Desde Unió Democràtica a Iniciativa per Catalunya y la CUP, todo el abanico de fuerzas que acepta el derecho a decidir ha conseguido la proeza de ponerse de acuerdo en una fecha y una pregunta elevada a la ciudadanía. Será el 9 de noviembre de 2014, cuando se cumplirán 25 años de la caída del Muro de Berlín. La pregunta planteada será, finalmente, doble: «¿Quiere que Cataluña sea un Estado? ¿Quiere que ese Estado sea independiente?».
La serie de rumores y los tira y afloja de las últimas semanas, cuando no estaba claro el consenso logrado, se desvanecieron cuando el presidente de la Generalitat presentó el acuerdo. CiU (y en este caso sí que hay que diferenciar Convergència y Unió), ERC, Iniciativa per Catalunya, Esquerra Unida i Alternativa y la CUP, en bloque, subscriben pregunta y fecha. ¿Estamos ante una reedición de la Solidaritat Catalana?
CiU no podrá ser neoliberal
Los próximos meses dirán si este gran acuerdo anuncia algo nuevo en la política catalana. Llega un año muy duro en el que el choque de trenes entre Cataluña y España es ya una realidad, y todas las presiones se ejercerán sobre el Gobierno de la Generalitat desde el Estado central y desde casi todos los poderes fácticos. La unidad del bloque por el derecho a decidir sufrirá trasiegos. Los presupuestos de la Generalitat, si son muy agresivos y restrictivos, pondrán a prueba el frente conseguido.
Desde la cúpula de CiU algunos ya son conscientes que habrá que introducir giros en un sentido más socialdemócrata si se quiere, en este momento, preservar la cohesión del bloque por la consulta. Será muy difícil para Iniciativa y la CUP hacer oposición frontal al Gobierno de Mas si a la vez tienen que ir de la mano en el año que se acerca. Además, cada distanciamiento entre CiU y sus aliados en el trayecto hacia el referéndum será aprovechado por los adversarios al derecho a decidir para destacar las contradicciones internas de las fuerzas que lo apoyan.
El riesgo de un frente español
De todas las formaciones que no han secundado el acuerdo, la posición del PSC es la más delicada. Al quedar al margen del consenso y a la vez mostrarse abiertamente en contra, como el Partido Popular y C’s, pierde espacio para propugnar aquella tercera vía que defiende con insistencia.
La fotografía reciente del brindis entre Pere Navarro y los dirigentes de Ciutadans y el PP con motivo de la celebración de la Constitución ha sido vista como un movimiento muy arriesgado en sectores del PSC, que asisten con desazón a un viaje a la dimensión desconocida. ¿Habrá, al final, un «frente constitucional» o español, como se evidenció en su momento en el País Vasco, que reunirá a los socialistas con la derecha española?
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