Laporta apuesta por la gerontocracia para la próxima temporada

Para el fichaje de Lewandowski (33 años) han de ser traspasados Frenkie de Jong y otros futbolistas, sin descartar al propio Gavi o Nico, mientras el presidente no se atreve a rebajar las fichas de las ‘vacas sagradas’

Cuesta, ciertamente, discernir quién va en dirección contraria en este verano futbolístico que, para el Barça, apunta a un drama en diferentes actos en los dos ámbitos principales, el económico y el deportivo. Está claro que la paranoia financiera en la que ha entrado Laporta y su equipo, básicamente por haberse ahogado de forma voluntaria en sus propias pérdidas, parece influir bastante más de la cuenta en los criterios técnicos a la hora confeccionar la plantilla de la próxima temporada, inicialmente enfocada en la conservación y el fortalecimiento de la experiencia por encima de la regeneración.

En la resolución de esta ecuación puede estar en juego el futuro de un equipo que, pese a la irrupción de Xavi Hernández en el banquillo a media temporada, acabó el curso con demasiadas dudas y sin un guión demasiado claro de cara a la próxima. Los éxitos del Real Madrid, campeón de Liga y de Champions gracias a un cóctel también surrealista, a base de clase media joven con el único liderazgo de Vinicius, y tres legendarios como Kross, Modric y Benzema, verdaderos ‘abuelos’ del fútbol europeo, han contribuido aún más a la confusión del maltrecho reino azulgrana.

Si hay que hacer caso de los titulares de la prensa de estos días, los planes de la directiva de Joan Laporta pasan por el fichaje incondicional, desesperado y sin alternativa de Robert Lewandowski, el extraordinario delantero polaco, figura histórica de la última década del Bayern Múnich que cumplirá 34 años la próxima temporada.

En el otro lado de la balanza, el de las salidas, no cesan las informaciones que, también de forma veraz, apuntan a la salida inminente de Frenkie de Jong, un centrocampista con mucho mercado de 25 años por quien parece muy interesado el Manchester United.

También los medios dan por casi seguras las incorporaciones este verano de Marcos Alonso y de César Azpilicueta, de 31 y 32 años respectivamente tras su triunfal carrera en el Chelsea, que la temporada anterior conquistó brillantemente la Champions en una gran final sobre el City.

A esta consolidación de la gerontocracia debe añadirse que jugadores como Gerard Piqué (35), Jordi Alba (33), Sergio Busquets (33), Sergi Roberto (30), Aubameyang (32), Braithwite (31), Dani Alves (39), Neto (32) y hasta el propio Ter Stegen (30) seguirán en la plantilla, muchos de ellos como titulares, la próxima temporada.

Por el contrario, ha sido complicado y largo el proceso de renovación a Araujo y no hay solución todavía para la continuidad de Gavi, dos de las promesas sobre las que el Barça pretende construir otro equipo de leyenda. Acertadamente, las renovaciones de Ansu Fati y de Pedri se anticiparon a esta situación en la que Joan Laporta parece decidido a priorizar lo bueno, viejo y conocido frente a apuestas que le parecen de más riesgo como las de Dembélé (25), que no seguirá, o Nico González (20), claramente carne de traspaso si llega una oferta. También se barrunta la posibilidad, si hay un comprador interesante, de vender a Memphis Depay, que llegó libre la pasada temporada.

En el centro de esta gran decisión se encuentra un entrenador que, claramente, se vio superado por las circunstancias en el tramo final de la temporada a causa de un bajón de juego, mentalidad y actitud que, estadísticamente, se ha venido reproduciendo los últimos años con cualquiera que sea el entrenador o el presidente.

Los especialistas se inclinan a pensar que las ‘vacas sagradas’ son las grandes protagonistas de este mal ciclotímico porque, en primer lugar, imponen al resto del equipo un ritmo de partido y de competición por debajo de lo que debería ser. Por otro lado, es evidente que cuando llegan los meses decisivos de abril y mayo los mayores del equipo entran en barrena de la que, sin embargo, suelen salir ilesos y hasta más fuertes cuando empieza la pretemporada siguiente.

