El pacto de Puigdemont con el PSOE dinamita el tablero político

El movimiento independentista busca un nuevo líder y se reorganiza con nuevos proyectos alrededor de Dolors Feliu (ANC) y Sílvia Orriols (Aliança Catalana)

Carles Puigdemont, expresidente de la Generalitat de Catalunya
Carles Puigdemont, expresidente de la Generalitat de Catalunya.

La investidura de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno español ha provocado un terremoto en el independentismo, hasta el punto que ha cambiado el mapa político de Cataluña. Un sector del soberanismo, contrario a cualquier pacto con España, se ha separado del bloque mayoritario, donde está Junts per Catalunya (JxCat) y Esquerra Republicana (ERC), y ha retirado su apoyo a Carles Puigdemont, y ahora busca un nuevo líder que se ponga al frente del movimiento y abandere la agitación contra el Estado español. No es un espectro muy grande, pero a Puigdemont le había servido, hasta ahora, para mantenerse en un primer plan, junto a ERC.

En Junts dicen que a pesar de que haya un sector que reclama más dureza, “no es significativo, puesto que el independentismo posibilista tiene un referente en JxCat y Carles Puigdemont, y no lo abandonará”. Son conscientes que puede haber una bolsa de votantes que se vayan a otras opciones, pero también hay otro segmento, que votaba la antigua Convergència, que ahora volverá. “Electoralmente, puede suponer un desgaste, pero poco significativo. El lado positivo es que Puigdemont se ha desprendido de un sector extremista de la ultraderecha y de otro sector de la ultraizquierda, de forma que Junts queda como una fuerza más centrada y con menos lastre electoral”, explican desde la formación posconvergente.

El análisis que hacen desde los sectores de Junts es que el pacto de investidura será positivo porque “el partido será visto como responsable. Por un lado, se han conseguido beneficios para muchos patriotas que han estado represaliados los últimos años. Y, por otro lado, permitirá enfocar una nueva estrategia que le permita recuperar peso al independentismo. La lucha continúa y no hemos renunciado a nada, ni siquiera a la unilateralidad. Parte del trabajo está hecho, y ahora falta lo más difícil para llegar a ser un Estado independiente”, aseguran.

Este escenario posibilista, en líneas generales, es compartido con ERC, que tampoco se fía al 100% de las promesas de Sánchez y que se reserva la posibilidad de romper los acuerdos en caso de incumplimiento de lo que se ha firmado. Pero la realidad es que el mundo soberanista se compone ahora de dos grandes áreas: por un lado, los dos partidos que han pactado con el PSOE y, de la otra, el resto de los secesionistas.

El segmento ajeno a ERC y JxCat no es homogéneo, sino que se ha dividido en varios reinos de taifas. Hay tres grandes bloques fuera del pactismo que pugnan para liderar este espectro: la CUP, que reorganiza sus tropas; la ANC, que quiere irrumpir en el Parlament; y un bloque extremista que se articularía en torno a Aliança Catalana y que contaría con el apoyo de algunas plataformas de ultraderecha, pero también con algunos críticos del Consell de la República.

Por un lado, la CUP ha iniciado un “proceso de reflexión” que la llevará en un congreso nacional el 16 de diciembre en el cual aprobará una nueva hoja de ruta para conseguir la independencia y movilizar la calle. Los cupaires perdieron unos veinte concejales en las municipales y sus dos diputados en el Congreso. Pero, además, se ven incapaces de movilizar la calle como antes. Los CDR prefieren quedarse en la butaca de casa y militantes históricos han abandonado el activismo y se han alejado incluso de la actividad política. Así lo reconoce la CUP en el documento “Proceso de debate estratégico y organizativo: un nuevo impulso del proyecto político de la CUP”. Su objetivo inmediato es dar un golpe de timón para recuperar capacidad de movilización, atraer de nuevo los históricos retirados y presentar a la ciudadanía un proyecto alentador.

La lista cívica de la ANC

Lo de la CUP es un proyecto alternativo al de ERC y el de JxCat, pero es solo uno más. En el espectro secesionista hay dos proyectos más en marcha que reclaman su protagonismo. Uno de ellos es el de la Assemblea Nacional Catalana (ANC). Dolors Feliu, su presidenta, está dispuesta a presentar una lista cívica alternativa en las próximas elecciones autonómicas. A los pocos minutos que Pedro Sánchez fuera elegido presidente, la ANC lanzó por X un mensaje potente: “Hoy se consuma la sumisión de los partidos independentistas al PSOE, que abandera el discurso de haber ‘normalizado’ la situación en Cataluña. Ningún perdón nos desmovilizará. La voz del pueblo catalán está en las calles y en el Parlament. Avanzamos hacia la República Catalana!”.

El proyecto de la ANC es más transversal que el de la CUP. Si los cupaires apuestan por un frente popular abiertamente de extrema izquierda para crear “una república catalana socialista, feminista y ecologista”, la ANC pretende llegar a la independencia “y después ya nos apañaremos”. Esta es también la tesis de muchos de los críticos del Consell de la República que ahora reniegan de Carles Puigdemont y que se consideran traicionados. Ha habido, en realidad, un acercamiento de algunos de estos críticos hacia el ANC, puesto que coinciden en buena medida con sus análisis y sus críticas. Esta opción presume de ser “muy transversal” y no tiene inconveniente a integrar hiperventilados de derechas o de izquierdas.

