Contra la ilusión… y otros engaños

Encontramos a menudo el término «ilusión» en los escritos, proclamas, discursos, programas, sobre todo electorales. Parece un incentivo incuestionable para motivar al personal. Desgraciadamente y con raras excepciones las ilusiones terminan en desilusiones.

De hecho, el diccionario la define como «un error de percepción, juicio o razonamiento provocado por una apariencia». En la cultura centroeuropea no suele utilizarse porque se considera sinónimo de fantasía, magia, «ilusionismo», (des)esperanza sin fundamento real, truco, engaño, conejo que sale de la chistera. Sin embargo, la clase política de nuestras latitudes, usa y abusa de la palabra, y del concepto falaz. Tozudamente y fracasada.

Susana Alonso

A base de fracasos reiterados, la «mayoría social» (término ambiguamente perverso e ilusorio) acaba en frustración, decepción, escepticismo, resignación, desafección. La buena gente cae en la trampa aunque no sea en su grado extremo y patológico como idea psicosis delirante.

Hoy la pérdida del lenguaje es una batalla pendiente y necesaria. De ahí la presente reflexión.

Hablamos de un motivo relevante de parto psicosocial, de resignación y por supuesto de una inmovilización, que abre todas las vías falsas de escape para huir de la realidad dura y compleja que sufrimos cada día más.

No es pues un disparate aludir aquí a la relación con la salud mental tan deteriorada y más actualmente. Con síndromes de angustia, depresión, apatía, abulia, hedonismo extremo, pérdida de interés, introversión, incomunicación, de aislamiento social entendido como contacto interpersonal y esencialmente presencial.

Dicha «revolución tecnológica», un avance incuestionable como instrumento al servicio-de, se convierte en imperativo y amo y señor nuestro. La aceptación rendida al rol impuesto de la cibernética, informática, robótica, o la propia «inteligencia artificial» (¿I.A. artificiosa?) nos hace desperdiciar su utilidad potencial maravillosa para convertirla en pura tiranía que nos deshumaniza y hace esclavas de un sistema que acabará con la especie y con el planeta.

La enajenación como forma de supervivencia lleva al egocentrismo radical al servicio de los otros «engaños» tentadores de los mercados: fugas esotéricas, sectarias, drogadicciones (de sustancias o de conductas), auto-represión, sumisión acrítica a la supuesta verdad única del sistema, redes y pseudo-vida on line, fragmentación de las reivindicaciones y luchas, mercantilización del mundo.

Con la diagnosis psicosocial es necesario encontrar, en legítima defensa, el tratamiento. Y es de cajón que lo primero será recuperar el verdadero significado de las palabras, hoy sistemáticamente parasitadas. Quiero decir hablar claro y comprensible, y razonar sobre VALORES Y PRINCIPIOS, no sobre el temario que se nos impone socialmente bajo enormes empresas de (in)comunicación. Los media. Asertivamente diciendo y debatiendo sobre lo que realmente nos importa, en individuos como personas y en colectivo como determinantes sociales.

Debemos sustituir la «ilusión» óptica, de azar, monetaria, siempre pasivas, por disposiciones activas como el entusiasmo, levantamiento, compromiso, alegría, tolerancia, equidad, solidaridad, sororidad, esperanza fruto del trabajo, pasión, cariño, fraternidad y AMOR en todas sus formas.

Hay que negarse a la autocensura sutilmente inoculada, y en su caso, pongo por ejemplo uno que conozco, tratar sin vergüenza sobre cuestiones menospreciadas: socialismo, república, federalismo, servicios públicos, salud, cultura, PAZ. En sus significados y concepciones reales (¡que no viene de rey sino de realidad!). Cambiar de entrada el titular, la carpeta, el temario que nos ponen de forma «natural» y acrítica.

Construir de forma urgente un verdadero FRENTE o Plataforma cívica y social por la resistencia empoderada frente a la agresividad del neoliberalismo rampante = impunidad del capitalismo letal.

Es aquí buen momento para recordar a nuestros maestros contemporáneos que hemos tenido el privilegio de disfrutar. Va por los dos enormes activistas, amigos y extraordinarias personas Josep Cabayol (SICOM) y Josep Martí (CAPS) cofundadores de la Marea Blanca de Catalunya.

No nos queda tiempo para más experimentos «ilusionantes».

¡SALUD! ¡Que es Luchar!

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