¿El agua no cae del cielo? ¡De dónde, si no!

Estas pasadas fiestas, muchos villancicos que recibí hacían referencia a “buenas fiestas y que llueva” o “buen año y que llueva”. Cabe decir que mi entorno más inmediato por lugar de residencia es el Alt Empordà y seguramente la extrema sequía que estamos sufriendo en esta comarca ayudó a aumentar este deseo. Legítimo deseo, pero turbulento si rascamos un poco.

Por las mismas fechas, el director de la ACA (Agencia Catalana del Agua), hacía una crítica explícita (nada diplomática, para lo que nos tiene acostumbrados), a la indiferencia que hay con la sequía en la Cataluña urbana (…). Teniendo en cuenta que en las mismas declaraciones hacía mención también al Barça y a los gimnasios, no hace falta decir hacia dónde apuntaba el disparo este señor de los barcos: a las ciudades, donde ni se ahorra agua, ni se vota bien… En el campo, en “comarcas”, a nivel rural, sí se están haciendo los deberes (…). Aquí sí se vota bien. No hace falta recordar la película “Alcarràs”, para ver que seguimos avanzando hacia el precipicio, mientras hacemos fetichismo de la naturaleza y oportunismo con el mundo rural.

Susana Alonso

También tenemos en paralelo, la campaña, de hecho publicidad institucional, de la Generalitat «El agua no cae del cielo». Por cierto, hubiera sido mucho más oportuno dedicar la última Maratón de TV3 a concienciar (y recaudar también) y no a seguir engordando las arcas privadas de fundaciones y centros de investigación, que parecen ser pobres famélicos del “Congo”, pues es evidente que necesitamos muchos millones para desaladoras, regeneradoras, reforma a fondo de instalaciones obsoletas, tuberías, depósitos, etc. ¿Tiene sentido esta publicidad para sensibilizarnos qué tenemos que ahorrar agua? Alguien cree que a base de anuncios la población se motivará para ahorrar agua, si en alerta podemos consumir 220 litros persona/día y con emergencia ¿podremos consumir 200 litros persona/día? Da risa y pena a la vez. Como no es creíble la emergencia climática declarada hace 5 años, con constantes informaciones catastrofistas sobre el clima, y que a su vez el nivel de inacción climática en Cataluña sea clamoroso y en el Alt Empordà digno de ser llevado a los tribunales (recordemos que aquí todavía el 99% de la energía consumida es fósil y parece que nadie correlaciona emisiones, calentamiento, contaminación y sequía).

De estos ejemplos quiero remarcar a quienes han felicitado las fiestas, especialmente en el Empordà, con el deseo de que llueva. Se da el caso de que la mayoría de personas que felicitaron las fiestas con el “y que llueva”, que queda muy bien, son personas muy representativas de los grupos, colectivos y plataformas contrarias al despliegue de parques eólicos y solares. Es curioso que estas personas, referentes en sus ámbitos y conocidas en el Empordà, pasen por alto constantemente, permanentemente, siempre, el nivel de energía fósil que se consume (repito un 99% en el Alt Empordà, un 98% en la demarcación de Girona, líderes en Europa), donde se encuentra uno de los epicentros de temperatura media más elevada de España por encima del 1,5º -Acuerdos de París-, en concreto un 3,1º, el otro se encuentra entre la Garrotxa y el Ripollès, con 3,2º, y no haya ningún escándalo, ni manifestación ecologista, ni científicos que se encadenen o nos alarmen.

Silencio sepulcral también en torno a la AP-7, por ejemplo, dado que esta carretera al infierno, una auténtica chimenea de CO2, soporta a la altura de La Jonquera, 9.000 camiones diarios yendo y 9.000 volviendo. También, en paralelo, mar adentro, tenemos una anomalía que parecen ignorar estas patums ampurdanesas, y es que fruto del cambio climático regional, producto de las emisiones que en parte provocan los 250 millones anuales de turistas que vienen a la orilla mediterránea (con cuota aparte en Girona Costa Brava) las corrientes marinas en el Mediterráneo occidental y en el Golfo de León, están cambiando el clima del cabo de Creus, Empordà, Gironès, etc., donde ahora, por cierto, publicitan como atracción la anomalía de encontrar tintoreras (especie de tiburón) en el cabo de Creus, cuando en realidad es síntoma de graves anomalías en el mar. En fin, al borde del colapso climático, energético e hídrico y seguimos haciendo «fiestas» animalistas y paisajistas. Por cierto, ¿estas patums tampoco ven los kilómetros y kilómetros de bosque con procesionaria del pino que asolan el Alt Empordà, Garrotxa, Ripollès, etc.? ¡Pasen, pasen!…

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