«Hay que controlar a los que mandan sobre los que mandan»

Entrevista a Joaquín Araújo

Se define como una persona extremadamente afortunada, por vivir como había soñado en su juventud, pero está viendo morir lo que quiere. Reside en plena naturaleza. Es un campesino. También afortunado porque se ha ganado la vida, no con sus cultivos y sus quesos, sino con los que ha podido contarle a los demás, como comunicador. También se considera el más desafortunado, porque está viendo morir lo que ama. Porque los grandes esfuerzos de naturalistas, ecologistas, pacifistas, animalistas y feministas, no está desembocando en lo que debería ser. 28 libros, guiones, películas…, sobre todo en torno al bosque y el agua, rubrican esta trayectoria. Ahora, edita Cambio climático. Como evitar un colapso global (Planeta).

¿Cómo evitar, pues, un colapso global?

A pesar de que la mayoría de los científicos y los especialistas sostienen que tiene que ser una acción social, de amplio abanico político, creo que hay que empezar por uno mismo. Desde la conciencia individual, como una forma de ejercicio de la responsabilidad, hay que comenzar a dejar de ser una herida sangrante para el Planeta. Es terrible porque exige mucho. Superar algo de lo que practicamos más, que es el autoengaño. Exige destruir la gran mentira de que yo soy muy poquita cosa y lo que yo hago para arreglar el mundo carece de importancia. Hay que comenzar por ahí. Hay que empezar por entender que se puede vivir perfectamente de otra manera. Se puede vivir con el mismo grado de satisfacción gastando la mitad de lo que gastamos actualmente. En todos los campos: comodidades, energía, alimentación, diversión… El derroche del 50% de lo que gastamos es suicida. Por ahí se empieza. Y, evidentemente, no hay posibilidad de cambio sin que esto se incorpore a distintos peldaños de la actividad política, y tiene que acabar en la Constitución.

¿El cambio climático es algo por llegar o ya estamos en él, con todas sus consecuencias?

Estamos en un cambio climático devastador, con peores consecuencias, más rápido. Literalmente, los famosos 1,5 grados del Convenio de París ya han llegado, cuando se decía que sería para los años 50. La mayoría de los que escriben sobre estas cosas, incluidos los ecologistas, no están viendo esto, como lo vemos y lo vivimos los emboscados. Ahora mismo, estoy en mi bosque y solo tengo que mirar a los árboles para saber lo que está pasando. Y estoy viéndolos morir. Así de claro. Soy un campesino, que cultiva, desde hace 48 años, una huerta de casi una hectárea, y veo que la producción me baja un 40%… Y cuando voy a los manantiales y veo que se están secando las fuentes… Evidentemente, tengo una vivencia directa, más dolorosa…

¿No resulta llamativo, sino alarmante, el gap entre la evidencia del cambio climático y las iniciativas institucionales para paliarlo y atajar males mayores?

Hay que reconocer que, en medio siglo, hemos pasado de la inexistencia total de cualquier tipo de dependencia administrativa que se encargara del medio ambiente (El ICONA, de los años 60, era casi un organismo casi destructor mas que conservador) a una presencia apreciable. Casi todos los ayuntamientos tienen concejalías de medio ambiente. El actual Ministerio de Transición Ecológica es el que, con muchísimas deficiencias, es lo mejor que hemos tenido. La primera ministra, como Cristina Narbona, saben de qué están hablando y lo que hay que hacer, aunque no puedan hacerlo. Todo lo cual no quiere decir que estamos a menos de un diez por ciento de la actividad política que debería hacerse. De tal cuantía es la gravedad del asunto es que, en estos momentos, el 80% de la política tenía que ser ambiental. Estamos amenazados por la fuerza más potente que existe en el planeta Tierra, que es el clima, tenemos que defendernos y para ello habrá que poner muchísima más carne en el asador. 

¿Dónde están las resistencias al cambio: economía, cultura, ideología…?

Están en el famoso centro neurálgico del poder, en este momento. El poder político es imposible sin el económico. Suelo decir que hay que controlar a los que mandan sobre los que mandan ¿Cómo es posible que, con toda la información, las evidencias, los sensores que todos tenemos sobre el cambio climático…, todavía vamos a contaminar un 1% más este año. Y el que viene más aún ¿Por qué? Porque, sencillamente, los poderes de este mundo, saben manejar muy bien que se funciona con energía. La energía con petróleo. Y el petróleo es el mayor negocio… Y ese negocio está en manos de los más poderosos, que mandan sobre los poderosos. Y luego está el factor que es absolutamente individual y psicológico- En cualquier encuesta se puede ver que hay una seria preocupación por el cambio climático. Si, “hay que hacer, hay que hacer…”, decimos todos. Pero cuando nos preguntamos, en concreto, cuánto vamos a reducir nuestra actividad, como vamos a gastar menos energía, cuanta menos carne vamos a comer… ¿Entonces…? Esta realidad solo se puede ir atajando con un discurso más contundente, mucho más pedagógico, con mucho más uso de los medios de comunicación… También desde la cultura que, curiosamente, es donde más se avanza. No vamos a combatir el cambio climático sino implicamos a todas las personas y a todos los sectores de la actividad humana. 

