«La derecha, utilizando la demografía, proyecta el discurso del odio»

Entrevista a Andreu Domingo

Demógrafo. Doctor en Sociología. Subdirector del Servicio de Estudios Demográficos, de la UAB, y miembro del Institut d’Estudis Catalans (IEC). Se ha dedicado profesionalmente al estudio de las migraciones internacionales, y a hacer teoría sobre la población. Entre sus publicaciones destaca Demografía y posverdad. Ahora sale a las librerías La coartada demográfica. Y el discurso de la involución (Icaria Editorial)

¿Qué quieres contar respecto a la coartada demográfica, que instrumentaliza la derecha, ahora con especial virulencia?

Quiero contar como se ha instrumentalizado la demografía para alimentar, justificar y construir discursos que, genéricamente, llamo de la involución (que son muy conservadores, y de extrema derecha) en todo el mundo.

¿Volvemos, pues al famoso “peligro amarillo”, metáfora racista, que ha generado ríos de tinta, a lo largo del tiempo?

De hecho, la utilización de la demografía por los movimientos de extrema derecha y más conservadores es muy antigua, y coincide con la transición demográfica. A finales del siglo XIX y principios del XX, la bajada de la fecundidad, sobre todo, hizo que en países como Francia se achacase a no poder haber tenido un imperio comparable a otros países, haber perdido la guerra con Rusia, o haber acabado mal la aventura en México. El nacionalismo francés cree que es el número lo que da fuerza al Estado. Ligan el nacionalismo al natalismo. Por otro lado, al principio del siglo XX, sobre todo en los países anglosajones, y después en todos los países europeos, lo que les preocupa no es tanto la cantidad como la calidad, con el discurso eugenista. Ponen en relación la baja de la fecundidad de las mujeres blancas, inglesas o estadounidenses, con el peligro de la contaminación racial, con la población negra o emigrada, que la ven sospechosa. 

¿Teñido todo ello de racismo, versus políticas extremas, como las del nazismo?

Ahí empiezan las primeras políticas sobre elección étnica de la emigración, y está en el origen de toda una literatura supremacista que utiliza la demografía. Algo que ha llegado hasta nuestros días. De hecho, después de la II Guerra Mundial y del descrédito de la política de Estado del régimen nazi, el racismo cae en descrédito. Pero vuelve la preocupación y el interés sobre la población que, entonces, pone el acento sobre su crecimiento en los países en desarrollo, y en los desarrollados. Esto está latente hasta que a finales de los años 60 y principios de los 70, con la crisis económica, vuelve a bajar la fecundidad en los países desarrollados. A ello se le añade el tema del envejecimiento de la población.

En el decrecimiento se hace alusión a la cuestión demográfica, como factor relevante en las cuestiones medioambientales ¿Podría conectar esto con los pretextos demográficos involucionistas o es harina de otro costal?

Son cosas diferentes. La población sigue creciendo en estos momentos, y se supone que lo hará hasta finales de este siglo, donde se podría estabilizar entre los ocho mil quinientos y los doce mil millones de personas. La gran diferencia con el pasado es que durante los años 70 llegamos a un crecimiento máximo de la población mundial, porque había una alta fecundidad. Ahora, en la mayoría de países del mundo está bajando la fecundidad. Lo que pasa es que, en países como los africanos, la estructura de la población es aún muy joven. La potencialidad para tener hijos durante los próximos 50 años sigue siendo muy grande. De todas maneras, el crecimiento de la población será muy diferencial porque mientras en Europa, por ejemplo, si sigue con las tendencias actuales, va a descender en población, África mantendrá un crecimiento, que será el más importante de todo el Planeta. Las proyecciones, en todo caso, están muy mediatizadas por avatares como las guerras, las catástrofes naturales, el cambio climático…, en algunos casos muy difíciles o imposibles de prever.

