Jordi Pujol se moja a fondo por Puigdemont y le hace un pésimo favor

Los escándalos de corrupción protagonizados por la familia del expresidente y las cuentas que tenían en Andorra son una mancha que perjudica al candidato de JxCat

21/08/2023 El expresidente de la Generalitat Jordi Pujol a su llegada a un acto de la Universitat Catalana d'Estiu (UCE) en la abadía de Sant Miquel de Cuixà, en Codalet. POLITICA GLORIA SANCHEZ - EUROPA PRESS

El miércoles 24 de abril, 24 horas antes de empezar la campaña electoral del 12-M, el expresidente Jordi Pujol asistía a una cena en el centro El Progrés, de Martorell, con la militancia de Junts per Catalunya (JxCat). En un discurso a los presentes, Pujol arengó a la ciudadanía a apostar por los posconvergentes. “Votaré Junts. Rotundamente, votaré Junts. Ahora toca Junts. Y votaré el Puigdemont”, clamó desde el atril el que fue presidente durante 23 años. “Votaré el Puigdemont, sobre todo, porque ha dado y da un apoyo muy fiel y muy generoso a la causa de Cataluña, pagando un precio. Por lo tanto, os recomiendo que no os dejáis animar por el desaliento (sic)… Esto no va bien, estos echan por aquí, los otros echan por allá… Nosotros tenemos que votar Junts, y entendemos que esto quiere decir también, de una manera clara, sin discusión, votar Puigdemont”.

Posiblemente apoyos como este son bienvenidos en las filas de Carles Puigdemont, que necesita movilizar a sus posibles votantes para evitar que los sufragios se le escapen hacia los radicales de Aliança Catalana, con Sílvia Orriols al frente, o hacia la ERC de su rival/enemigo Pere Aragonès. Pero no deja de ser un riesgo que personajes como Jordi Pujol declaren públicamente su amor al líder de Junts. La truculenta historia familiar de Jordi Pujol lo ha condenado al ostracismo desde que hace casi 10 años admitió públicamente que todos sus hijos y su esposa, Marta Ferrusola, tenían cuentas secretas en Andorra. Unos meses más tarde, en la comparecencia ante el Parlament, Marta Ferrusola se rió de los diputados afirmando que “no tenemos ni cinco” y el mismo Pujol dijo que los parlamentarios tenían una actitud infantil y poca moralidad al acusar a los Pujol de tener dinero al extranjero. “Si vas segando la rama de un árbol, al final cae toda la rama, todos los nidos que hay”, advirtió a los representantes de los ciudadanos.

Si a la cuestión económica añadimos la ideológica, al potaje de la posconvergencia no le falta ningún ingrediente: Jordi Pujol había llegado a escribir aberraciones racistas sobre el resto de los españoles. “El andaluz no es un hombre coherente. Es un hombre anárquico. Es un hombre destruido. Es, generalmente, un hombre poco hecho, un hombre que vive en un estado de ignorancia y de miseria cultural, mental y espiritual. Es un hombre desarraigado, incapaz de tener un sentido un poco amplio de comunidad. De entrada, constituye la muestra de menor valor social y espiritual de España. […] Si por la fuerza del número llegara a dominar sin haber superado su propia perplejidad, destruiría Cataluña”, dejó escrito el patriarca de los Pujol. Curiosamente, un andaluz llegó a presidir Cataluña y no la destruyó, a pesar de que la misma Marta Ferrusola se rasgó las vestiduras por este hecho.

A nadie se le escapa que la familia Pujol no es el tipo de apoyo que cualquiera escogería para hacer camino electoral. El escándalo que supusieron los oscuros negocios del primogénito, cobrando comisiones a cambio de adjudicaciones públicas de un Govern presidido por su padre, está pendiente de juicio. Se había previsto que podía ser a finales del 2024 la fecha en que se podría dirimir judicialmente la responsabilidad de los miembros del clan Pujol Ferrusola, pero todavía no hay fecha fijada. Aun así, la sombra de la duda plana no solo sobre sus hijos, sino sobre el patriarca del clan, Jordi Pujol i Soley, a quien se descubrió que tuvo, hasta el año 2010, una cuenta a su nombre a la entidad Andbank.