El habernos considerado “Los reyes de la Creación”, en contra de la propia evidencia de la cadena de la vida, ¿No es algo que nos está pasando factura, con las terribles consecuencias que todos vemos?

Hay está el gran extravío intelectual, aunque también es cierto que estamos absolutamente entreverados de opiniones contrarias en la filosofía, la ciencia, el arte… En todas las épocas ha habido gente que nos ha estado llamando la atención sobre lo importantes que podemos ser, pero que no se puede vivir más de tres minutos sin respirar (gracias al alma verde, a los árboles), ni tres días sin beber… Somos amablemente dependientes de algo que, afortunadamente, es parte de un todo. Si una parte pretende hacerse más grande que el todo, estamos perdidos. Hemos tenido muchísimas oportunidades de ser compañeros, tolerantes, amigos de la vida…, hasta que llegó la consideración de que todo podía ser convertido en propiedad, en mercancía. Un árbol produciendo vida, oxígeno, y un mejor clima carece de valor. Pero si mato al árbol y lo convierto en una silla si tiene importancia. Esto es un desvarío absoluto. La religión del beneficio, del consumo, es hoy algo universidad. Ella si ha triunfado.

¿Por qué el decrecimiento, tan sensato, obvio… levanta tantas ampollas?

Si que es de sentido común y, además, con un amplio soporte científico. Mucha gente cree que el decrecimiento es una apuesta solo ideológica, cuando es algo perfectamente documentada, apuntalada por lo más racional que puede usar el ser humano. Y no solo esto. También sentimentalmente tendría que movilizarnos el que se esté destruyendo el mundo. Si es así, algo tendremos que hacer. Evidentemente, como todas las ideologías políticas convencionales, el ecologismo, bien entendido, tampoco dejar de ser una ideología. Con muchísimos disparates. también con gente que acaba de entender de que se trata… Pero el asunto es que tenemos que “dejar de ser la herida para empezar a ser la sangre”, como digo en un poema mío. Tenemos que abandonar un modo violento de estar en el mundo para ser parte de una circulación que consigue la vida. Ni más, ni menos. Tenemos que lograr que, poco a poco, consumamos menos Mundo.

Un muy buen amigo, economista, me decía recientemente que el decrecimiento nos llevaba a la Edad de Piedra…

En las facultades de Economía no se ha enseñado nunca más que contabilidad. De la cual, claro, jamás se ha descontado la destrucción del medio ambiente. No digan que se ha creado riqueza destruyendo un bosque porque ese bosque ha creado muchísima más riqueza que la usted cree haber conseguido en un proceso industrial. Cuando te enseñan que la contabilidad va por las internalidades y no por las externalidades, hacen trampa. El sistema de valoración es absolutamente falsario. Estamos dominados, manipulados, gobernados por un método de contabilidad. Si en el famoso PIB se incluyera todo lo que estamos perdiendo de riqueza y potencialidad y de vida otro gallo nos cantaría. He plantado 27.500 árboles con mis manos. Uno por cada día que he vivido. Ninguno de ellos figura como crecimiento en ningún lado. Pero si se quemaran si aparecen en el PIB. Si yo no he matado una cosa y la he transformado en mercancía carece de valor, dijo Stuart Mill. Nada que sea lo mismo que era, que esté cumpliendo una función biológica, tiene valor. Si lo mato, lo convierto en mercancía y lo vendo, entonces sí. Estamos destruyendo el clima, entre otras cosas, porque no se le ha dado valor al clima. Es el que engendra todas las posibilidades de valoración de la propia vida, Porque “el clima es la vida de la vida”, como digo en otra expresión poética. Cuando lo destruimos ya podemos irnos haciendo idea de la que nos acabará cayendo ¿Qué valor le das a que, si has vivido 80 años, habrás respirado 300 millones de veces? Mientras la asignatura “Vida” no esté en todos los niveles de la Enseñanza poco cambiaremos.

 

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