García-Castellón insiste que Tsunami era un “grupo terrorista”

La teniente fiscal María Ángeles Sánchez Conde y las autoridades suizas enfrían la contundente imputación formulada por el magistrado de la Audiencia Nacional

L'expresident de la Generalitat i eurodiputat de Junts, Carles Puigdemont

“Meras conjeturas o sospechas”. Así ha calificado la teniente fiscal del Tribunal Supremo, María Ángeles Sánchez Conde, los intentos del juez Manuel García-Castellón de imputar delito de terrorismo a Carles Puigdemont i Ruben Wagensberg, ambos expatriados de España y residentes en Bélgica y Suiza, respectivamente. El posicionamiento de Sánchez Conde, alineada con el Gobierno de Pedro Sánchez, es un torpedo a la junta de fiscales del Tribunal Supremo, que por mayoría determinó que hay indicios suficientes para, al menos, hacer una investigación por terrorismo por el papel de los dos en la organización de Tsunami Democrático.

En solo 24 horas, el juez recibía dos varapalos: uno de parte de la teniente fiscal; y otro de parte de la justicia suiza, que le negaba la ayuda para investigar Marta Rovira, también implicada en el sumario y residente en Ginebra. El peor del caso es que el Ministerio de Justicia de Suiza rechazó una reunión de coordinación con la justicia española para resolver cualquier duda sobre la comisión rogatoria, que también pedía datos de una cuenta de CUMBRE Banque Genève-*Wollerau-Lugano, controlado supuestamente por Marta Rovira y que podría haber servido para financiar actividades de Tsunami.

La imputación de Rovira adquiere una dimensión política gracias a la interferencia de los poderes ejecutivos de España y de Suiza en el procedimiento judicial. El país helvético denegó ayuda al juez García-Castellón, alegando que es un asunto político. Pero quien lo dice no es un juez, sino un político. Y, como acusa después el magistrado español, “se tiene que subrayar en la respuesta en Suiza la incongruencia que se advierte en la redacción de la petición, puesto que por un lado el remitente refiere un pretenso trasfondo político de la solicitud de cooperación judicial y, simultáneamente, el remitente se interesa de manera chocante sobre una cuestión de naturaleza eminentemente política, aliena al estricto marco jurisdiccional en que tiene que ventilarse esta clase de solicitudes”.

“Este magistrado ha desarrollado gran parte de su carrera profesional en el ámbito de la cooperación judicial internacional, y ha servido como magistrado de enlace de España en las repúblicas de Francia e italia. La experiencia acumulada permite afirmar que la cooperación judicial se basa en el principio esencial para el buen funcionamiento de los mecanismos existentes, la confianza entre las autoridades a la hora de atender lo que se solicita”, relataba el magistrado en un escrito este 21 de febrero, después de la negativa de las autoridades helvéticas a facilitarle información.

García-Castellón recordaba que sus 17 años ejerciendo funciones internacionales son suficientes para saber los problemas a los cuales se enfrentaba, y solicitó una reunión “de carácter urgente” con Guillaume Rousseau, representante de la Oficina Federal de Justicia de Suiza, el 27 de noviembre pasado, entre las autoridades suizas competentes y la representación de España en Eurojust, que es la agencia europea a través de la cual se dirimen los conflictos. Suiza hizo el sordo y no contestó.

Más allá de las motivaciones formales, el juez de la Audiencia Nacional dispone de varios informes de la Guardia Civil, el Cuerpo Nacional de Policía, los Mossos d’Esquadra y la Guardia Urbana de Barcelona en que se califican las acciones de Tsunami Democrático del otoño del año 2019 de “actos terroristas”.

Puigdemont, en la cúspide

En un extenso informe de la Guardia Civil se implican los principales encausados en los “graves disturbios, así como significativos perjuicios económicos y de orden público” en el último tercio del año 2019. Sitúa a Carles Puigdemont en la cúpula de la organización, y después Marta Rovira i Xavier Vendrell. Junto a Puigdemont, hay el jefe de su oficina, Josep Lluís Alay. “Alay es el nexo de conexión entre la plataforma Tsunami Democrático y el expresidente del Gobierno catalán Carles Puigdemont”, dice el informe policial.

