Puigdemont, Pedro J. y la prisión

Los catalanes estamos acostumbrados a la mentira y la manipulación periodística. La venimos sufriendo desde hace muchos años en TV3, Catalunya Ràdio, RAC1, el ARA, El Punt Avui y un puñado de digitales en cuanto a la promoción del independentismo y la marginación y desprecio de las opciones alternativas. No es necesario entrar en detalles. Todos los conocemos y ya nos hemos hecho a la idea de que las cosas son como son y que algún día el periodismo honrado volverá a imperar en Cataluña.

Pero que nos tomen el pelo y se burlen de la ciudadanía para avanzar hacia la independencia que desean quienes fomentan esta manipulación es un juego de niños comparado con la que hicieron Televisión Española, Radio Nacional de España, El Mundo, la COPE o Telemadrid a raíz de los atentados del 11 de marzo de 2004 en los trenes de Cercanías madrileños. La derecha española temió que los atentados yihadistas tuvieran como consecuencia que los ciudadanos llamados a votar tres días después castigaran con su papeleta al Partido Popular que había llevado el país a participar en la guerra en Irak. Al Qaeda y su líder Osama Bin Laden habían pedido sus células que atentaran contra España. Lo hicieron y los terroristas yihadistas mataron a 192 personas e hirieron a cerca de 2.000.

Mentir y manipular la información para conseguir la independencia es una cosa, mentir y manipularla sobre unos atentados que causaron una masacre humana de esa magnitud es mucho peor.

Ni los promotores de la desinformación en Catalunya ni quienes difundieron la versión conspiranoica de los atentados en Madrid, atribuyéndolos a ETA, han reconocido su comportamiento lamentable. Tampoco han pedido perdón.

No faltan ni en un bando ni en el otro los que dicen que volverían a hacerlo. Que haya quien diga que es necesario volver a proclamar la independencia saltándose las leyes vigentes y con la oposición de más de media Catalunya es una lata. Que haya periodistas y políticos que mantengan todavía hoy que ETA tuvo que ver con los atentados del 11-M es más grave. Es un insulto a los padres, madres, hermanos, hijos, compañeros, compañeras de los muertos y heridos en esa acción terrorista. Al conjunto de la sociedad. Con sus mentiras y manipulaciones han hecho mucho daño, mucho. Todavía lo hacen.

En las manifestaciones contra la amnistía a los independentistas procesados y condenados por su participación en el ‘procés’ es frecuente escuchar gritos de “Puigdemont a prisión”. Yo no lo he gritado nunca pero me quedaría sin voz gritando que encierren en prisión a Pedro J.Ramírez, Federico Jiménez Losantos, Alfredo Urdaci y todas esas personas sin escrúpulos que han protagonizado desde hace 20 años una ignominia que ha ensuciado y ensucia la historia de España y su periodismo.

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