Laporta ya se enfrenta a un cierre con pérdidas ordinarias de 100 millones

Contrariamente a la previsión de dar beneficios por primera vez en su mandato, ya se apunta a otro descalabro histórico que puede ser mucho peor si se acaba confirmando la incidencia por la reversión de la operación Barça Studios

Joan Laporta, presentant Cancelo i Joao Félix

Joan Laporta ha izado, de repente, la bandera del equilibrio económico para el futuro, resaltando la necesidad de disponer de una base de jugadores de casa como la única forma de evitar el gasto excesivo en fichajes. No le queda otra. La noticia de que el club podía estar en este momento 30 millones por debajo del presupuesto recorrió las redacciones la semana pasada, vinculada, por boca de algún directivo que se fue de la lengua, al poco tirón de Montjuïc, que si se va llenando es porque se regalan miles de entradas y los precios se promocionan con descuentos superiores incluso al 50% en determinados casos. En el inicio de esta nueva semana esa previsión ha sido superada negativamente, según un informe de La Vanguardia, realmente aterrador, donde se cifran las pérdidas ordinarias a 30 de junio próximo en 100 millones. Una monstruosidad que contrasta desde luego sobre un cálculo presupuestario de 9 millones de beneficios y la promesa, banal y frívola como todas las de Laporta, de haber alcanzado para esta temporada, finalmente, el equilibrio entre gastos e ingresos.

La información de La Vanguardia apunta, además, a la posibilidad de que se registre una incidencia aún más grave derivada de la desgraciada venta incompleta de Barça Studios, que evalúa en un riesgo añadido de 200 millones más el responsable del área de economía, Manel Pérez, firmante del artículo sobre la salud económica azulgrana al tercer año de mandato de Laporta tras referirse primero a la cronificación de los números rojos (-200 millones) en los balances a lo largo de este corto mandato: “Unas pérdidas que no solo impiden devolver deuda; la elevan inexorablemente. Solo la venta de joyas de la corona evita una realidad aún peor. Una de las carpetas que ha generado más escepticismo hacia la gestión de Laporta -explica- es la fallida salida a bolsa de Barça Media. Pese a que no se ha producido, el club se ha anotado beneficios de 408 millones. Fenómeno milagroso si se tiene en cuenta que la empresa sobre la que se asentaba el desembarco en el parquet de Nueva York y que debía “acelerar el crecimiento de la estrategia audiovisual y blockhain, NFT y Web3”, facturaba en el 2021 una suma simbólica: 470.000 euros”.

Razona que, si al impago de Libero se acumulan los 60 millones del segundo plazo, que debería hacerse efectivo el 15 de junio próximo, y la regularización del valor de la compañía según lo decida el auditor, las pérdidas podrían elevarse a los 300 millones y Laporta verse abocado a la necesidad de aumentar la deuda o de renegociarla, momento clave y dramático en que los inversores/acreedores pueden plantearse asumir el control de la gestión del club de forma indirecta.

Esa es la explicación del cambio de discurso sobre la orientación deportiva del primer equipo por lo que respecta a los refuerzos. “Para que el club sea viable y sostenible, tanto deportiva como económicamente, la apuesta por la gente de casa es muy importante. Siempre hemos tenido éxito cuando el equipo ha estado mayoritariamente formado por gente de casa con refuerzos de primer nivel”, dijo el presidente la semana pasada, pocos días después de haber obviado, y se podría decir que hasta negado, esta directriz a la hora de proyectar sus planes para el verano próximo. “Vamos a cumplir el presupuesto, solucionar el problema de Libero -el impago pendiente de 40 millones desde junio de 2023- y podremos ir al mercado bajo la regla 1:1 y así poder reforzarnos mejor”, repitió en su última entrevista/homilía de RAC1, con la cabeza puesta, evidentemente, en los fichajes de Joao Félix y Joao Cancelo como prioridad.

Claro que esa línea de actuación, la que de verdad le pide el cuerpo a Laporta, el presidente que clamó “¡Hemos vuelto, que tiemble Europa!” cuando pagó 60 millones al City por Ferran Torres en diciembre de 2021, fue antes de saber que LaLiga le iba rebajar el margen salarial de 270 millones a 204 millones, poniendo al descubierto el auténtico estado de degradación y precariedad galopante de las cuentas azulgrana.

La verborrea de ahora es oportunista, coyuntural e interesada, pues cuando presume de cantera y afirma que “en el Barça siempre hemos apostado por el talento desde muy jóvenes, por la formación, única en el mundo, por los jóvenes y por una Masia que es referencia a nivel mundial porque ese es uno de nuestros puntos fuertes y nuestro fundamento”, lo que Laporta está queriendo tapar es que, a la fuerza y no por su deseo expreso, en el mercado que viene lo que está obligado a abordar son traspasos de los jugadores con mejor mercado, tipo Frenkie de Jong, Araujo o Pedri, que por edad y potencial pueden dejar dinero fresco, si es posible antes del 30 de junio, para salvar el cierre del ejercicio.

Laporta fue quien, en su primer mandato, destinó el dinero presupuestado para terminar la Ciutat Esportiva de Sant Joan Despí a fichajes más que medocres, dejando por construir, como estaba previsto, el nuevo edificio de la Masia, que no se pudo levantar ni inaugurar hasta la presidencia de Sandro Rosell, y eso a pesar de heredar de Laporta un patrimonio negativo de 59 millones, una deuda superior a la facturación y ni un euro en caja para pagar las nóminas, algunas atrasadas. Ni Joan Gaspart había recurrido a algo tan cobarde y zafio como negarle el dinero al fútbol base.

Siempre ha sido así en realidad, pues el propio ‘Círculo Virtuoso’ no se basaba en la Masia, sino en fichar cracks para ganar títulos y dinero para seguir fichando a los mejores del mundo, que es lo que se ha dedicado a hacer Ferran Soriano con miles de millones que no provienen precisamente de la gestión ordinaria sino de trampas contables como es sabido y denunciado por la UEFA y la Premier.

Si se hace memoria, ninguno de los jugadores de casa del mejor equipo de la historia, el Barça de 2008-09, lo fichó Laporta, ya estaban en el club cuando él accedió a la presidencia en 2003, lo mismo que ahora ha ocurrido con Ansu Fati, Gavi, Lamine Yamal, Cubarsí, Fermín, Balde, Marc Guiu, Hector Fort y el resto de los canteranos que le han servido a Laporta para ganar dinero a base de traspasos como Nico, Ilaix Moriba, Jutglà, etcétera. También, claro está, los casos de Araujo y Pedri, que se los encontró a punto de explotar dentro de la misma ‘herencia’ que arrastraba cargas y dificultades, como el terrible impacto de la pandemia y errores de gestión junto con las ‘perlas’ de la cantera, el Femení y el resto de la base de las secciones deportivas, extraordinariamente competitivas.

Lo que sí hizo la nueva junta de Laporta nada más aterrizar fue despedir, al completo, al staff técnico responsable de haber formado esta nueva generación que ahora vuelve a ser, como en 2008, la única salvación para mantener un cierto poder competitivo la próxima temporada u otro recurso que vender para evitar males mayores a una economía destrozada por la descuidada administración laportista. Sería triste, en cualquier caso, traspasar a Araujo o a Cubarsí para solucionarle a Mendes dos de sus problemas, Joao Félix o Joao Cancelo.

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