La Agencia Tributaria acusa el expresidente de la Generalitat de haber dejado de tributar 885.651 euros por el dinero que tenía en esta cuenta a la Andbank, que era gestionado por su primogénito y en el cual se registraron ingresos millonarios de origen desconocido. El fisco, sin embargo, considera que el delito ya habría prescrito. La familia, además, ocultó su dinero en cinco fundaciones (Kopeland Foundation, Doneran Foundation, Kamala Foundation, Clipperland Foundation y Doral International Foundation) de Panamá y Belice, dos paraísos fiscales, donde trasladaron el dinero de las cuentas que tenían a la Banca Privada de Andorra (BPA).

El ‘trumpista’ Canadell

La sombra de la corrupción, pues, sigue Jordi Pujol y oscurece quién se le acerque. Los especialistas en política auguran siempre que la corrupción no castiga los políticos a las urnas, aunque es cierto que contribuye al alejamiento entre político y ciudadano. En Cataluña esto se ha visto cuando, después del escándalo de Pujol, sus herederos del PDECat y JxCat siguieron recogiendo votos y controlando los resortes del poder. Por lo tanto, no es que el independentismo tenga poca memoria: el que tiene es la conciencia desviada.

Este apoyo total e incondicional del patriarca pujolista a Carles Puigdemont le supondrá la vergüenza de muchos independentistas, pero también la adscripción de otro sector acrítico que se alienta con gestos como el de Pujol, aunque el tufo de corrupción lo acompañe. Uno de los integrantes de la misma lista de Puigdemont, Joan Canadell, llegó a alabar la actitud de Pujol. “Por las comparecencias a la comisión, no he visto ni un solo indicio que los Pujol hayan metido mano en la caja. En cambio, mucho juego sucio del PPSOE”, comentó Canadell después de la comparecencia del expresidente a la comisión parlamentaria de investigación. Se mostró “muy orgulloso del MHP Jordi Pujol, y ahora un gran respeto por Jordi Pujol Ferrusola”. Su tesis es que “mientras no se investigue el origen de la fortuna del rey Juan Carlos (1.800 millones) no quiero sentir hablar del caso Pujol. Ya lo juzgaremos cuando seamos un Estado”. Y pió en otro momento: “El Rey se enriquece con 2.300 millones y no pasa nada. Pujol reconoce que no tributa por los ahorros del padre y nos queremos autoflagelar. Va, hombre, va”.

Joan Canadell es otro apoyo peligroso de Carles Puigdemont. Este el pasado viernes colgó una serie de fotos del inicio de campaña. “Colgando los primeros carteles de Puigdemont. Cataluña necesita a Carles Puigdemont presidente para liderar el resurgimiento del país y que nos lleve hacia la independencia”, tuiteó el todavía diputado de Junts. Pero en su currículum tiene otras frases no tan asépticas. “Entre los Estados Unidos que ha visualizado Trump y Cataluña hay muchos más puntos de acuerdo que con España. El potencial no es de derechas o de izquierdas, solo personas”, decía el 2016. Automáticamente, alertaba sus compañeros indepes: “Pediría prudencia, que el mundo indepe no se sitúe en contra de Trump”. El también expresidente de la Cambra de Comerç de Barcelona es uno de los defensores a ultranza de las teorías de los historiadores friquis del Institut Nova Història (INH). Los historiadores serios alertaron, a través de un artículo a Sàpiens, sobre la falsificación histórica de la INH. Pero Canadell iba a lo suyo: “Sapiens, ¿cuando os haréis eco del expolio histórico que sufrimos? Colon, Cervantes, Lazarillo de Tormes, Da Vinci, Marco Polo… ¡queremos saber más!”, dijo, antes de proponer la creación de un ministerio de Recuperació de Memòria Històrica al frente del cual proponía Jordi Bilbeny, el director del INH.

El universo paralelo de Canadell es similar al de otro de los apoyos polémicos que recoge el candidato de JxCat: el de Laura Borràs, la condenada presidenta del partido. El TSJC la condenó a 4,5 años de prisión y a 13 de inhabilitación por prevaricación y falsedad documental. “Trabajamos para hacer posible que el presidente vuelva para volver a ser presidente. Porque con nuestro voto tenemos la oportunidad de hacer justicia poética, justicia política y justicia histórica”, dijo en su discurso de inicio de campaña. En la campaña del 2017, Borràs advertía: “Expolio fiscal, expolio cultural, expolio político y expolio social, ¿tendremos que añadir también el lingüístico y el educativo pronto? Que todo el mundo lo tenga presente el día 21-D”. A la prensa salía entonces posando junto a un lujoso Jaguar, uno de los dos vehículos de que disponía. Después de las críticas por la ostentación, el Jaguar no volvió a salir del garaje o, al menos, la prensa no lo captó más, aunque en las elecciones posteriores el coche figuró en su declaración de bienes.

