Dos años de guerra en Ucrania, hace treinta del genocidio de Ruanda, ahora el de Gaza…

El 24 de febrero de 2022, el ejército ruso invadió y empezó a bombardear Ucrania. Cientos de miles de personas han muerto a raíz de esta invasión. Millones han huido del país. Entre el 7 de abril y el 15 de julio de 1994, entre medio millón y un millón de personas de la etnia tutsi o moderadas de la etnia hutu fueron asesinadas por el ejército hutu de Ruanda. Han pasado treinta años. El pasado 7 de octubre, guerrilleros de Hamás entraron en Israel y mataron a unos 1.200 ciudadanos y se llevaron a más de doscientos secuestrados. Israel ha respondido bombardeando la Franja de Gaza. Ya hay más de 30.000 muertos. Hay muchas más guerras y conflictos en el mundo. ¿Qué falla en el ser humano, qué falla en la construcción de nuestras sociedades para que asistamos continuamente a estas tragedias?

En todas partes hay voces que avisan, denuncian y combaten la violencia. Hay pacifistas en Rusia, Ucrania, Israel, Palestina, Ruanda y en cualquier lugar donde estallan acciones terroristas, guerras, genocidios.

La codicia por el dinero, por la propiedad de la tierra, por los productos valiosos, por el petróleo, los nacionalismos, los fanatismos religiosos, el miedo a los que vemos como diferentes, hacen que la voz de quienes apuestan por la paz, el diálogo, la solidaridad, la cooperación, la mano tendida, no se escuche bajo los gritos de quienes proclaman, exigen e imponen la violencia para resolver los conflictos con disparos y bombas.

En las calles de medio mundo se pide la comunidad internacional que frene estas guerras, estos genocidios. Pero parece o es impotente. Hace unos días estuvo en Barcelona Scholastique Mukasonga. En un encuentro con periodistas en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona, esta ruandesa de etnia tutsi nos habló de su libro “Nuestra Señora del Nilo” (Editorial Minúscula). Refleja la tensión étnica y el clima de violencia que llevó al genocidio de 1994. Atribuye parte de la responsabilidad de aquella catástrofe humanitaria a una comunidad internacional más pendiente de salvar a sus representantes en Ruanda que de la vida de los cientos de miles de personas que fueron asesinadas.

Nos duele la inoperancia de la comunidad internacional para frenar la venganza desproporcionada de Israel por el ataque de Hamás. Y recordamos cómo esta comunidad internacional dejó abandonados a los españoles demócratas que lucharon contra la rebelión franquista. En Barcelona hubo una manifestación contra la invasión rusa el sábado y otra contra el genocidio palestino.

Le pregunté a Mukasonga si creía que Ruanda podía volver a sufrir un genocidio como el de hace treinta años. «No creo que pueda responder a tu pregunta», me dijo.

¡Me heló la sangre!

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