Noviembre Nacional y la resurrección de Ortega Smith

Con el permiso del PP van ya 17 días y otras tantas noches, de protestas de la derecha, la ultraderecha parlamentaria de Vox, y toda la macedonia extraparlamentaria de ultras, franquistas, falangistas, hooligans del fútbol, ultracatólicos y cayetanos varios, que salen a la calle contra la amnistía y el nuevo gobierno de Pedro Sánchez del PSOE y Sumar, investido gracias a los votos del PNV, Bildu, Junts y Esquerra. Protestas que se iniciaron ante la sede del PSOE en la calle Ferraz de Madrid y de otras ciudades de España, convocadas por una sigla de nuevo cuño, Revuelta, cercana a Vox, detrás de la cual estaba la asociación Herqles, nacida en Valladolid que agrupa a jóvenes ultraconservadores inconformistas. Por ello no fue de extrañar que en las primeras noches de protestas en Ferraz estuviera el vicepresidente de la Junta de Castilla León, Juan García Gallardo, miembro de Vox. Y fue García Gallardo quien hace unos días comenzó a difundir la nueva marca y lema que ha ganado peso en las protestas, “Noviembre Nacional”, asumido inmediatamente también por la ultraderecha extraparlamentaria o claramente fascista, cuyo símbolo es la bandera española con un escudo formado por dos NN sobrepuestas y una pequeña cruz, que recuerda mucho el símbolo Wolfsangel o gancho del lobo usado por grupos neonazis, también en España, que fue el símbolo de la Segunda Divisón de Panzers alemana o más recientemente del  batallón Azov ucraniano. Unas protestas a las que se sumaron en Madrid los grupos ultracatólicos y toda la ultraderecha presente como La Falange, Democracia Nacional, Hacer Nación, España 2000, ultras del fútbol, etc, llevando bien la bandera  española con el escudo franquista, bien lo que denominan “banderas lisas”; es decir, sin el escudo constitucional. E hizo resucitar a grupos desaparecidos y a sus lideresas como Melisa Domínguez Ruiz, del ya inactivo Hogar Social Madrid, o a Isabel Medina Peralta, la de “el judío es el culpable” que hace dos años lideraba el desaparecido Bastión Frontal, grupo que reactivó su cuenta de Telegram, además de quienes lideraron hace unos años supuestos grupos vecinales bajo el nombre de “Madrid Seguro”. En otras ciudades como es el caso de Barcelona, el liderazgo ante la sede del PSC ha correspondido casi en exclusiva a Vox, con el concejal de Cubelles, Jorge Mena, llevando a diario el megáfono con el que se lanzan las consignas y cánticos, y el concejal de Sentmenat, Santi Acosta, hijo del diputado Manuel Acosta, el bombo que las acompaña.

Debe incluirse la participación y responsabilidad del PP en estas protestas, que en ocasiones acaban muchas noches con violencia o cortando autopistas sin autorización, como la del pasado sábado en Madrid, ya que fue José María Aznar quien exhortó a que quien pudiera “hacer algo” contra la amnistía, lo hiciera. Y fue la expresidenta de Madrid, Esperanza Aguirre, quien el 4 de noviembre, segundo día de protestas en Ferraz, tomó la iniciativa de cortar la calle pese a que no se había formalizado la petición ante la Delegación del Gobierno a tal efecto. Y grupos como Neos, la plataforma impulsada por ex dirigentes del PP como Jaime Mayor Oreja o María San Gil, han tenido un papel relevante apoyando tanto las concentraciones ante las sedes socialistas como las manifestaciones más multitudinarias. Núñez Feijóo y Mariano Rajoy han animado a continuar con esta movilización permanente y a participar tanto en las manifestaciones multitudinarias como la del pasado sábado en Madrid, como en las concentraciones de tarde y noche ante las sedes socialistas.

El sindicato vinculado a Vox, Solidaridad, ha convocado una huelga general para el próximo día 24, ante la que el PP no se ha posicionado que, sin lugar a dudas, quedará muy lejos de ser general más allá que en algunos barrios de Madrid algunos comercios bajen la persiana una rato y se boicoteen o suspendan las clases en algunas facultades. Para que una huelga tenga afectación se precisan piquetes con cara de pocos amigos a las cinco de la mañana en las cocheras del metro y autobuses de Madrid y Barcelona y en los accesos a Mercamadrid y Mercabarna. Y no parece probable que ni Vox ni la Falange ni los cayetanos de rosario sean capaces de ello. Pero parece seguro que, pese a que no puedan mantenerse las protestas diarias ante las sedes del PSOE, los próximos meses, sobretodo coincidiendo con los trámites parlamentarios la ley de amnistía, las protestas ante las sedes socialistas continuarán. Y que Vox y el PP, juntos o separados, impulsarán con asociaciones como las convocantes de la manifestación de pasado sábado en Madrid, nuevas movilizaciones los fines de semana. Pero ambos partidos, superados los reparos de manifestarse junto a la macedonia ultra, deben afinar la manera de gestionar dichas protestas. El PP a sabiendas que no habrá repetición electoral a corto plazo, debe afrontar los embates, desplantes y abrazos envenados de Isabel Díaz Ayuso a Feijóo, sabiendo que en las próximas generales Feijóo sólo podrá alcanzar la mayoría si es con Vox, si bien hay quienes piensan que si la candidata del PP a la Moncloa es Ayuso, la lideresa sí que podría alcanzarla por si sola.

Y por lo que respecta a Vox, afrontan una legislatura que en el Congreso serán irrelevantes ya que junto al PP no suman. Y al haber bajado de 52 a 33 diputados ni puede presentar mociones de censura como las dos que presentó la pasada legislatura, ni puede interponer recursos al Tribunal Constitucional. Por ello Vox necesita agitar la calle y liderar protestas. Unas protestas que han permitido resucitar a Ortega Smith encarándose a los antidisturbios a los que pretendía dar lecciones sobre la Ley Mordaza. Una ley con la que los antidisturbios a su juicio deben ser implacables con los independentistas, pero pasivos si quienes lanzan botellas defienden la unidad de España.

Ortega Smith fue cesado de Secretario General hace un año tras las críticas por la gestión de su mano derecha, el Vicesecretario de Organización Tomás Fernández Ríos quien, manu militari decapitaba grupos locales o provinciales y exigía la entrega de los fondos de los grupos parlamentarios autonómicos y grupos municipales a cuentas corrientes centralizadas en la sede nacional de Vox. Ignacio Garriga ascendió a la Secretaría General y Ortega fue nombrado Vicepresidente pero quedó excluido del Comité de Acción Política, órgano real de gobierno de Vox. Y pese a ser vicepresidente, la noche electoral del 23 de julio no estuvo presente con la dirección en la comparecencia ante la prensa y la militancia. El pasado viernes en cambio, acudió a la calle Ferraz con el también diputado Tomás Fernández Ríos y el concejal de Madrid, Ignacio Ansaldo, ambos ex compañeros suyos de los boinas verdes de la mili, y pretendió aleccionar a los mandos de las Unidades de Intervención Policial que encapsulaban a los manifestantes que habían actuado con violencia, advirtiéndoles que si cargaban cometerían un delito de abuso de autoridad. Actuación de Ortega Smith que no ha sido censurada por Abascal y motivó comunicados de repulsa de los sindicatos policiales, también de los hasta anteayer cercanos a Vox.

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