La última crisis a la que se enfrenta a la Generalitat ha llegado de la mano de los resultados del informe PISA. Cataluña ha quedado por debajo de la media española y europea, y la catástrofe política estaba servida. La reacción del Govern, lejos de hacer autocrítica y plantear medidas concretas, fue errática. Altos cargos de Educació atribuyendo los resultados a la sobrerrepresentación de la inmigración, la rectificación 24 horas más tarde sin asumir responsabilidades, y comparecencias públicas de la consellera, Anna Simó, que han encendido más los ánimos de la comunidad educativa.
Desde dentro del Govern se reclamaron cambios y giros contundentes, y Simó rechazó intromisiones. Sin embargo, este cuestionamiento está poniendo en peligro a la propia consellera, que podría ver cómo acaba cesada si la situación no se endereza.