El 2017, Borràs escribía: “Queremos dejar de estar en una situación de opresión, discriminación y maltrato continuado. Y lo saben”. En aquel momento, su salario era de 92.000 euros, como directora de la Institució de les Lletres Catalanes (ILC), cargo que le reportaría su condena por corrupción por haber desviado más de 330.000 euros públicos hacia las cuentas de un amigo. Este salario era mucho más alto que el del mismo presidente del Gobierno español.

Borràs y Puigdemont disfrutan de un curioso paralelismo: el presidente tiene a su esposa, Marcela Topor, cobrando 6.000 euros mensuales por hacer un programa semanal a la XAL. El sueldo sale de los fondos de la Diputació de Barcelona. Borràs también tuvo su hija adolescente primero en Catalunya Ràdio, en el programa Clicka’t, con Rosa Gordillo, y después con Ricard Ustrell a El Suplement. Más tarde, pasó a Betevé, donde hacía una entrevista semanal para el programa Terrícoles, mientras la misma Borràs le hacía publicidad en las redes. El trabajo de los familiares de los dos en empresas públicas les comportó duras críticas y acusaciones de nepotismo.

Las polémicas de Anna Erre

Anna Erre, número 4 de la lista de Puigdemont, hasta ahora presidenta del Parlament en sustitución de Borràs y exalcaldesa de Vic, también ha levantado polvareda: cuando era alcaldesa, prohibió a PP y Ciutadans, así como a la plataforma Escola de Tots, poner carpas informativas para dar a conocer a los ciudadanos sus peticiones de una escuela bilingüe. Argumentó que perturbaban la paz social. En cambio, alentó que la red de megafonía del municipio repitiera durante semanas incansablemente consignas a favor de los presos y los exiliados y que los independentistas sembraran la plaza Major de la ciudad con 2.500 cruces amarillas. El curioso concepto de democracia de Erre se complementa con polémicas declaraciones, como cuando aseguró que “como alcaldesa de Vic, siempre he trabajado y trabajaré por la integración y la cohesión social”. Eso sí, siempre que no haya constitucionalistas por el medio. Además, en otra ocasión, alentó “los catalanes autóctonos” a mantener el catalán en una conversación “con personas que por su acento o por su aspecto no parezcan catalanas”. Se refería a los inmigrantes, pero sus palabras denotaban una alarmante discriminación racial.

Otro de los personajes polémicos que apoyan a Puigdemont es Antoni Castellà, presidente de Demòcrates, el mini-partido que se presenta en coalición con Junts. Castellà, que también está en la cúpula del Consell de la República, va de número 16 a las listas, y en su momento llegó a decir que, si España no estuviera en la UE, habría fusilado los miembros del Govern que hicieron el referéndum del 1 de octubre del 2017. Son declaraciones no solo exageradas, sino también malintencionadas y faltas de toda argumentación seria, que delatan quién las hace. Hace poco más de dos años, la Fundació DemòcratesCat libró a Puigdemont la Medalla Carrasco i Formiguera, el máximo galardón del partido.

El excantautor Lluís Llach es otro seguidor acérrimo del expresidente. A menudo le rinde homenaje, y en la actualidad prepara su asalto a la cúpula de la ANC para dirigir esta entidad. Los sectores críticos con las maniobras de Puigdemont aseguran que esta operación, que cuenta con la ayuda de la CUP, servirá para que la entidad cívica se convierta en la correa de transmisión de las veleidades del mismo Puigdemont (ni siquiera de Junts). Lluís Llach llegó a acusar hace poco al PSUC y PSC de haber dejado que el franquismo matara Salvador Puig Antich. De hecho, en el momento de su muerte, el PSUC vivía en la clandestinidad (mientras que Llach no tenía problemas para hacer recitales por todas partes e incluso aparecer en la televisión del régimen franquista) y el PSC todavía no existía. Dentro del universo paralelo en que vive un sector del independentismo, sin embargo, todo es posible.

Puedes leer el artículo entero al número 1574 de la edición en papel de EL TRIANGLE.

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