Humanos del Olimpo

Ayer llovió. Lo hizo poco, pero fue suficiente para dividir los ánimos: los que decían “por fin” y los que maldecían que lo hiciera ahora, que hay carnavales y hay que salir con el disfraz a la calle. Esta situación es, a pequeña escala, lo que creo que está pasando en todo el mundo. Nos encontramos en un momento de polarización y de lucha entre dos conceptos de vida contradictorios y que no pueden coexistir, y desgraciadamente parece que está ganando el bando de los que creen que los humanos somos dioses y que, por lo tanto, estamos protegidos de cualquier sandez que hagamos contra la naturaleza.

Nos encontramos en emergencia por sequía, y la ACA ya ha informado de que en Semana Santa podríamos entrar en emergencia II, y que, si continúa sin llover, pasaremos a emergencia III en octubre.

Ahora nos piden que nos duchemos en 3 minutos. Lo hago, y recojo el agua que gastamos antes de que salga caliente, y que hasta hace poco, lo reconozco, dejaba colar por el agujero sin sentimiento de culpa. Ha sido una terapia de choque para descubrir el lujo en el que vivía hasta ahora. Y es que no somos conscientes porque abrimos el grifo y por arte de magia tenemos agua, pero resulta que este bien no es ilimitado. No lo es, como no lo son otras muchas cosas que utilizamos como si lo fueran.

Pero… ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? ¿Cómo no se ha intentado concienciar a la ciudadanía antes de la situación en que vivíamos? ¿Por qué se habla con la boca pequeña y con miedo de temas que tenemos que afrontar todo el colectivo? Y sobre todo, ¿cómo no se han tomado medidas reales para prevenir antes de tener que curar? Ya hemos vivido otras sequías, pero muchos de los deberes se encuentran por hacer. Hacemos un Pleno de sequía a finales de febrero cuando ya nos encontramos con las reservas de agua por debajo del 16% y cuando las soluciones tecnológicas como son la construcción de potabilizadoras o desalinizadoras no son inmediatas. ¿Y tenemos que llevar ahora barcos para poder subsistir? ¿Y de verdad que la mejor opción es la de reducir los caudales de los ríos?

¿Qué nos hemos pensado que somos? ¿No entendemos que tenemos que dejar de explotar los recursos y avanzar hacia un estilo de vida que no suponga destrozar nuestro alrededor? Y ya no pido que sea por altruismo. Es que ya la situación es tan grave que hace falta esto para garantizar nuestra propia supervivencia. Tengo un hijo de 9 años y me angustia mucho el mundo que le estamos dejando: contaminado, sin recursos y dividido. Y si no cambiamos el chip y empezamos a ver que la cosa no va solo de un mismo, de mantener los lujos que consideramos derechos, de tener éxito a base de acabar con aquello que en realidad nos da vida, de seguir manteniendo esta estructura capitalista extrema que es como un agujero negro que se lo come todo, no saldremos adelante.

Desgraciadamente, el cambio hacia una sostenibilidad que, no es necesaria, sino que es imprescindible, lo veo muy negro, porque además vivimos en una era de indignación y gritos que da fuerza a la irreflexión y al populismo, y porque parece que nuestros gobernantes están pensando más en las próximas elecciones y en no incordiar al posible votante, que en tomar decisiones que realmente sirvan para gobernar para el bienestar de los ciudadanos.

Desgraciadamente, soy escéptica porque lo que veo a mi alrededor me lleva a pensar que nuestro individualismo y egoísmo nos lleva a preferir nuestros excesos. Un ejemplo, el cierre del restaurante de La Mola, en el parque natural de Sant Llorenç del Munt, para evitar la degradación del entorno y mantener el parque. El anuncio causó que se hicieran manifestaciones con gritos de “nos quitan la Mola” y “la Mola es de todos”. Pero, que yo sepa, que cierren el lugar donde pagas para comer la butifarra no impide que puedas subir a la montaña a disfrutarla. ¿O es que lo que quieres disfrutar es del almuerzo?

(Visited 11 times, 1 visits today)
Facebook
Twitter
WhatsApp

avui destaquem

Deja un comentario