La recaudación del clásico de Montjuic no cuadra con la asistencia registrada

El vicepresidente Juli Guiu ofreció una cifra oficial de 7,6 millones, inferior a los 8,3 millones del último, pese a disponer de un mínimo de 33.428 entradas de venta libre, una cifra superior a las disponibles en el Camp Nou

Juli Guiu

Foto: FC Barcelona

A falta de buenas noticias deportivas tras la disputa del primer clásico en el estadio Lluís Companys, donde el equipo de Xavi acabó perdiendo por 1-2, el aparato de comunicación del FC Barcelona apostó por intentar recuperar al menos el satisfactorio efecto Stones a base de pasear al vicepresidente Juli Guiu por algunas redacciones y recordar el plus mediático proyectado por la camiseta especial del partido y la imagen ofrecida en el mundo fruto de esta asociación de patrocinio con Spotify. Sobre si el verdadero impacto de identificar a un grupo mítico e inigualable como los Rolling Stones con la camiseta del Barça en un clásico, el partido de Liga más visto en el mundo, beneficia más al grupo, el club azulgrana o Spotify, es algo, más allá de ese ruido indudablemente mundial, completamente imposible de calibrar en porcentajes.

En cuanto al impacto económico real en las cuentas del club, el propio vicepresidente de marketing explicó que la recaudación se había elevado a 7,6 millones. Por supuesto, una cifra récord en Montjuic, como destacó inteligentemente Juli Guiu, añadiendo que la cifra «supera el 60% de los partidos en el Camp Nou». También explicó que «un clásico en el Camp Nou le superaba, pero por poco» y reveló que «en el Camp Nou veníamos de 8,3 millones».

No especificó mucho más. Se limitó a soltar un par de cifras redondas y, como siempre, a acompañarlas con ese entusiasmo y exceso de triunfalismo, a veces sin sentido o absurdamente a la hora de compararla con el pasado siempre a mejor, mucho mejor. Tanto que la propia junta de Joan Laporta es capaz de pisarse sus propios registros, como ese dato innecesario que añadió sobre la recaudación del clásico, superior al 60% de los partidos en el Spotify Camp Nou la pasada temporada.

Claro, solo faltaría que fuera al revés, dado que los precios del Barça-Madrid se multiplican incluso por cuatro en comparación con el resto de los partidos de Liga. El pasado día 28 de octubre, las entradas oscilaron entre los 249 euros en la segunda grada del gol sur y norte, hasta los 495 euros en la tribuna principal del Estadio Lluís Companys.

Juli Guiu omitió el dato, que han sido los precios más caros de la historia, y también los datos de liberación del Seient Lliure, clave para conocer realmente la respuesta de los aficionados, socios abonados y visitantes. La asistencia se cifró en 50.112 espectadores, que también se supone que ha puesto el listón de los partidos del Barça en el Lluís Companys en lo más alto. Pero no fue, o al menos el club no lo ha remarcado, un lleno absoluto de ese intrincado aforo que, según el propio club, contempla 40.103 localidades con el 100% de visibilidad, 9.369 de visibilidad reducida, 2.716 de mala visión y 2.179 más de nula visibilidad (?).

Por otro lado, el volumen de liberaciones debe suponerse bastante bajo en este partido que, por razones obvias, resulta el más barato del abono y también el más atractivo para intentar colocarlo en el mercado negro de la reventa, en la que una silla puede generar hasta 1.500 o 2.000 euros.

De los 16.684 socios con el asiento garantizado, es de suponer que una mayoría hizo uso de su localidad, donde fuera que la junta de Laporta los colocara, pues ahora la asignación del asiento para el abonado es aleatoria a cada parido. En un cálculo sencillo, imaginando que si todas estas butacas hubieran sido puestas a la venta a un precio medio de 350 euros, el Barça habría conseguido 6,6 millones más que habrían supuesto poco menos que el doble de los 7,6 millones conseguidos.

Es el tipo de reflexión que continuamente se hacen Laporta y su núcleo duro cuando sueñan en un club sin socios, sin asambleas y, sobre todo, sin abonados que, especialmente en el Camp Nou, son los molestos propietarios de unas 85.000 localidades.

Fantasías al margen, sin embargo, llama la atención que, basándonos en las cifras oficiales, las entradas disponibles para el clásico del pasado día 28 de octubre en Montjuic tuvieron que ser, mínimo, 33.428, descontando de la asistencia registrada de 50.112 espectadores los 16.684 abonados censados. Si todas hubieran sido vendidas al precio de las más baratas, 249 euros, la recaudación habría sido de 8,3 millones, 0,7 millones superior a la oficializada por Juli Guiu.

Nada cuadra, puesto que se puede conjeturar razonablemente que hubo liberaciones, que la demanda fue para el amplio espectro de localidades y que el precio medio fue superior a los 249 euros. Solo con que la media por entrada hubiera sido de 350 euros –un cálculo más que prudente–, la recaudación se habría elevado a 11,6 millones, superando incluso a los registros del Spotify Camp Nou.

Lo más delirante es que el precio medio resultante de dividir el pack mínimo de entradas a la venta de 33.428 por la recaudación anunciada es de 227 euros. Es decir, por debajo del precio de venta más bajo. Está claro que a Laporta se le fue mano, como casi siempre, con las invitaciones, en lugar de aprovechar el clásico para reducir el impacto negativo de jugar un año en el Olímpico, estimado en 78 millones menos de ingresos.

Tendría toda la lógica que el taquillaje de Lluís Companys hubiera superado el del último clásico en Les Corts por el hecho de que también es el partido con menos liberaciones de los abonados de toda la temporada, con mucho más motivo la temporada última en la que se penalizaba su no uso, promoviéndolo en forma de asistencia o de liberación del abono casi obligado. En el Spotify, si los abonados son 85.000 y el aforo del último Clásico fue de 95.877 asientos, en la teoría solo quedarían disponibles algo más de 10.000 localidades. Aunque no es así en la práctica, ya que siempre hay que suponer un margen para el Seient Lliure, sí se puede contemplar la posibilidad de que, por la baja cifra de abonados al Lluís Companys, esta vez la cifra de entradas disponibles en taquilla superara a la de un clásico en el Camp Nou o que la igualara, como mínimo. Como dato de referencia, la media de entradas liberadas en un partido del estadio azulgrana el pasado curso fue de 30.000, volumen que se reduce drásticamente en el clásico.

Sin embargo, tampoco se podría concluir que una recaudación inferior de 7,6 millones de Montjuic, frente a los 8,3 millones del último celebrado en el Spotify, fuera motivo de celebración ni justificara la medalla que el vicepresidente Juli Guiu se autoimpuso sin venir a cuento casi una semana más tarde, exactamente en vísperas del partido del Barça en San Sabastián.

Las cifras reales nunca se acabarán sabiendo ni los periodistas, siempre en la luna, se las preguntaron a Juli Guiu en el marco de una entrevista con las preguntas arregladas y bajo el control directo del aparato de la junta laportista. Igualmente, Juli Guiu no habría sido capaz de responder fuera del ámbito del festival de Cap Roig, como es bien sabido.

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