Ucrania y nosotros

El movimiento independentista catalán está descolocado con la situación que se está viviendo en Ucrania. El mainstream del actual soberanismo -ejemplificado por personajes como Xavier Sala-i-Martin, Pilar Rahola, Ramon Tremosa, Quim Torra, Mikimoto o Jordi Graupera- es liberal-conservador. Su misión suprema es cargarse al PSC y, por extensión, a ICV-EUiA, al PSOE, a Izquierda Unida, a la Internacional Socialista, al 15-M y, en general, a todo aquello que huela a azufre. En principio, pues, sus simpatías son innatas por Yulia Timoshenko y por los protagonistas del Euromaidan de Kiev, que se han cargado al presidente democrático, Víktor Yanukóvich, y le han obligado a huir.

Pero he aquí que la situación en Ucrania es mucho más compleja, con una minoría rusófona fuertemente implantada en Crimea y en las regiones orientales del país. Los eslavos, ya se sabe, tienen un carácter expeditivo y, con la complicidad y protección de Moscú, Crimea ha decidido convocar un referéndum para independizarse de facto de Ucrania el próximo 30 de marzo. La Declaración Unilateral de Independencia (DUI) con la que sueñan nuestros soberanistas más exaltados será, pues, una realidad en Crimea en las próximas semanas.

«¿A quién hay que apoyar?«, se preguntan nuestros independentistas de buena fe. A la Ucrania de la «revolución naranja», infiltrada por fascistas y antisemitas, que oprime a la minoría lingüística rusófona y no duda en perpetrar un golpe de estado en la calle para echar al presidente elegido por las urnas? ¿O a los secesionistas de Crimea y de las regiones orientales ucranianas, que cuentan con el decidido apoyo de Vladimir Putin, un ex oficial de la KGB de Leningrado (un «rojo», por consiguiente)?

Ítem más. ¿Qué posición hay que adoptar, desde el independentismo mainstream, en los casos de Transnístria, Osetia del Sur, Abjasia y Nagorno-Karabaj, territorios secesionistas que también han hecho una DUI en países de la órbita de Washington? El presidente Artur Mas ha dicho, en una entrevista publicada en el diario Ara, que «la partida catalana se juega en el mundo». Puesto que la Generalitat quiere hacer geopolítica, es urgente averiguar y aclarar de qué lado estamos: si del de la libertad de las minorías nacionales como la catalana (que también incluye Crimea o Sudán del Sur) o del de los intereses estratégicos de la OTAN y de sus aliados.

Si apoyamos a Washington y, por lo tanto a Ucrania, Catalunya nunca será independiente, toda vez que el Estado español forma parte de la OTAN y las relaciones militares entre los aliados son indestructibles. Si somos consecuentes y apoyamos a la DUI de Crimea, es preciso que el presidente Artur Mas coja el primer avión hacia Moscú y pida protección a Vladimir Putin, como ha hecho el informático Edward Snowden. No será el primer presidente de la Generalitat que lo intente. Francesc Macià viajó en 1925 a Moscú para obtener el apoyo de la Unión Soviética a la causa independentista catalana y Lluís Companys recibió ayuda militar soviética en la heroica guerra de Catalunya contra el fascismo.

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