Alexia Putellas y el femenino saldrán perdiendo frente al empuje de los ‘Joaos’

Laporta agotará los recursos para pagar lo que haga falta por los 'Mendes boys' y ya ha enviado a sus peones mediáticos a advertir que quiere renovar a la capitana y el resto de las cracks "pero no a cualquier precio"

Alexia Putellas

Foto: FC Barcelona

Los leales servidores del laportismo ya se están movilizando para prevenir un conflicto que desde hace semanas se está viendo venir en el femenino del Barça, donde la lista de grandes jugadoras pendientes de renovar empieza a suponer un problema económico para Joan Laporta. La capitana y líder histórica de este equipo, Alexia Putellas, dos veces ganadora del Balón de Oro, es la primera de un colectivo que forma la base de un bloque que lleva disputadas tres finales de Champions consecutivas, dos de ellas ganadas a favor de una sección que hoy es el orgullo del club y una de sus señas de identidad y referente, a falta de que el equipo masculino recupere el esplendor y el potencial de otros tiempos.

La consigna desde la junta es la de renovar a Alexia como objetivo prioritario, aunque no a cualquier precio, base de una negociación que nadie de la directiva se atreve a verbalizar ni tampoco los periodistas a preguntar con la finalidad, precisamente, de evitar convertirlo en un tema de debate en el marco de la actualidad azulgrana. Ferran Correas y Sique Rodríguez, dos de los periodistas del régimen, ya han adelantado este mismo titular advirtiendo que Laporta no quiere ser Josep Maria Bartomeu como argumento sólido y convincente.

Un mensaje que, traducido, quiere insistir en el relato dominante según el cual todo los problemas del Barça de hoy, básicamente los que el propio Laporta ha agudizado y provocado con una gestión indescifrable y errática, provienen del pasado. En este caso, está claro, a Laporta le toca gestionar la herencia de un equipo campeón, el mejor del mundo en este ciclo del fútbol femenino de elite, en buena parte formado en la Masía. Es decir, a coste cero.

Como ocurrió con el Barça de Messi, el club hubo de pagar el precio de retenerlos y de tratarlos, desde el punto de vista salarial, como si se tratara de estrellas internacionales. O sea, como lo que son. Un planteamiento que la prensa laportista le exigía además a Bartomeu en cada una de las renovaciones del resto de los cracks, Leo al margen, como a Xavi, Iniesta, Busquets, Piqué y Jordi Alba, por citar a quienes pudieron disfrutar en el Barça de una vida más dilatada y feliz.

Laporta, al contrario de la presión sufrida por Bartomeu, se encuentra en una posición más confortable, pues los medios y periodistas a su servicio anticipan la postura inflexible de un presidente como Laporta que, obviamente, va a necesitar mucho dinero para retener a los Joaos de Jorge Mendes para -otra vez- enriquecer al Atlético de Madrid y el City. Lo prefiere antes que satisfacer el caché, evidentemente alto, de Alexia Putellas y una serie de pilares del equipo que acaban contrato el 30 de junio de 2024 y de 2025. Nunca le ha importado el femenino y menos ahora que sus jugadoras han liderado el mayor y más contundente asalto al machismo de las estructuras del fútbol español y al propio presidente de la Federación Española, Luis Rubiales, para disgusto del propio Laporta que, como fue notorio, intentó defenderlo y sostenerlo en el cargo hasta el final. Aquella semana de agitación, si se recuerda, Laporta no dio la cara en el pleno de la Federación ni tampoco después en la gala de la UEFA coincidiendo con el sorteo de Champions para evitarse las fotos con todas las revolucionarias que había derrocado a su amigo Rubiales y que arrasaron en los premios de la UEFA como el mejor equipo de la Champions pasada, además de lograr el galardón a la mejor, que se llevó Aitana Bonmatí, la nueva Balón de Oro mundial.

Laporta, de hecho, ya ha venido desmontando en la medida que le ha sido posible esa herencia a base de no renovar al entrenador de la primera Champions, Lluís Cortés, y de complicarle la vida al primer ejecutivo de la sección, Markel Zubizarreta, que ya ha aterrizado en la RFEF como deseaban las protagonistas de la gran revuelta contra el antiguo aparato de Luis Rubiales.

Laporta sabe que el femenino es un asunto de extrema sensibilidad social en este momento, que la afición en general se ha encariñado, con motivo y más que justificadamente, de su juego, su personalidad y de su perfil ganador. Debe andarse con pies de plomo y cuidar cada paso, por eso envía por delante a sus servidores mediáticos, para que ellos le preparen el terreno.

«Laporta no quiere que aquella situación se traslade ahora al fútbol femenino, siendo consciente que el Barça posee la mejor plantilla del continente y que muchos clubs están dispuestos a ofrecer contratos millonarios y mejores a las estrellas del equipo azulgrana. El presidente tiene claro todo lo que Alexia ha dado a la entidad y que merece un contrato justo y acorde con su extraordinaria calidad, pero no quiere que el nuevo compromiso que firme con el Barça esté fuera de mercado y acabe provocando un desfase en el presupuesto del equipo femenino. Porque es consciente de que dependiendo del acuerdo al que se pueda llegar con Alexia, después pueden llamar a su puerta otras futbolistas como Aitana Bonmatí, Balón de Oro este año y que acaba contrato en el 2025, o Mapi León, que también tiene que renovar antes del 30 de junio con el Barça. Ambas son dos jugadoras básicas en el equipo de Jonatan Giráldez y también, como Alexia, tendrán ofertas importantes y son merecedoras de buenos contratos por los méritos que han hecho», han escrito y dicho los periodistas teledirigidos.

Otra acción preventiva, esta mucho más sutil y eficaz, adoptada por Laporta contra el crecimiento y auge social del femenino, fue la de desligarlo por completo de la estructura del Futbol Professional azulgrana y segregarlo, reduciéndolo a la categoría de Sección dentro de las secciones. O sea, como el basket, el balonmano, el fútbol sala y el kockey patines. Una maniobra por la cual Laporta felicitó a Mateu Alemany, su antiguo director de fútbol, que así también se quitó de encima el marrón del femenino, ya que las Secciones están más sujetas y fiscalizadas que el área del fútbol al rigor y el control del plan de viabilidad acordado por LaLiga, del cual no puede desviarse ni un solo euro. Laporta ya hubo de avalar un desfase entre los límites impuestos por LaLiga y la imposibilidad de practicar más recortes al final del anterior ejercicio.

Así, astuta y vergonzosamente, el incremento de los ingresos del femenino a base de acoplarlo a los planes de patrocinio globales no revierten directamente en una ampliación de su presupuesto, la excusa perfecta para que una parte de esos beneficios también vaya a parar en su momento a la operación de los Joaos o cualquier otro siniestro financiero ideado por Laporta.

Alexia Putellas ya sabe, pues, que le espera una renovación complicada en un entorno mediático, no del todo hostil, aunque sí más comprensivo con la postura restrictiva de Laporta con relación al presupuesto del femenino. Y le jugará en contra que su rodilla, intervenida por el mismo equipo cirujano que no la acertó del todo con Puyol y con Ansu Fati, no acaba de recuperarse del todo.

Pero eso sí que es otra historia, a la espera de que el último jugador que ha pasado por su quirófano, Gavi, tenga más suerte.

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