El dosier relata que Jesús Rodríguez Sellés da a Alay “novedades sobre la situación de Tsunami durante sus inicios, los actos preparativos y los apoyos que obtuviera la plataforma, buscando la aquiescencia de Puigdemont”. De este modo, la responsabilidad última de la estrategia y de los actos concretos de la organización seria del expresidente. Rodríguez se comunica con Alay a través de la aplicación Signal. El 20 de agosto del 2019, Jesús Rodríguez escribía en la mano derecha de Puigdemont: “El lunes 26 de agosto se darán a conocer los perfiles de la campaña Tsunami Democrático como respuesta a la sentencia del Tribunal Supremo. Supongo que desde Òmnium informarán directamente el presidente Puigdemont. Te lo avanzo porque tengas constancia”.

El lanzamiento de Tsunami se produjo con varios días de retraso, pero una cosa no quita la otra: Puigdemont estaba perfectamente al caso de lo que se estaba cociendo en los fogones de Tsunami. Jesús Rodríguez, el 22 de agosto de aquel año, comunicaba a Alay que “el grupo de coordinación de Tsunami” tenía dudas sobre la fecha de su lanzamiento como movimiento en las redes sociales, estudiando el 26 de agosto o el 30 de agosto, después de una cumbre en Ginebra, a la cual acudieron las cúpulas de Junts, ERC y la CUP, el presidente Quim Torra, delegaciones de la ANC y de Òmnium Cultural y Arnaldo Otegi. Lo que pedía Rodríguez era “trasladar la duda al presidente” para dejar en sus manos fijar la fecha. Finalmente, la plataforma se lanza el 2 de septiembre, después de la cumbre. Al cabo de pocos minutos de darse a conocer, Marta Rovira emitió un tuit apoyando Tsunami. También la portavoz de ERC, Marta Vilalta, reconoció aquel día que en la cumbre no se concretó una estrategia común, “pero sí que consiguieron ponerse de acuerdo en el apoyo a Tsunami Democrático, que aquel mismo día publicó su primer comunicado”.

Hay otro detalle que apuntala los intereses comunes de Òmnium y de Puigdemont: Alay, según el informe citado, “ejerce de enlace con la comisión o los encargados de la gestión económica de la plataforma Tsunami Democrático, como Jaume Cabaní. Esta afirmación se confirma con las conversas (a través de mensajería) que el investigado mantenía con Nicola Foglia, que dice que quiere realizar una aportación económica, pero que previamente se pone en contacto con Alay, porque este le defina la manera de hacerlo y la persona de contacto”.

El italosuís Foglia era un exbanquero defensor del independentismo que aportó dinero para pagar los gastos del asalto al aeropuerto del Prat el 14 de octubre del 2019. El dinero fue ingresados en una cuenta suiza que controlaba Cabaní, y que Alay facilitó a Foglia. De esto se deduce que Cabaní tenía que ver con el área financiera de Tsunami (de hecho, se le interceptaron mensajes sobre la recaudación de fondo). Pero, al mismo tiempo, ejercía como contable de Puigdemont, como encargado de montar la fontanería opaca para que el expresidente pudiera recibir fondos sin fiscalizar a Waterloo: y, por otro lado, también trabajaba por Òmnium Cultural y fue quién montó parte de la estructura de esta entidad en Bélgica.

El informe detalla, pues, que cada miembro de Tsunami tenía perfectamente asignadas sus funciones, cosa que le confiere la característica de una organización jerárquica y estructurada, compatible con la calificación de “grupo terrorista”. Además, sus miembros disponían de tecnología de camuflaje para intentar evitar el control policial en sus comunicaciones o en sus acciones.