El problema es que con su oficio y experiencia son capaces de suplir esas carencias que aparecen de forma recurrente, no por falta de talento sino por el desgaste y la incapacidad de recuperarse físicamente con la rapidez de antes.

Para Xavi esta ha sido una situación que ha pretendido manejar desde el coleguismo y la empatía de tantos años de convivencia como jugador en el mismo vestuario. Fue un error que pagará caro.

Esas ‘vacas sagradas’ ya le hicieron la cama a Koeman porque, aunque trató a todos con el máximo respeto y admiración, tenía muy clara que su obligación, apostando por los jóvenes con un talento extraordinario, también era la de rejuvenecer el equipo de forma progresiva. Una honesta y necesaria visión de club que acabó chocando con el “status quo” de ciertos veteranos acostumbrados a mandar por encima del entrenador y del presidente, pues la misma prensa que ahora acusa Bartomeu de firmar sus renovaciones de oro clamaba en aquel momento por la injusticia que supondría no atender y premiar a los Piqué, Jordi Alba o Busquets.

El presidente de turno, como también le ha pasado a Laporta, no podía ir por otro camino si no quería provocar a un vestuario en el que, además, Messi iba con el cuchillo en la boca contra quien le tocara el bolsillo a su elenco de capitanes. Esta misma camarilla de veteranos pidió en su día los fichajes de Coutinho y de Griezmann y bajó los brazos antes del 8-2 contra el Bayern, afectada por la rebaja unilateral impuesta por Bartomeu nada más explotar la pandemia y de anunciar una bajada del 20% de las fichas para la temporada 2020-21.

Laporta, a través de Piqué, buscó la complicidad de esas ‘vacas sagradas’ cuando se vio en la tesitura de echar a Messi, prometiéndoles que, de ese modo, sus fichas no corrían peligro. Los llamó ‘héroes’ porque aceptaron diferir -en ningún caso reducir- sus ingresos para esta temporada.

Ahora Laporta tiene dos problemas graves: que no puede hacer frente a esos pagos aplazados y que además necesita restar al menos 100 millones de la masa salarial a partir del 1 de julio.

Por eso envía mensajes en esta dirección a través de la prensa, cada día más domesticada, y de sus directivos. El presidente, en cambio, no se ha atrevido aún a ir más allá de admitir que en su plan no entra Haaland aunque sí Lewandowski, una operación que ya tiene atada y generosamente atada con su agente amigo y ex-socio Pini Zahavi.

Lo más probable es que la campaña iniciada ahora contra Piqué, Alba y Busquets, que empiezan a ser señalados por cobrar salarios por encima del mercado, no prospere porque el primer cobarde que no se atreverá a dar ese paso es el propio presidente.

A menos que pierda del todo la conciencia y el entendimiento, Laporta no podrá explicarle a sus capitanes y héroes que ellos, con más Champions que Lewandoswski y la misma edad, hayan de pagar con  descuentos de su ficha lo que pide el Bayern por el traspaso del polaco.

Es más, parece que Xavi ha entrado en ese juego y no se cansa de ir explicando que, bien mirado, Frenkie de Jong no le acaba de resolver los problemas tácticos del equipo. Xavi sabe mejor que nadie que al mediocampista holandés sus capitanes le han aconsejado bajar el ritmo de los partidos para ellos no quedar en evidencia.

“Si se traspasa a Frenkie de Jong no será por motivos económicos sino por razones futbolísticas”, argumentan los directivos y avanzó el propio Xavi antes cerrar la temporada, estableciendo una pauta de intenciones que viene a complicarlo todo aún más.

Ingenuo, Xavi se ha creído la promesa de Laporta de fichar a Lewandowski a cambio de permitirle traspasar a Frenkie de Jong y de encargarse él mismo de poner en su sitio económica y futbolísticamente a los capitanes. Hay que ser cándido.

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