Cuando todo es antagónico, la gestión se resiente

Los que peinamos canas y nos interesa bastante o mucho la política –y las implicaciones sociales que se derivan– hemos vivido a lo largo de los años polémicas, desavenencias, discrepancias, enfrentamientos o peleas dialécticas. Pero al final siempre había la vía del consenso, del encuentro, del promedio, de las renuncias compartidas o de la negociación. Estoy pensando en la Constitución, en los Juegos Olímpicos, en la entrada en Europa o en la lucha antiterrorista. Siempre había quién pensaba que se hubiera podido hacer más en determinados temas y quien pensaba que se había ido un pelo lejos. A quien le faltaban artículos y a quien le sobraban. Quien aplaudía incluso con las orejas y quien se encogía de hombros diciendo «qué le haremos». O bien por resignación, o bien por entusiasmo, todo el mundo (o casi) estaba de acuerdo en algo.

Pero ahora nos encontramos en un tipo de liga salvaje donde todo el mundo juega contra todo el mundo, donde no hay término medio: o gana este o gana el otro. Donde hoy quiero que gane A contra B y el próximo domingo querré que C gane a A. O lo que es peor: se juegan varias competiciones a la vez y simultáneamente.

Unos sufren sequía y otros tienen un exceso de agua. Quienes tienen agua no la quieren dar para piscinas, y menos para el turismo que llega a Barcelona.

Los hoteleros y restauradores nos dicen que la llegada de visitantes hace crecer la economía del país. Otros nos dicen que los turistas son perjudiciales y que hay masas.

Los campesinos cultivan productos que después todos comeremos, seamos urbanos o rurales. Pero el labrador, legítimamente, quiere que se le compren las frutas y las verduras a un precio justo y digno, que pueda seguir viviendo del campo, cosa que actualmente no pasa; y los que habitamos en ciudad queremos continuar comprando en el mercado aquello que viene de los cultivos, y a la vez no queremos que sus precios suban excesivamente.

Hay quien quiere una tercera pista en el Prat para que aterricen más aviones y nos lleguen más mercancías, y para que haya más vuelos de salida y beneficie a las exportaciones. Hay quien se niega a la ampliación del aeropuerto aduciendo la existencia de estaños y de aves.

Algunos piensan que hay que desenterrar a los muertos de las cunetas, para identificarlos, darles digna sepultura y recordarles. Otros piensan que no es necesario remover el pasado, sobre todo cuando este pasado se refiere a la Guerra Civil y a la dictadura.

Unos abren la puerta a los inmigrantes porque les falta mano de obra. Otros nos dicen que las personas migradas quitan el trabajo y las ayudas a los autóctonos. Unos los acogen porque creen en el cosmopolitismo y la diversidad. Los otros los quieren echar cuanto antes mejor. Unos, bajo el amparo de la libertad de religión, autorizan la construcción de mezquitas; los otros las quieren derrocar sí o sí.

Por un lado, hay quien piensa que el catalán está en horas bajas, a un pelo de la desaparición; y quieren implementarlo en la escuela, en los medios y en la función pública. Por otro lado, hay quien opina que hay demasiada lengua catalana y poco castellano; y hacen todo lo posible para impedir su crecimiento en la educación, en la televisión pública o en la administración.

En definitiva, vivimos bajo el gobierno de unos políticos la gestión de los cuales si beneficia a unos a la vez perjudica a otros. Si alegra a una mitad, excita a la otra mitad. Si contenta al 50%, a la vez provoca la protesta altiva del otro 50%. Como la metáfora de la manta insuficiente: si me tapo el cuello, se me enfrían los pies; y si me tapo los pies, se me enfría el cuello.

Se busca con urgencia fabricante de mantas de dimensiones generosas.

(Visited 16 times, 1 visits today)
Facebook
Twitter
WhatsApp

avui destaquem

Deja un comentario