El exvicepresidente del Parlament Josep Costa tuiteaba esta misma semana, pocas horas después de la investidura de Sánchez: “Las hemerotecas nos perseguirán a todos un día u otro. De mi última intervención del Parlament (2020), que algunos me han recordado, me quedo con la advertencia contra una hipotética ley de punto final que amnistiara los policías del 1-O. Ha llegado el día y toca combatirlo”. En otras palabras: amnistía, sí, pero solo para los independentistas.

Jaume Sastre, quizás el activista de más peso de los críticos del Consell de la República, recogía este mensaje y añadía de su cosecha una advertencia a Puigdemont: “Hay momentos decisivos en que nos podemos equivocar –siempre nos podemos equivocar–, pero no podemos dudar, porque un instante de vacilación en el momento clave de la batalla es la diferencia entre la derrota o la victoria. Quienes tienen que temer la hemeroteca son los impostores, los estafadores, los oportunistas que juegan a dos bandas o más, los traidores botiflers, quienes cambian de bando ante la adversidad, quienes se dejan sobornar y los que cambian de principios y anteponen el bienestar personal a los intereses de la nación y del pueblo”.

No hay que decir que Josep Costa es uno de los exconvergentes que la ANC trata con una gran deferencia. Por algo divulga sus tertulias frente a frente con Albano-Dante Fachín, un expodemita que ha pasado de alabar Puigdemont a ser uno de sus más feroces críticos por haber pactado con Sánchez. En círculos ‘indepes’ se da por hecho que los dos tendrán cobijo a la lista cívica que prepara Dolors Feliu, en la cual sí que están confirmados Jordi Graupera y la ex consellera Clara Ponsatí, que se ha ofrecido a encabezar la candidatura.

Esta opción cuenta también con un aliado estratégico: Solidaritat Catalana per la Indepèndencia (SI), que bajo el liderazgo de David Folch se ha posicionado por la opción de la ANC. El primer encuentro de la nueva cúpula de SÍ (donde milita Uriel BertranOriol Junqueras, con la fotografía boca abajo y el mensaje “Ni pactos ni renuncias”. Un documento firmado por la ANC, los CDR, la Plataforma antirrepresiva de Barcelona, la Plataforma antirrepresiva de Ponent, el Grupo de Apoyo SAS Absolución, Vía Independencia, Desobediencia Civil y la Asamblea de Represaliados y Activistas advierte que “los pactos no nos darán los derechos ni nos librarán de la represión”. El texto califica las negociaciones de “circo esperpéntico” y hace un llamamiento a “fortalecer la organización popular independiente y la presión en las calles para denunciar que el derecho de autodeterminación, igual que el resto de los derechos y los libertades que nos niegan, no es negociable”.

El colectivo Mossos por la República también apoya el proyecto de Feliu, igual que ADIC Interior, una plataforma de funcionarios de Interior que son particularmente activos en redes y que ideológicamente se sitúan en el espectro de la ANC. Pero está por ver si con tantos apoyos externos y activistas de peso relativo tendrá bastante para sacar un resultado decente.

La alcaldesa de Ripoll

La tercera vía es la de una fuerza extremista emergente: Aliança Catalana, liderada por Sílvia Orriols, alcaldesa de Ripoll. Algunos grupos hiperventilados o activistas de Junts han girado la mirada hacia esta fuerza como un buen punto de partida para entrar en el Parlament rompiendo el actual bloque independentista de ERC, JxCat y CUP. Algunas fuentes cifran en unos cinco los diputados que puede arañar una fuerza de estas características, pero otros más optimistas creen que con un buen programa el peso que podría tener se podría triplicar.

En el independentismo ha habido, las últimas semanas, conversaciones entre militantes de peso o con cierto renombre para sondear la posibilidad de “maquillar” Aliança Catalana, ofreciendo a Orriols reconvertir el ideario para dar más calado político al tema nacional y menos al tema de la inmigración, y concurrir con esta marca a las próximas autonómicas. Pero también se ha puesto sobre la mesa la posibilidad de conformar otra candidatura independentista antipacto, atrayendo críticos de la ANC y de Junts para presentar un producto nuevo al electorado. Falta, sin embargo, la cabeza de lista y la articulación territorial del proyecto, por lo cual parece una estrategia muy difícil de llevar a cabo en un año vista de la próxima campaña electoral.

También se ha puesto de manifiesto que el principal hándicap de esta candidatura sería el apoyo de partidos considerados de ultraderecha, como el Frente Nacional de Cataluña (FNC) o Resistencia Catalana. En este espectro, sin embargo, se podrían encuadrar los críticos de la ANC que formalizaron la escisión de la cual nació la plataforma Donec Perficiam, algunos de los nuevos críticos del Consell de la República o entidades diversas como el Círculo Catalán de Negocios, que lidera Albert Pont, el líder del Frente. Esta pátina de ultraderecha que rezuman algunos de los activistas que pululan alrededor de Aliança Catalana es un freno a la llegada de los desencantados de Carles Puigdemont y de ERC. Pero también tiene en su favor que es mejor concurrir con una fuerza política que a las municipales obtuvo un considerable éxito electoral que partir de cero y fabricar un nuevo líder ad hoc. Otro lastre es que una oferta electoral de estas características tiene un techo electoral bajo por el que significa de alineación hacia la derecha. Pero uno de los activistas que está manteniendo conversaciones sobre la cuestión señala que “este es un tema que se puede ir reconduciendo para acabar conformando una oferta mucho más transversal a corto plazo y convertir Aliança Catalana en la nueva fuerza auténticamente independentista de Cataluña, desenmascarando el resto de partidos o entidades que se postulan”. La partida para dibujar el nuevo mapa político del independentismo no ha hecho más que empezar.

Puedes leer el artículo entero al número 1553 de la edición en papel de El Triangle.

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