Más allá de las previsiones e incluso de los datos constatables, la demografía parece terreno especialmente abonado a la polarización, digamos cultural, ideológica…

En el discurso del ecologismo (cuando, en 1968, Ehrlich acuñó el enunciado ”bomba demográfica”) había bastantes autores, procedentes de un conservacionismo de derechas, que calculaban que había un excedente de población, y pensaban que había que intervenir en el Tercer Mundo, para ponerle remedio. Esto ha ido evolucionando y la cuestión es que los ecologistas radicales hablan de un óptimo de población, que creo la reducen a 4.000 millones. La pregunta es ¿Cómo hacer tal reducción? En el polo opuesto están los partidarios, como Elon Musk, de no poner ningún freno a la fecundidad y a favor del natalismo, porque creen que, con eso, por ejemplo, van a repoblar el Espacio. Entre esos dos polos, la situación de áreas como Europa (que han envejecido y están decreciendo), en vez de tomársela como si fuera una maldición bíblica, habría que aprovecharla en clave ecológica.

¿Cómo se instrumentaliza la demografía en discursos de miedo y odio?

Para montar estos discursos utilizan tres metáforas demográficas: el suicidio demográfico, que subraya las causas de la baja de la fecundidad; la segunda añade a esto el envejecimiento de la población, y la tercera es lo que llaman “el gran remplazo”, que es una teoría de la conspiración, y se fija sobre todo en las migraciones. Todo esto lo traducen en “la pérdida de valores”. Desplazan las construcciones estructurales y de la economía a cuestiones individuales y la demografía. Así acaban culpando de todo al feminismo, las mujeres, los jóvenes, las élites… Apuntando a gente como Soros que, a raíz del COVID, dijo que había que refundar el capitalismo. En el caso de España, el PP y Vox son quienes comparten y manejan estos planteamientos, que son asumidos por mucha gente como si fueran cuestiones de sentido común. Utilizando las proyecciones demográficas y haciendo valer el aumento de población inmigrante, acaban proyectando el discurso del odio contra una minoría. “Son una minoría ahora, pero acabarán siendo mayoría en el futuro”, dicen. Inversión que está presente en todos los atentados supremacistas, desde Utoya a Nueva Zelanda, pasando por Buffalo.

¿Qué papel juega la religión en todo esto?

Los movimientos ultras religiosos utilizan ese discurso. También hay gente que no tiene una adscripción religiosa. En el Frente Nacional francés hay quienes pueden considerarse ateos, republicanos y, en cambio, son el foco de ese discurso. En España, la derecha históricamente imbricada con el nacional-catolicismo, tiene un relato teñido de ese tinte religioso. No lo dicen, pero son seguidores de una literatura y unos movimientos, como el Ku Kus Klan, que en sus orígenes ya hablaba del “Gran reemplazo”.

¿El nacionalismo no tiene también mucho que decir en esta instrumentalización política e ideológica de la demografía?

Si. Uno de los focos de este discurso es el nacionalismo, que hace del número la gran cuestión. Por eso la baja de la fecundidad le preocupa. En el surgimiento del nacionalismo catalán y vasco se plantea. En Cataluña la bajada de la fecundidad fue muy temprana y se produjo, lo mismo que en Euskadi, con una emigración significativa. Josep Vandellós escribió Catalunya, poble decadent, dedicado a la fecundidad y La immigració a Catalunya, donde las preocupaciones eugenésicas estaban en primera línea. O sea, racismo, puro y duro. Pero lo curioso del caso es que mientras en Alemania esto degeneró en políticas como la prohibición del matrimonio interracial, aunque no le gustara, Vandellós dijo que como no se podía prescindir de la emigración, lo que vamos a tener que hacer es mezclarnos lo más posible… El más potente nacionalismo, en todo caso, el español, encarnado en Vox.

¿En qué movimientos concretos de la derecha se plasma esta instrumentalización de la demografía, de la que hablamos?

Feijoo es el primero que resucita políticas natalistas en la democracia. En Galicia impulsó un laboratorio demográfico, haciendo encuestas que querían demostrar que la población está muy preocupada por el envejecimiento y la baja fecundidad. Como no le sale bien, promueve una campaña de sensibilización para que, efectivamente, la gente tenga miedo. Lo interesante de esto, es que ahí aparece el germen de la idea del Comisionado por el Reto Demográfico en España. En 2017, siguiendo la experiencia gallega, se creó en el Gobierno central. En Galicia, como en todos los gobiernos autonómicos del PP, que ha pactado con Vox, implementan este tipo de políticas demográficas, con la excusa de la despoblación, la baja fecundidad y el envejecimiento. Cosa que no lograrán, pero que sí se utilizarán como pretexto para traspasar fondos públicos a entidades privadas de un claro tinte ideológico. Y de personas, como el autor de Suicidio demográfico de España.

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