Carles Puigdemont es el cabeza de lista de Junts al Parlament de Catalunya. Ha prometido que volverá a Cataluña siempre y cuando tenga garantizada la elección a la Presidencia de la Generalitat. Asimismo, asegura que acabará el trabajo que dejó a medias en 2017, cuando proclamó la independencia y la retiró en unos segundos y ante la ofensiva judicial del Gobierno español de Mariano Rajoy se marchó de Cataluña y se instaló en Bruselas, donde ha ejercido de eurodiputado y ha marcado la estrategia de su partido, a pesar de no tener ningún cargo orgánico.
Ahora, después de siete años, Puigdemont asegura que todo volvería a otoño de 2017. Ni él ni sus partidarios se habrán dado cuenta que el mundo ha girado mucho desde hace siete años. Cataluña no es la misma. España no es la misma. Europa no es la misma. Al fin y al cabo, el mundo no es el mismo.
Más que su retorno cuando sea investido presidente, todo parece una estrategia de Junts, con Puigdemont al frente, con el objetivo de quedar el 12 de mayo por delante de Esquerra Republicana, su gran adversario en el mundo independentista. Faltará por ver si Puigdemont mantiene la aureola de hace siete años. Quizás habría que recordar que en las últimas elecciones donde ha liderado su formación desde 2017 no ha quedado primero. Faltará para ver (hablaremos de ello después del 12 de mayo) si el votante de Junts se mantiene fiel al 2017 o bien si ha evolucionado desde entonces.
Las más perjudicadas por la decisión de Puigdemont serán las otras formaciones independentistas clásicas, desde ERC a la CUP, mientras que cortará las alas al proyecto de su compañera en el Parlamento europeo, Carla Ponsatí. Y falta pora ver si la ultraderecha independentista de Sílvia Orriols se queda como un producto localista o bien su discurso penetra electoralmente en el resto de Cataluña.
Hoy por hoy, el discurso de Puigdemont evoca más a tiempos pasados que no al futuro. Más bien sería como aquella película, El día de la marmota (1993), cuando cada día vuelve a ser el día de antes y el futuro no llega nunca.
Una pregunta ingenua: ¿A que se dedicará Puigdemont si no es investido presidente y no es eurodiputado?
1 comentario en «El día de la marmota»
Puigdemont, hijo de un pastalero, no es un hijo de la burguesia catalana con influencia y poder. Es un «buscavidas» y lo ha demostrado, casi sin terminar ninguno estudios. Un gran ego, y a lo suyo. Periodista en su primer momento sacando mucho dinero de publicidad, despues en prensa seria, despues alcalde, después President. Ese además ya no necesita buscarse más la vida. Ese ya se la ha ganado.