Que nadie piense que se están preparando para el referéndum de independencia de Catalunya, sino para el centenario de la primera botella de cava de esta marca. Para conmemorarlo, han recuperado las bodegas que tenían los padres del presidente de honor de la compañía, Josep Ferrer, en la masía familiar de La Freixeneda, en Mediona, que precisamente dio nombre a la marca. Se trata de una masía del siglo XVIII que ahora pretenden dedicarla al negocio enoturístico.
Freixenet ha estado en boca de todo el mundo los últimos días, después de que el presidente ejecutivo, Josep Lluís Bonet Ferrer –sobrino de Josep Ferrer–, declarara a The New York Times que Catalunya tenía que seguir formando parte de España. A causa de estas declaraciones, Josep Lluís Bonet teme un doble boicot sobre Freixenet: por un lado, de los españolistas que castigan a los productos catalanes y, por otro, de los independentistas que consideran esta marca poco sensible con el país precisamente por los comentarios de su presidente.
Según se cuenta en el sector del cava, entre el presidente de honor, Josep Ferrer, y el presidente ejecutivo, Josep Lluís Bonet, no hay en estos momentos la mejor de las relaciones, pero no por las declaraciones públicas de este último, sino por el control del grupo de empresarial. A raíz de la muerte hace unos meses de la «tía Lola», Dolors Ferrer, sin descendencia, que era hermana del primero y tía del segundo, ha cambiado la correlación accionarial de las tres ramas de la familia. Antes, Josep Ferrer controlaba el paquete de acciones mayoritario –superior al 50%, gracias al apoyo de su hermana Lola-, pero ahora se ha quedado con el 42%, mientras que el 58% restante se lo reparten a partes iguales los Bonet Ferrer (hijos de Pilar Ferrer, otra hermana) y los Hevia Ferrer (hijos de Carme Ferrer, también hermana).