El papel de Marta Rovira

El informe explica que Xavier Vendrell se comunicaba con Marta Rovira a través de la aplicación Threema, y “que utiliza el pseudónimo de Matagalls. De estas comunicaciones se observa que Vendrell está encuadrado en la organización de la plataforma Tsunami Democrático, y que es el encargado de impulsar o dirigir los inicios de la plataforma, puesto que muestra un conocimiento previo de las acciones que se llevaron a cabo y que fueron minuciosamente ideadas y planificadas”. Además, no descarta que pueda ostentar el “posible papel de ideólogo del movimiento”.

De lo que no cabe más duda es que Vendrell, exsecretario de Organización de ERC y ex consejero de Gobernació, ejerce “un cargo directivo y con mando sobre las diferentes personas que integran Tsunami. Este punto se demuestra con las expresiones que usa Vendrell como, por ejemplo, en un mensaje del 5 de octubre del 2019, a través de Threema, con el usuario Matagalls [Marta Rovira], en la cual Vendrell afirma: ‘Mi gente puede hacerlo sin el apoyo de la estructura, pero no con la estructura en contra’. En esta misma línea, pero en otra conversación mantenida por Threema con Matagalls, esta le indica que se está reclutando gente para hacer ‘vuestra acción’, en referencia a las acciones de Tsunami”.

Otra cosa es si los hechos que se le imputan pueden considerarse “actos de terrorismo”. Para los investigadores, sí. “Intentaron derribar un helicóptero con bengalas, intentaron tomar al asalto y violentamente el aeropuerto, una infraestructura básica, intentaron quemar un coche de policía con agentes adentro, atacaron agentes con cócteles Molotov y con armas contundentes, sembraron el terror en las calles de Barcelona, intentaron asaltar edificios oficiales, intentaron forzar la derogación de la Constitución e intentaron causar el mayor daño económico posible al Estado. Estos extremos se incardinan dentro de los supuestos actos de terrorismo”, explica a EL TRIANGLE una fuente próxima a las investigaciones.

Esta multiplicidad de actOs es lo que confiere a la plataforma Tsunami Democrático una dimensión para calificarla de “grupo terrorista”. El mismo juez García-Castellón, en su respuesta a Suiza de este mes de febrero, alerta que “la actuación de este grupo u organización no se circunscribe a un solo acto, como se describe a la comisión rogatoria internacional remitida, sino que abraza varias acciones, que se ven interrumpidas por la crisis sanitaria de principios del año 2020 y que tratan de reactivarse, sin éxito, a mediados del año 2020”.

En un acto anterior, el magistrado ya recogía que la creación de Tsunami no era flor de un día, sino que tenía una intención más contundente. Su estrategia se enmarcaba “en una serie de acciones planificadas para la desestabilización, encaminada como fin último a conseguir la independencia de Cataluña”. En esta empresa lo ayudarían los comités de defensa de la república (CDR). “Tenemos que recordar que las movilizaciones de Tsunami coincidieron en el tiempo con los hechos investigados en el sumario 5/2021 de este juzgado central, donde, segundos se desprende de la acusación formulada por el fiscal, los indicios han permitido constatar que un grupo de CDRs estaban planificando la comisión de atentados mediante el uso de explosivos, y que se calificó como de pertenencia a organización terrorista”.

Todas estas visiones claras y diáfanas del ministerio público, en su momento calificadas de actos terroristas, ahora se ven de forma totalmente contraria, después del pacto de Pedro Sánchez con Carles Puigdemont a cambio de los siete votos de JxCat para la investidura del socialista como presidente de Gobierno. Lo que antes eran hechos claros, ahora son “meras conjeturas”. El enfrentamiento del fiscal general del Estado y de la teniente fiscal del Supremo con los fiscales que están al pie del cañón proyectan una imagen lamentable que resta credibilidad y fiabilidad a una institución que tendría que velar por el interés público, lejos de las directrices políticas. La lacra de la politización de la justicia en España es mucho más acusada que la judicialización de la política.

Puedes leer el artículo entero al número 1566 de la edición en papel de EL TRIANGLE.

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