Seny

El viernes fui a la plaza de Cataluña al acto de rechazo a los ataques terroristas en Barcelona y Cambrils. Me subí a una estructura metálica en un lateral desde donde se podían hacer buenas fotos de la gente que la llenaba. Una mujer me pidió que la ayudara a subir también. Lo conseguimos con dificultades. No soy muy fuerte y ella tenía ya una edad y pesaba ‘lo suyo’. Cuando se puso de pie sacó una banderita española y se puso a agitarla.

Temí que su acción provocaría reacciones. Y así fue. Por suerte para mí el contencioso se acentuó cuando yo ya me había ido. Después he visto un vídeo en okdiario.com cómo la mujer acababa con una lipotimia. No era día para exhibir banderas. Aunque en la plaza también había alguna estelada. Por ejemplo, la que cubría el cuerpo de una mujer que acompañaba a diputadas y concejalas de la CUP. Las escasas esteladas, sin embargo, no generaron abucheos.

Al día siguiente, Antonio García Ferreras se adentraba con Xavier Sardà por el mercado de la Boquería y hablaba con una pescatera, Sisa. La mujer les explicó que le había preguntado a un turista francés si pensaba irse tras el atentado de la Rambla y que le había contestado que era parisino y que en su ciudad ya habían sufrido tres atentados brutales en los últimos tiempos. «Nos tenemos que hacer a la idea que el mundo es así, que hay gente que comete estas atrocidades y que tenemos que convivir con eso». Y no pensaba marchar, claro. Cuando Sisa se despidió de los periodistas les dijo: «¡Seny! ¡Sobre todo seny!».

Tiene razón Sisa. Hace falta cordura. Hace años que la cordura cojea en Cataluña. Y no era previsible que un atentado hiciera cambiar esta rutina de golpe y porrazo.

Si de verdad queremos contribuir a acabar con los atentados en Barcelona, Cambrils, París, Turku (Finlandia), Surgut (Rusia) y en tantos otros lugares debemos esforzarnos para trascender nuestras querellas particulares. El terrorismo ligado a Daesh (ISIS) tiene que combatirse con sensatez y una visión y compromiso político e ideológico globales.

Si queremos analizar el atentado, su gestación, ejecución y repercusiones en clave de intereses ligados al debate independentista no faltarán argumentos de un lado y otro. Muchos lo han hecho. Los mossos d’esquadra han actuado como héroes o desastrosamente, en función del bando en que militan algunos comentaristas. La guerra de acusaciones entre medios de comunicación que se ha abierto por determinados editoriales o el uso de imágenes carentes de respeto por las víctimas va en este paquete.

Si queremos ayudar a combatir este terrorismo a nivel global hay que pensar en romper relaciones con Arabia Saudí aunque nos tengamos que espabilar en buscar alternativas al petróleo que nos suministra y preocuparnos más por los países y la gente que ahora sufre más los efectos de esta lacra mundial, y que no son precisamente los europeos. Matando terroristas o deteniéndolos no resolvemos el problema de fondo. Poniéndonos al lado de la organización juvenil musulmana más grande del mundo, Gerakan Pemuda Ansor, en Indonesia, que ha pedido una lectura del Corán más adaptada a los tiempos actuales haremos mucho más.

Ni más ni menos que la cordura que pide Sisa.

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