lamentable espectáculo que protagonizaron la semana pasada, cuando se esquivaron y evitaron saludarse a pesar de coincidir en el mismo acto del Foro de Marcas, los presidentes Artur Mas y Mariano Rajoy se han apresurado a mostrar su pésame por la muerte de Tito Vilanova.
El Real Madrid, rival histórico del Barça, se ha comportado con una gran dignidad. El minuto de silencio que precedió al inicio de su partido contra el Osasuna en el Santiago Bernabeu en señal de memoria y respeto por Tito Vilanova es de un alto valor simbólico. Como lo es el pésame expresado públicamente por el presidente del RCE Espanyol, Joan Collet, en representación de todos los ‘pericos’, contrincantes acérrimos de los ‘culers’.
Incluso las facciones cainitas del Barça han aparcado sus vitriólicas diferencias para homenajear a Tito. Los expresidentes Sandro Rosell y Joan Laporta han llorado su desaparición. Como también lo ha hecho Pep Guardiola, que no perdonó que su ayudante aceptara el encargo de entrenar al equipo cuando él dimitió. (Johan Cruyff, de momento, no ha abierto la boca).
Los miles y miles de ‘culers’ que estos días se han acercado al Camp Nou para dar testimonio de su afecto, admiración y agradecimiento al ex jugador y ex entrenador del primer equipo son el mejor ejemplo de que Tito Vilanova era un personaje excepcional. A través de Twitter, significados madridistas como Sergio Ramos o Cristiano Ronaldo han expresado su dolor más sincero. También lo han hecho personajes controvertidos por el barcelonismo, como Samuel Eto’o, Zlatan Ibrahimovic o Rafael Nadal. El polémico José Mourinho, que lo agredió en el ojo en la electrizante Súpercopa del año 2011, no sólo está muy conmovido por la desaparición de Tito Vilanova: al saber que estaba enfermo se volcó en atenciones y constantes mensajes de apoyo hacia su persona.
El clima emocional de unidad que ha creado la desaparición de este deportista de Bellcaire d’Empordà lo tendríamos que aprovechar todos para rebajar la extrema tensión política y social que nos envenena y que nos toca soportar. Este shock colectivo nos tendría que hacer tomar conciencia de algo evidente: tarde o temprano, todos morimos y nuestra presencia en este Mundo maravilloso es fugaz. Por consiguiente, deberíamos aprovechar los años de vida que tenemos para ser felices, disfrutando al máximo del amor y de los bienes que generosamente nos da la naturaleza, y hacer felices a los demás.
Si preservamos los momentos de conmoción colectiva que nos ha provocado la muerte de Tito Vilanova, a buen seguro que cambiaremos nuestra manera de relacionarnos con quienes nos rodean. Todo es relativo y, desde esta perspectiva, vale la pena que nos tomemos la vida con deportividad y fair play. ¡Qué cambios más extraordinarios experimentaríamos si fuéramos capaces de perseverar en el ejemplo de la vida, el sufrimiento y la muerte de Tito!
Empezando por la política doméstica. ¿Por qué Artur Mas y Mariano Rajoy no paran de sembrar cizaña entre catalanes y españoles? ¿Por qué no se sientan de una vez a negociar un nuevo marco de relaciones estable entre Madrid y Barcelona que evite esta absurda confrontación que se está provocando entre hermanos? En este sentido, los aficionados y los futbolistas del Real Madrid nos han dado estos días un gran ejemplo que hay que agradecer y no olvidar.
